Biodanza, nutritiva herramienta para la vida

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El sistema Biodanza busca la integración cuerpo-mente-emoción del individuo, mediante la música, el movimiento y el encuentro en grupo, herramientas de vida fundamentales en tiempos convulsionados como los actuales.

Este puente hacia el conocimiento personal permite al participante expresar sus emociones, enriquecer su mundo afectivo y recuperar la alegría de sentirse vivo. Se practica en grupo, en sesiones semanales, y en cada clase el profesor o facilitador ofrece estímulos nutritivos (mediante música armonizadora y danzas integradoras) para generar vivencias en los participantes. La vivencia, entendida como instante vivido con gran intensidad en el aquí y el ahora, se convierte entonces en la fuente central del cambio.

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En nuestro país existen seis escuelas que ofrecen la posibilidad de formarse como profesor de esa disciplina. Una de ellas está en Barquisimeto y fue la anfitriona del II Encuentro Nacional celebrado el pasado fin de semana en la entidad, al cual asistieron unos 110 biodanzantes.

Florelena Pérez Calles, directora de la Escuela de Biodanza Barquisimeto, comentó que el propósito del encuentro fue contar qué se está haciendo desde el movimiento, cuáles son los logros y las propuestas, y también conocer a los nuevos integrantes de las escuelas, cuyo número crece cada año.

Es una idea que nació en Brasil, recordó, porque al ser un país con territorio tan extenso, decidieron hacer diferentes encuentros nacionales. En Venezuela, se celebra cada dos años, el primero fue en Margarita en 2015 y el próximo está pautado en Maracaibo en 2019.
“Me pareció que justamente en estos momentos teníamos que reunirnos, mirarnos a los ojos, mostrar nuestro corazón y decirnos que sí podemos construir una Venezuela que se junta desde el afecto, desde el amor. Hay heridas profundas en el ámbito de la afectividad, por ello debemos estar atentos para que el medio no nos arrastre” apuntó Pérez Calles.
Centroccidente es el “corazón” del país, por eso el tema del encuentro fue la afectividad bajo el lema “Lara abre su corazón y te recibe con un gran abrazo”.

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Agenda diversa

En la ponencia “El profesor de Biodanza y el arte de la facilitación” ofrecida en la primera jornada, Marianela Van Grieken entregó una mirada ontológica sobre el camino posible para “hacer que las cosas sean fáciles, sencillas y profundas”. Enumeró las acciones a seguir para obtener determinados resultados y evaluarlos.

En tanto, Verónica Vergel presentó una innovadora propuesta sobre “Biodanza y Astrología”, que resonó en los asistentes.

La jornada sabatina comenzó con una meditación por Venezuela, guiada por Susana Montesinos. A continuación, la profesora María Marinaro dirigió la actividad “El despertar del ser”, una vivencia profunda e íntima.

Luego, el grupo formado por Rolando Tapia, Johan Uzcátegui, William Zapata y Tamara Gutiérrez de la Escuela Sol de Maracaibo presentó una propuesta abierta titulada “Arquetipos venezolanos”.

Al resaltar la riqueza cultural de nuestro país en la parte mitológica y de leyendas, recogida por investigadores, antropólogos e historiadores, Tapia contó que seleccionaron tres arquetipos por la importancia y el impacto que tienen en la contemporaneidad venezolana: el del héroe visto en Simón Bolívar; el del sanador herido en la figura del doctor José Gregorio Hernández y el de la madre tierra, representado por la leyenda de María Lionza.

Tres personajes exaltados por el inconsciente colectivo nacional.

La patología del héroe

Tapia explicó que el héroe es el gran hombre, el que hace grandezas, entonces es endiosado y se crea un culto en torno a él que muchas veces tergiversa lo que es la figura histórica y lo que nos tiene que decir a los venezolanos.

-Cuando un arquetipo crece de manera desorbitante puede generar una patología, necesitamos ‘sanarlo’, dándole el lugar y el tamaño que esa energía tiene en nuestra historia, ya que hemos hecho un culto, una exaltación a la personalidad que puede ser muy narcisista y devenir en un personalismo, dogmatismo, fundamentalismo que nos cierra posibilidades.

