#Especial José Gerardo Mendoza: “El niño que venció a la montaña”

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I

José Gerardo Mendoza Durán es una empresario que nació en un caserío del estado Lara llamado Volcancito, al sur de la población de Quíbor, municipio Jiménez. Cuando cumplió sus primeros 10 años se vino a Barquisimeto en una gran aventura que, según sus propias palabras, continúa sin ningún tipo de pausa, porque siempre ha sido un hombre de trabajo, y sobre todo muy emprendedor en todo lo que se propone.

Mendoza Durán acaba de escribir un libro llamado El niño que venció a la montaña, el cual junto a los artículos que cada semana publica en este rotativo, considera que ha sido una buena idea para comunicarse con su gente en positivo.

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¿Cree que todavía hay algo positivo en este país?

-Para combatir la angustia y la incertidumbre debemos ver siempre el santo donde está el pecador. De esa manera, el equipaje que llevamos se nos hace menos pesado. Hay que buscar lo positivo donde está lo negativo.

¿Y por qué a estas alturas del partido no hemos visto ese santo?

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-Si no hacemos el esfuerzo ni el intento por ver al santo, siempre estaremos viendo al pecador. Un optimista, dijo alguien, es un pesimista mal informado.

¿Estamos los venezolanos mal informados?

-Yo creo que estamos más bien confundidos. Se nos dice a cada momento que el país va por buen camino cuando la verdad es que hemos perdido el rumbo. Lo indicado entonces es recuperar de alguna manera la sindérisis para que entre todos podamos reconstruir la Nación. En esa misión deben fusionarse el Estado y el sector pirvado, que siempre ha sido generador de riquezas y empleo.

¿Es tan difícil ponernos de acuerdo en asuntos tan vitales como el estado del bienestar?

-No, el ser humano tiene la capacidad de coincidir en temas que favorecen la posibilidad de lograr ese estado de bienestar para los ciudadanos. A veces, hay más cosas que nos unen de las que nos separan.

-Pero seguimos divididos. ¿Será que nos hemos dejado llevar por ideologías pasadas de moda?

-La idiosincracia del venezolano es de profundos sentimientos. Solo que hay algunos mal aconsejados que, más temprano que tarde, se darán cuenta que la lucha es por la libertad y el derecho que tenemos todos de vivir en paz.

II

¿A qué o a quién va dirigido el libro que acaba de escribir con ese título tan atractivo?
-Está dedicado a los jóvenes y a todos los que desean que este país progrese. También a los que creen que nacieron para ser pobres toda la vida y no hacen el esfuerzo para salir de ese estado tan deplorable. Se pasan la vida buscando un culpable para sus penas sin ocupar la mente y el cuerpo en buscar una salida airosa para sí mismos y para su familia.

Y no hablemos solamente de riqueza material, igualmente, hay que fortalecer el espíritu como aliado de esos propósitos.

¿Hay muchas vivencias propias en ese texto?

-Sí, por supuesto. Está lleno de anécdotas, humor, optimismo y motivación. Es la historia de hombre que superó miles de obstáculos para insertarse en el mundo de la modernidad.

¿Cómo cree que un niño vence a una montaña?

-Es simplemente una metáfora para decir que sí existe una manera se vencer todos los obstáculos que consigues en la gran carrera por la vida. Tienes que hacerlo, debes hacerlo, estás en la obligación de hacerlo.

-El libro tiene muchos protagonistas, especialmente entre aquellos que coronaron el esfuerzo y la perseverancia, los que no se rindieron nunca ante las adversidades, y pudieron llegar a la meta de sus sueños. ¿Entre ellos, usted?

-Por supuesto.

¿Es difícil vencer los miedos?

-No, lo que hay que temer es precisamente al miedo, como lo dijo una vez un Presidente de los Estados Unidos.

¿Alguna vez ha sido víctima del miedo?

-Todos hemos sentido miedo alguno, pero afortunadamente sin consecuencias.

¿Cuál fue su primer trabajo?

-La verdad es que nunca fui empleado de nadie. Cuando apenas era un chiquillo vendía arepas para los soldados del cuartel Jacinto Lara. Despué me di cuenta de que podía ser mi propio jefe al desempeñar otros oficios, todos relacionados con el comercio.

¿Su primera empresa?

-La bodega “El Nuevo sol”. Tenía apenas 12 años cuando me compré por primera vez un par de zapatos nuevos.

¿Su mejor empresa?

-Mi familia.

¿Cree en Dios?

-Todo lo que hago lo hago en nombre de Dios, bajo su dirección y bendición.

¿Reza?

-Sí, al levantarme y al acostarme.

¿Va con frecuencia a la Iglesia?

-Religiosamente

Si tuviera que llevarse un libro a una isla desierta, ¿cuál escogería?

-La Biblia

Como ciudadano de esta ciudad –como solía decir el gran Cantinflas- ¿cuál es lo bueno, lo malo y lo feo de Barquisimeto?

