Leonardo Padrón dedicó su columna de opinión a estudiante que le dijo la verdad a Maduro

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Este jueves el escritor venezolano, Leonardo Padrón, dedicó en su columna de opinión un espacio para hablar sobre la estudiante de Guarenas que le dijo la verdad de todo un país al presidente Nicolás Maduro, durante el programa dominical del Jefe de Estado.

La joven de 16 años de edad le dijo “en vivo y directo” a Maduro que su escuela está sufriendo la escasez de alimentos que agobia a los venezolanos en la actualidad, la inseguridad que tampoco está ausente en cualquier calle del país, y también le comentó sobre el deterioro de las instalaciones educativas.

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A juicio de Padrón, la voz de la adolescente es lo que sienten todos los venezolanos en la actualidad.

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A continuación el texto íntegro publicado por Leonardo Padrón:

Pasó un domingo, día feliz para cualquier estudiante del planeta porque no hay pizarrón ni escrutinio. Pasó frente a las cámaras de televisión, lo que entrañaba el posible fogonazo de una fama fugaz. Pasó ante el Presidente de la República, que no es poca cosa, sino todo, porque ante él uno quisiera decir lo que nos falta e indigna, lo que nos mata, lo que nos ha vuelto penumbrosos. La estudiante, diáfana en sus 16 años, nítida en sus mejillas, se hizo voz de todo un colegio, más aun, de un país entero con todos sus kilómetros cuadrados de agobio y penitencia.

 

Una estudiante que no ostentó carnet de la patria alguno, sino su simple carnet de estudiante del Liceo Benito Canónico de Guarenas. Una estudiante, con sonrisa de arcángel, que ha hecho el milagro de sanar las heridas de su colegio en dos minutos treinta segundos de honestidad comunicacional. Dulbi Tabarquino, en la recta final de su bachillerato, tuvo su oportunidad de oro y, con el respeto que supone dirigirse a la autoridad máxima del país, y quién sabe si con su corazón “bolivariano y revolucionario” (que así categorizó al gobierno), hizo una rápida lista de los agravios que sufre el liceo donde estudia. Habló de su arruinada estructura física, de los robos cotidianos, de la falta de comedor para “450 estudiantes que no tenemos ni desayuno ni almuerzo en el liceo”. Y entonces Maduro, magnánimo y horizontal, campechano al modo Chávez Frías, le preguntó por qué no tenían comedor. Ella tartajeó una sonrisa, miró a su izquierda como pidiendo permiso y soltó el latigazo: “Nos suspendieron el sistema hace dos años” (¡dos años!). Maduro, cómplice, proactivo: “¿Y ustedes que han hecho?” Dulbi restalló otro latigazo: “Hemos hecho las solicitudes, pero no hemos tenido respuesta”. Una frase idéntica a la que millones de venezolanos pronuncian cada vez que reclaman una ineptitud gubernamental. Maduro, solidario, tutor de sueños, brincó al instante: “¡No se pueden quedar en la solicitud, ustedes se tienen que movilizar, ir a la calle, que se sienta su palabra y conquistar sus derechos en la batalla!”. Ohh.

 

Crujieron los televisores.

 

Levantaron vuelo los pájaros de los árboles.

 

Se detuvieron los vehículos en el hombrillo.

 

Las rotativas pararon.

 

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