Conflictos asociados a protestas pueden causar estrés postraumático

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Desde abril cambió la cotidianidad de los venezolanos. La población decidió salir en masa a manifestar, sabiéndose asfixiada por la crisis y, luego, con el anuncio gubernamental de la realización de una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) se sumó otra razón para afianzar la lucha en la calle.

El calendario avanza y ha dejado atrás casi cuatro meses en los cuales las noches terminan con un inventario de cierres viales como medida de protesta, personas detenidas por organismos represores, heridos y, en los peores casos, con asesinatos.

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Por la exposición a un ambiente de conflictividad social como este la población puede llegar a padecer dos cuadros psicológicos: la desesperanza aprendida y el síndrome de estrés postraumático.

El primer término se refiere a “un fenómeno donde el sujeto pierde la capacidad de reaccionar, porque llega a la conclusión de que no existe una relación entre sus acciones y lo que está pasando en el entorno, es decir, termina por creer que nada de lo que hace funciona”, define la psicóloga Yubiris Terán, una de las fundadoras de Red ApoyaT.

Aclara Terán que la desesperanza aprendida viene dada en mayor medida por la crisis social general más que por las manifestaciones antigubernamentales en curso, porque surge, sobre todo, cuando la persona se frustra ante la dificultad para satisfacer la necesidades básicas por la escasez o porque el poder adquisitivo es insuficiente.

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Hay experimentos, amplía la especialista, que prueban cómo se induce la desesperanza en un tercero, a entender, “frustrando sistemáticamente al sujeto sin que haya una predictibilidad en esa conducta punitiva. No es predecible y no obedece a ninguna lógica”.

Esto es, por ejemplo, cuando una madre reprende a su hijo independientemente de su estado de ánimo y sin motivos mayormente. Por esa reacción impredecible de la madre, el hijo cree que nada de lo que haga va a satisfacerla y se frustra.

En cuanto al estrés postraumático se trata de una condición característica de quienes experimentan una situación que excede su capacidad de afrontamiento como la conflictividad social, un accidente de tránsito, la muerte inesperada de un ser querido o un abuso sexual.

Sucede, explica la especialista, que las personas tienen habilidades distintas de afrontamiento, pues “por su relación social no han vivido un evento de impacto y cuando entran en contacto con esa situación desconocen cómo afrontarla; mientras que hay otras personas que pueden haber vivido o experimentado eventos violentos y cuando se les presentan de nuevo tienen la capacidad de superarlo”.

Biológicamente, abunda el psicólogo Lennys Luque, también colaborador de Red ApoyaT, “cuando se presenta este trastorno comienza una descomposición, por decirlo así, a nivel orgánico. Por ejemplo, hay glándulas que comienzan a perder neuronas”, y por eso, se reduce la capacidad del manejo de emociones.

¿Quiénes lo padecen?

La población más propensa a sufrir este trastorno es según la edad los adultos mayores y los niños; de acuerdo con el sexo, las mujeres; y respeto al plano social, las personas de escasos recursos y bajo nivel académico.

Científicamente, existen seis tipos de víctimas, tal como lo enumeró Terán: las de primer grado son personas que sufren el impacto directo; de segundo grado, los familiares directos del afectado; de tercer grado, equipos de primera respuesta como Rescate Barquisimeto durante las protestas, porque prestan la ayuda inmediata en el momento más crítico; de cuarto grado, la comunidad afectada por conocer el suceso; de quinto grado, comunicadores sociales, por estar expuestos a imágenes del conflicto constantemente y también los profesionales que atienden a las víctimas como los psicólogos. Finalmente, las de sexto grado son los venezolanos que viven en el extranjero, puesto que siguen desde la distancia la situación del país, incluso, con mayor intensidad.

Pese a esta clasificación, recalca la entrevistada, “la magnitud del trauma viene dada por la brecha existente entre las capacidades de afrontamiento para el evento al que uno se expone”. Por eso, ser víctima de sexto grado no significa necesariamente sufrir el trauma con menor intensidad.

¿Cómo se manifiesta?

Los síntomas del estrés postraumático como la sudoración excesiva, palpitaciones o insomnio pueden surgir de inmediato o hasta un año después del acontecimiento traumático. Inicialmente, se cataloga el padecimiento como estrés reactivo. Si no desaparecen los síntomas al cabo de uno o dos meses sí empieza a considerarse el diagnóstico de estrés postraumático.

“Con muchas de las víctimas de estrés postraumático parte de los síntomas es la conducta de riesgo. Vemos por lo general los muchachos que se exponen y sufren agresiones, algunos se inhiben y los que no lo hace vuelven a hacerlo y con mayor intensidad, porque existe la necesidad de reivindicar un derecho y cada vez es mayor la necesidad, porque cada vez es más lo que hay que reivindicar”, complementa Terán.

Cuando el trauma viene dado de manera casual, amplía la psicóloga, como en el caso de un terremoto es menos fuerte el impacto. En cambio, si se da en un contexto donde quien está ejerciendo el daño lo hace de manera voluntaria, como ocurre con la represión durante las protestas, la conmoción es mayor.

Si el estrés postraumático no se trata, advierten los especialistas, el individuo puede llevarlo a cuestas durante 10, 20 años o la vida entera. Ocurre, argumenta el psicólogo Luque, porque todo evento traumático produce una memoria emocional. De modo que un elemento disparador posterior hace que se despierte y el cuerpo empieza a experimentar las mismas sensaciones.

Frente al panorama complejo social y político, aconseja la psicoterapeuta de adultos y adolescentes, es importante tener en cuenta que las soluciones no llegarán en corto plazo y remata: “Si yo me empeño en conectarme con el caos y no soy capaz de conectarme con momentos de disfrute mi salud mental definitivamente está en riesgo”.

Ayuda psicológica

La Red ApoyaT es una alianza de psicólogos, psiquiatras, psicopedagogos y terapistas del lenguaje formada en Barquisimeto para ayudar a las personas que se sienten afectadas emocionalmente por la conflictividad actual en el país.

Trabajan con la psicoeducación de los ciudadanos para el afrontamiento de la crisis, dan atención primaria a pacientes (niños o adultos) de estrés postraumático y facilitan lo que denominan en la organización como “primeros auxilios psicológicos” mediante reuniones terapéuticas grupales o individuales.

Además de participar en las asambleas ciudadanas planificadas por la ONG Funpaz, ofrecen consultas gratuitas todos los sábados, de 10:00 a 12:00 del mediodía, en el Colegio de Abogados del Estado Lara.

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