-Su gente lo bueno, lo malo el abandono en que está y lo feo, la inseguridad en que vivimos.

¿Sigue siendo Barquisimeto la capital musical de Venezuela?

-Sí, lo que está a la vista no necesita anteojos.

¿Alguna vez ha sido tentado a ocupar un cargo público?

-Me han postulado, pero hasta ahí. Pienso que la guitarra es para el músico. No soy político, como dije antes.

¿Ha sido exitoso?

-Yo pienso que sí, en todos los sentidos. No soy millonario, pero sí rico en afectos y en experiencia, tengo muchos amigos y si tengo enemigos, no conozco a ninguno.

III

Mendoza Durán es hoy un exitoso empresario que comparte su tiempo entre la ciudad y el campo.

Su primer artículo salió publicado en la edición de EL IMPULSO del 9 de septiembre de 1999. Su título era “Reflexiones en Positivo”. Han transcurrido ya 19 años de hacer realidad ese deseo de comunicarse con el resto de sus semejantes.

¿Cuál es el balance de ese tiempo?

-Positivo todo. He sumado muchos lectores. La gente me conoce mucho más por esas opiniones que por mi trabajo de empresario.

¿Le gusta la política?

-Sí, pero no la ejerzo. Soy un militante del optimismo y siempre espero que los políticos lo hagan bien, es la única manera de fortalecer el sistema democrático.

¿Le gusta el campo?

-Lo amo, nací en el campo y tengo mi obligo enterrado al pie de la cordillera andina

¿Qué lee en su tiempo libre?

-Los clásicos. Tengo preferencia por Cervantes, Séneca, Oscar Wilde y otros que me han ayudado a mejorar mis conocimientos. Soy un eterno estudiante y todavía no tengo fecha de graduación.

¿Ser rico es malo? como dijo alguien que conocemos

-Creo que lo malo es ser pobre.

El Niño que venció la montaña, libro próximo a aparecer, ha sido un esfuerzo para el hombre nacido en Volcancito, autodidacta y pensador en positivo. Me pregunto al concluir la entrevista, si al hacerse hombre, ese niño llegó a vencer la ciudad.

Jugando con las estrellas

La historia que cuenta José Gerardo Mendoza Durán es la de un niño campesino que se hizo adulto antes de tiempo para poder sobrevivir en un lugar donde las estrellas eran la única compañía en las largas noches vividas por el pequeño Crisanto, obligado a levantarse con el sol y acostarse cuando las sombras comenzaban a cubrir aquel cielo azul que tanto le gustaba.

La vida del campesino no es fácil en ninguna parte, aseguran los que han tenido la oportunidad de formarse en esos lugares donde la civilización o la modernidad no llega con la frecuencia deseada.

El niño de esta historia no fue la excepción de esa regla no escrita. Cuando decidió irse de su humilde casa no midió en lo absoluto el inminente riesgo que corría en su infantil aventura. Estaba totalmente convencido de que había vida después de la montaña, con seres humanos igual a sus amigos de la peonada que lo acompañaban en sus largas jornadas de trabajo, aunque sospechaba que esos extraños no padecían los sufrimientos de los que tuvieron la mala suerte de haber nacido en aquellos montes.

Muchos años después de dejar atrás la pequeña aldea llamada Volcancito, el niño de la montaña se preguntó sobre el origen del nombre del lugar donde había nacido. Presumía solamente que en algún lugar cercano estaba un volcán que por su dimensión era pequeño comparado, por ejemplo con la Fumarola de Sanare. Volcancito se convirtió luego en una referencia cuando de adulto la memoria lo conducía de nuevo por aquella montaña de sus sueños y de sus pesadillas.

Crisanto confiesa ya de grande las enseñanzas que le dejaron aquellas vivencias de su infancia, sus juguetes, inventados por su imaginación, tan diferentes a los que el Niño Jesús les lleva a los pequeños de la ciudad grande. Lo cierto es que ellos tampoco han tenido la oportunidad de jugar a contar estrellas en el cielo ni a ponerles nombres de personas a las que titilaban más.

“No pregunte qué tenemos”….

Antes de descubrir su interés en la escritura, José Gerardo Mendoza dedico mucho tiempo al comercio y mucha gente lo recuerda como el feliz propietario de Multideportes Mendoza, una de sus empresas más conocidas de Barquisimeto. Todos los aficionados a la caza podían encontrar lo necesario para esa actividad en la seguridad que allí lo podía encontrar.

“No pregunte que tenemos, díganos qué necesita” – así rezaba su lema comercial del establecimiento ubicado en la avenida 20. La impresión que daba era la de un negocio donde se podía comprar desde una lámpara hasta un elefante de auténtico marfil.

Como empresario- ya lo dijo antes, incursionó en otras actividades donde, igualmente, puso su sello personal y su gran habilidad para hacer negocios productivos.

-No hay secreto para los negocios. Y si existe, tiene que ver con el trabajo y la creatividad para pensar y suponer el éxito- explica Mendoza Durán.

 

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