Alirio Infante: El premio más grande es el momento de la creación

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El estante de los juguetes del Infante… La ciudad del piano amarillo… Como un sueño…Mensajero… La casita… Armonía y paz el día que se encontraron…Se acerca el momento… Es un poema de amor que se eleva entre dos lunas… Salto a la luz… Un caballito para jugar… Colibrí…Vuelo azul… Salto atrás…Disfrutando mi libertad… Pez…Sueños… Gato…. El juego…

Los títulos de las obras que el artista plástico Alirio Infante le colocó a cada una de ellas, y que podemos observar y disfrutar en su última individual Vuelos de Infante, en el Ateneo de Cabudare, son las partidas de nacimiento de su mundo espiritual, cosmogónico, reflejo del crecimiento personal, un proceso que viene desde muy adentro y desde hace muchos años.

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Los caballos, nobles por lo que representan: la libertad, la utilidad que le han dado al ser humano para el trabajo o la comunicación, es una constante en su propuesta. Luego se añaden otros elementos que enriquecen o redondean el mensaje como la bicicleta, el papagayo, la perinola, el yoyo, la pelota, el avión, el trompo, el barco, el circo, el carrusel, los símbolos de la cábala, las nubes, el sol, la luna, los trenes, los ojos que te ven y te siguen, las humildes casas, los mapas, más animales… todos envueltos en colores intensos, cálidos, contrastes que se convierten en una orgía visual erótica.

-Los animales tienen una gran relevancia en su mundo creador. ¿Qué expresa a través de ellos?
-Ellos siempre están allí, secundándonos. Tienen muchos que ver con nosotros, con lo que nos gusta, con la vida cotidiana.

Para mí el caballo es un símbolo de libertad, juego, sueños. Este animal tiene una historia muy hermosa, desde el unicornio, pasando por el pegazo, hasta su utilización en guerra épicas. Mis caballos son también para los niños, los que están en el circo, en los juegos. Ellos cuentan historias que llevan por dentro, están llenos de objetos, rodeados de cosas pero salen de ellos. Casas, aviones, barcos, papagayos, aves, tienen que ver con los sueños que tenemos todos los días y que nunca nos abandonan.

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Uno de los intereses de mi obra, recalca Infante, es rescatar en el mundo adulto ese gusto por el placer de admirar la luna, una estrella, el sol, las nubes…

-¿Es importante que nos reconciliemos con el universo?
-Mis cuadros tienen muchas lunas, noches, el cielo, la naturaleza, son las cosas más comunes e importantes que nos rodean, nos llenas la vida de gracia. En las cosas más sencillas está Dios. Soy un buscador, y esos elementos que me dan sensaciones, hacen que me encuentre con Dios, con el amor, el universo. Esa cantidad de cosas que van y vienen, que aparecen y desaparecen, están y no están, forman parte de uno, no se pueden botar por la borda, a consecuencia de la tecnología. El amor, la comprensión, la armonía, la paz, están en las cosas más simples.

-¿En Vuelos de Infante hay una búsqueda espiritual, o ya alcanzó el nivel superior a través de cada una de sus obras?
-Gracias a Dios he recibido premios y reconocimientos, pero el premio más grande es el momento de la creación. Yo no creo en musas ni inspiraciones, la creación es un contacto con el universo, con Dios, es el momento en que percibes su existencia. Cuando llegan esos elementos y te transportan, se contagian de esa armonía universal, y te sientes un integrante más de toda esa naturaleza y estás hecho de polvo de estrella, de la luna, del sol, del aire, del mar… Ese momento no se puede sustituir por cualquier premio que te hayan dado en el mundo.

-¿Es decir que cada cuadro suyo refleja un contacto con Dios?
-Claro que sí. Yo no pinto todos los días. A veces paso semanas sin ver al lienzo, y de pronto me vuelco hacia un cuadro. Para mí pintar no es trabajar, comer, dormir. Para mí ese momento es algo muy especial, es particular. Es una comunicación con el universo entero. No es un proceso mecánico. Es decir, yo soy pintor y tengo que pintar todos los días de tal hora a tal hora.