La búsqueda de una nueva mirada desde un paradigma más biocéntrico, donde la vida sea el centro, y los venezolanos entendamos que necesitamos crear una cultura más conectada con la exaltación de la vida, es la mayor luz que podemos entregar al pueblo venezolano desde Biodanza.

Está bien al amor a la patria, es parte de nuestra identidad, pero no podemos exaltarlo a fin de abrazar la muerte, apuntó Tapia.

En cuanto al arquetipo del sanador/herido, explicó que al erigir la figura del doctor José Gregorio Hernández como santo se da un proceso de compensación de la necesidad, la miseria, la falta de salud.

Tapia recordó que el mito de María Lionza tiene todas las características de una leyenda original autóctona, plantea el sincretismo cultural, la mezcla de nuestra cultura, donde hay influencia de ritos, ceremonias y simbolismos africanos, indígenas y españoles. Emerge con fuerza a partir de 1936 producto del proceso brusco de la sociedad rural a la Venezuela petrolera y el éxodo violento; por ello intenta compensar el vínculo con la naturaleza que se está dejando atrás.

Vuelo de mariposa

María Balza, Sol Almao y Mariaenma Díaz, también de la Escuela Sol de Maracaibo, presentaron su trabajo de titulación “Rehabilitación existencial en féminas privadas de libertad”.

Balza contó que durante su formación como facilitadoras de Biodanza se sintieron llamadas hacia la acción social y a instancias del profesor Rolando Toro Acuña, decidieron emprender un proyecto con privadas de libertad del Centro Femenino Licenciada Alexandra Molina.

Allí trabajaron con un grupo de 12 mujeres que estaban en régimen abierto, a quienes ofrecieron un ciclo llamado “Camino a mi nuevo pasado”, con la idea de apoyarlas en cuanto a ese pasado que les pesaba, les dolía, para que aprendieran a verlo desde la aceptación, el amor, el perdón y pudieran darse una nueva oportunidad en sus vidas.

-Luego de ocho sesiones de Biodanza, las chicas lograron iniciarse en el camino de la rehabilitación existencial, sintieron que de esa oruga escondidita en que se encontraban iban a poder llegar algún día a ser mariposas.

Las facilitadoras han hecho seguimiento al grupo, aunque la frecuencia de los encuentros depende del organismo judicial. Algunas de las participantes siguen danzando y una de ellas aspira a comenzar su formación como profesora de Biodanza en la segunda cohorte de la Escuela Sol de Maracaibo en enero de 2018. “Ella asiste a las sesiones de nuestro grupo y es un tesoro que nos nutre muchísimo”, manifestó Balza.

Dar y recibir

Durante su ponencia “La acción social, un camino para el crecimiento sensible de un profesor de Biodanza”, los integrantes de la Escuela Metropolitana (Caracas), dirigida por la profesora Trina Patiño, instaron al grupo a construir una definición colectiva: la acción solidaria de dar y recibir en amor.

Además contaron la experiencia de ofrecer sesiones abiertas de Biodanza en el Parque del Este Francisco de Miranda, en un ancianato y en una organización de personas de la tercera edad.

En tanto, Iris Colina aportó una visión científica en su disertación “Una vivencia desde la soledad creativa”.

La poesía llegó al encuentro con un sentido recital poético a cargo de Marisol Carrero con textos de su nuevo libro “Pieles en tránsito”.

Ritmo y mestizaje

Ylse Lemus dirigió la vivencia “El ritmo del mestizaje” como un reconocimiento al ser humano venezolano y la integración del fenómeno que sucedió a partir de 1498 cuando Colón llegó a estas tierras y empezó la mezcla interracial que da origen al venezolano actual.

-Con esta propuesta busco la integración de la identidad y el reconocimiento de que somos todas esas razas. Somos todas esas energías porque esa herencia viaja con nosotros a través del inconsciente colectivo y en nuestro ADN.

