La infancia y la adolescencia empañada por la violencia

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Hasta agosto de este año, como mínimo, ocho menores de edad abultan las cifras de muertes violentas ocurridas en el estado Lara. A la llamada generación de relevo la están tiñendo de sangre.

En algunos casos se les adjuntan vínculos con el delito, pero en otros se ha tratado de inocentes que sufren las consecuencias de la delincuencia desatada en el país. Precisamente, en estos casos una fusión de conmoción, impotencia y tristeza suele instalarse como compañía inquietante en los hogares larenses. No pocas ocasiones es un sentimiento inefable el que contamina a padres y madres cuando conocen estos hechos.

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Entre los últimos casos resalta el de una niña de 10 años asesinada el sábado 27 de agosto en el sector II con avenida 2, entre calles 11 y 13 de La Carucieña, cuando unos hombres se disponían a robar a su papá. Por el caso existen dos detenidos reconocidos por los habitantes de la zona como los encargados de cometer el asesinato.

Menos recientes, pero sorprendentes por las características cómo se desenvolvieron fueron los crímenes de dos niños menores de 12 años, quienes fueron atacados con armas de fuego por otros de edades similares.

El primero sucedió en mayo. Un niño de 11 años conocido por el mote de “El Roto” le disparó en la cabeza a un vecino de la misma edad, en la noche después de haber pasado el día mostrando conductas agresivas. Aparentemente, cometió el crimen con el revólver de su padre conocido como “Satanás” en el barrio La Paz, donde ocurrió el homicidio. El niño fallecido, además de estudiante era un prospecto del béisbol. Se le auguraba un futuro prometedor, pero el vecino le cortó las aspiraciones.

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En junio, un imberbe de apenas 12 años, después de un supuesto robo en el barrio Primero de Mayo en Quíbor, municipio Jiménez, mostró la pistola con la que se apoyó para delinquir cerca de un pequeño de ocho años y con un disparo en el pecho lo mató.

Que el supuesto victimario llevara un arma en lugar de una pelota o útiles escolares no era extraño para los vecinos. En aquel momento coincidieron en que pertenecía a una banda conocida como “Los Menores”. Como en el núcleo familiar del presunto autor del crimen contra el pelotero, a este jovencito lo asociaban con unos parientes adeudados con la justicia.

Casos de adolescentes muertos en aparentes enfrentamientos también se ha tenido registro este año. En enero, por ejemplo, una muchacha de 17 años cayó muerta durante una persecución cuando la policía regional se percató de que, supuestamente, ella y dos hombres llevaban a un taxista sometido para robarlo.

Cómo actúan las instituciones

Si bien son los organismos de seguridad los encargados de resolver los casos de homicidios, existen también instituciones cuya misión es velar por el buen desarrollo de la población infantil y de adolescentes.

Organismos como el Consejo Municipal de Protección al Niño Niña y Adolescente de la Alcaldía de Iribarren (Cmdnnai) cumple función administrativa, mediadora y conciliadora en casos donde se les vulneren los derechos.

Por eso, se ocupan de desarrollar talleres preventivos para orientar acerca del contenido de la Ley Orgánica para la Protección del Niño Niña y Adolescente (Lopnna), sobre responsabilidad de crianza y responsabilidad penal del adolescente.

Paralelamente, aplican el programa “Adolescentes en conflicto con la ley”, mediante el cual ofrecen ayuda psicológica y asesoramiento legal a los adolescentes menores de 14 años, quienes de acuerdo a la Lopnna no son imputables en los delitos.

Como raíz de estas conductas inadecuadas figuran con mayor recurrencia factores como haber crecido en hogares disfuncionales, atención deficiente hacia el niño o el adolescente por parte de los padres y la ausencia del patrón de una familia sólida donde se cumplan condiciones como la manutención, educación y monitoreo constante de padres hacia los hijos, tal como lo explicó la presidenta del Cmdnnai, Nohemí Corrales de Ramírez.

También, amplió Corrales, inciden factores externos, es decir, amigos, vecinos o el entorno donde se desenvuelvan, pues, cuando no hay supervisión de los adultos constante los niños son vulnerables a ser manipulados.

 

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