Yo me levanto todos los días a las cinco y media de la mañana, y desde hace 12 años, hago meditaciones porque soy estudioso de la cábala. Soy respetuoso de todas las religiones, pero no hacemos nada creyendo en Dios, si no tratamos de mejorarnos por dentro. Todos los días nos merecemos una sonrisa, compartir las situaciones que cotidianamente nos pasan, esforzarnos para que nuestra fe permanezca, la entereza, la integridad, la verdad como estandarte. Por qué el ser humano está tan vacío, porque está buscando afuera lo que debemos hacer dentro de nosotros.

-¿Si no hubiera sido artista plástico, qué sería?
-Un monje retirado en un monasterio, o realizando algún trabajo que ayude a la gente. Me encanta compartir y ser solidario con los demás.

-¿Qué ha descubierto en la cábala?
-Me he descubierto a mí mismo, o mejor dicho, me he ido descubriendo de lo que soy capaz y de qué no. Debo andar por un sendero para hacer bien las cosas, no por mí sino por los demás, por todo lo que me rodea. Lo cabalístico, siempre se refleja en mis pinturas. Los ojos que siempre te ven, se repiten.

-¿Los ojos reflejan los juicios a que nos someten?
-¡Si tú haces bien las cosas, no tienes problemas con tu conciencia. Uno sabe lo que hizo o lo que dejó de hacer. En realidad no hay que rendirle cuentas a nadie. El Dios en el cual creo no juzga, ni castiga, no doblega. El que se castiga es uno mismo. Los seres humanos hemos perdido muchas cosas, sobre todo por el temor. El miedo ha hecho que perdamos cosas buenas, por agarrarnos de cosas malas creyendo que nos van a salvar, y es uno mismo el que se salva, si quiere.

Conócete a ti mismo, es uno de los lemas de la cábala o de cualquier otra doctrina filosófica, espiritual… Me gusta estudiar la simbología de la cábala y la uso en mis cuadros. Aquellas personas que saben lo que es, reciben el mensaje, a quien no le interesa esa corriente, el símbolo es usado como elemento plástico. La cábala, parte de la Torá y la gran diferencia es que acepta todas las religiones, no es discriminatoria, pero Dios es uno solo. La energía universal que mueve es Dios.

-Sus obras son un deleite de colores para la retina. ¿La selección es meditada o instintiva?
-Yo soy académico, vengo de una Escuela de Arte como la Cristóbal Rojas con una formación amplia y profunda. Entre mis profesores tuve a grandes artistas y premios nacionales como Alirio Rodríguez, Gabriel Bracho, Guevara Moreno, Régulo Pérez, Edgar Sánchez, Pedro León Zapata… puro lujo que aunque no me hayan enseñado a pintar, me enseñaron a pensar, a resolver el espacio en blanco y a manejar el lenguaje de la pintura.

Yo trabajo los colores por contraste complementario, es decir, que un color colocado al lado del otro, lo que produce la mayor frecuencia para llegar al ojo. Utilizo los contrastes, la saturación, la sobreexposición, pero sobre un fondo de un solo color, lo que permite que por más colores con que juegues, no se desvirtúa la obra. Si al espectador no le llega el mensaje del color, le llega el de la forma. Pueden llegar al mismo tiempo ambos o uno conducir al otro.

Hay cuadros que se elaboran en años y hay otros que se hacen en horas. El que se llama Disfrutando mi libertad, es uno de mis favoritos, es un caballo totalmente libre. En el proceso de elaboración, lo agarraba, lo acostaba, lo paraba, le pasaba la mano, lo abrazaba. No se sabe si se mueve de día o de noche, no tiene luna ni sol, si sale de un bosque o entra, si emerge del agua o entra a ella. Para mí fue un disfrute hacerlo, y verlo.

-¿Qué lo mueve a crear: la religiosidad o la espiritualidad?
-La espiritualidad, el contacto con el universo. La mayoría de mis cuadros salen solos, no son intencionales.

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