Lemus recordó que desde esa época el país ha vivido un divisionismo; luego del descubrimiento ocurre la guerra de Independencia liderada por los blancos criollos, sin embargo los otros grupos raciales no querían participar porque consideraban que era un asunto de los blancos, no sentían esa guerra como algo propio.

-Las divisiones continuaron hasta muy entrado el siglo 19, también se evidenciaron durante la Guerra Federal y hasta en la época de bonanza de la Venezuela contemporánea. Esa bonanza no dejaba ver el caos, pero cuando este “toca tu barriga” el divisionismo se hace presente y lo estamos viviendo hoy muy fuertemente.

La invitación es a sentir que la propuesta del otro es legítima, tanto como la tuya, a no rechazarla, a integrar todas las corrientes porque hay puntos en los cuales todos estamos de acuerdo: somos venezolanos, queremos la abundancia, alimentarnos bonito, tener salud, obtener medicinas a tiempo, sentirnos seguros, no tener miedo de salir a la calle, porque Venezuela es nuestra casa.

Lemus explicó que la integración de una persona comienza con el sentir, luego logra alinear su pensamiento, o sea, piensa y siente igual; luego piensa, siente y actúa igual; eso inevitablemente incide en sus palabras porque siente, piensa, actúa y habla de una misma manera, con coherencia, que es una energía potente que de una u otra manera vibra en el otro.

Somos seres vibratorios, apuntó Lemus, nuestra esencia vibra, perenne y constantemente, y de acuerdo a cómo vibres, vas a atraer o a repeler. Lo que se trata es de hacer vibrar a las 110 personas que estuvieron acá para que reproduzcan esa vibración allá afuera.

¡Y vaya qué lo logró! El salón entero vibró al ritmo del mestizaje y la magia se hizo presente en cada uno de los participantes.

El cierre del encuentro estuvo a cargo de las facilitadoras de la Escuela de Biodanza Barquisimeto, con una vivencia cargada de afectividad y la promesa de llevar esta metodología hacia diversos espacios.

Suspiros del alma

Yajaira Díaz llegó a Biodanza “enferma del cuerpo y del alma”.

“Padecí de cáncer, con un sistema inmune debilitado o al menos eso fue lo que me hicieron creer los médicos, cuya palabra era santa. Sufrí dos accidentes cerebrovasculares”, recordó.

-No solo mi cuerpo estaba enfermo sino también mi alma. Pienso que lo primero que enferma es el alma, después comienza la somatización de estas dolencias porque el cuerpo grita lo que el alma ya te ha dicho mucho y no has escuchado. El cuerpo es la voz del alma, me enfermo porque mi alma ya no aguantaba más y una forma de expresarlo fueron las tumoraciones y otros síntomas físicos. Es entonces cuando comienzo a escuchar a mi cuerpo y a amarme, a valorarme, a saberme sagrada, a entender que la vida no es un encuentro solo con Dios sino con el otro.

Mi encuentro con la Biodanza ha sido de rehabilitación, de armonización, un reencuentro con la vida, con lo que estaba allí disperso, suspirando. Es como haber hallado un tesoro dentro de la diversidad de situaciones que había en mi vida, porque en ella conseguí el valor de mi sacralidad, expresó en tono suave pero convincente.

-Yo tenía potenciales biológicos, mentales y también espirituales, del alma, pero necesitaba un impulso que me ayudara a integrarlos. Estaban en mí, pero no los veía o no me los creía.

Yajaira formó parte de la congregación de las Carmelitas Descalzas, en cuya doctrina encontró a un Dios no lejano sino uno que está dentro de su ser. Esto, dijo, le dio la fuerza para ver la vida como un caminar más glorioso hacia su meta que es vivir.

El caso de Yajaira Díaz fue presentado en el trabajo de grado “Efectos de Biodanza en la rehabilitación de una sobreviviente de cáncer de timo y regulación de enfermedades autoinmunes” por María Inés Collao y Mónica Jordán, de la Escuela Sol de Maracaibo.

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