Edgar Zambrano: El país está en guerra civil de baja intensidad

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Edgar Zambrano no podía creer que al momento de defender su tesis como abogado, lo hiciera al lado de una de sus hijas, que también optaba a idéntico título en la misma universidad.

Así lo contaba el diputado a la Asamblea Nacional por el estado Lara y vicepresidente nacional de Acción Democrática, invitado al Foro-Desayuno de EL IMPULSO por el Director General, arquitecto Juan Manuel Carmona Palenzona; y el Director Editor, José Ángel Ocanto.

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-Cuéntanos tu vida

-Nací en la calle 60, entre 13B y 13C, frente a la iglesia Cristo Redentor. Mi madre, Lucila de Zambrano, era oriunda de La Vega de la Pipa, municipio Junín, del Táchira. Y mi padre, José de los Santos Zambrano, era nativo de Táriba, municipio Cárdenas, de aquel estado. Ella era ecónoma y él conductor de un autobús. En busca de una mejor vida se vinieron en 1954 a Barquisimeto. Soy el mayor de los hijos, ya que mis padres tuvieron dos hembras: María Elena y Ediluz. Mi padre tuvo otros cinco hijos.

En esta ciudad, mi madre fue dirigente sindical y mi progenitor conductor de un camión de una cooperativa.

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Al año de nacido fui llevado a San Cristóbal. Estudié primaria en la escuela Dr. Leonardo Ruiz Pineda, en la Unidad Vecinal. Empecé el bachillerato en el liceo Gonzalo Méndez, seguí en el Román Cárdenas, donde di mis primeros pasos en la política con Walter Márquez. Y por último fui a dar al liceo Pedro María Morantes, en el municipio Sucre, del estado Zulia, donde hice mis últimos dos años y fui presidente del Centro de Estudiantes.

Fiel a la tradición andina jugué fútbol y practiqué ciclismo. Además, participé en el grupo teatral Apocalipsis, que montaba obras que reflejaban la realidad social de esa comunidad del sur del lago. Sobre todo, la situación de los zafreros de la caña de azúcar del Central Venezuela, el más importante del país, y de los trabajadores de la industria láctea.

Mi familia siempre fue muy activa en la política. Una vez que se produce la división que dio origen al Movimiento de Izquierda Revolucionaria y al Movimiento Electoral del Pueblo, muchos de mis parientes se inclinaron por cada una de esas organizaciones; pero, nos mantuvimos unidos. Aprendí, desde muy temprana edad, la tolerancia y la mantengo como conducta permanente.

Cultivé la lectura, especialmente la relacionada con la conducta humana, la sociología y la política.

Cuando regreso a Barquisimeto lo hago para estudiar en el Ciclo Básico Superior, porque quería ser profesor de Educación Física y luego comienzo en la Universidad Simón Rodríguez a estudiar Educación Especial.

Pero, mi intención principal era cursar sicología, sin embargo no pude hacerlo porque esa carrera solamente podía cursarse en Caracas.

Me casé a los 22 años con Nubia Burgos y con ella me convertí en padre de mis hijas Sue Lucelia y Solei Lorena. Tuve que trabajar y lo hice en la Procter & Gamble, donde realicé los cursos del sistema de multihabilidades y de formación técnica. Por espacio de veinte años fui dirigente del sindicato de esa compañía, el cual fue referencia nacional, porque no sólo logró beneficios para los trabajadores sino para sus familiares. Se llevó a efecto una política social muy significativa como era el de ganar tanto para la empresa como para sus empleados.

Dejé la empresa, en el año 2000, cuando resulté electo por primera vez diputado a la Asamblea Nacional, en la cual llevo ya dos períodos y medio.

Hago vida marital con la Dra. Sobella Mejías, exrectora del Consejo Nacional Electoral.
Y he tenido la satisfacción de haberme graduado de abogado, en la Universidad Fermín Toro, junto con una de mis hijas y defender al lado de ella mi tesis.

El ejemplo de Dori

-Dentro de su formación en Acción Democrática, ¿qué significado tiene para usted, Dori Parra de Orellana?

-En estos tiempos de crisis, de ausencia de valores y pérdida de la ética política, la personalidad de Dori Parra de Orellana significa, no sólo para mí sino para la generación que creció a su lado y para la que estuvo bajo su dirección, el ejemplo viviente de cómo hacer responsablemente activismo partidista y de cómo la política tiene que ser el ejercicio de mayor vocación de servicio para la sociedad. Nos infundió la pasión del trabajo ininterrumpido por buscar el mayor nivel de vida de la población, sin pensar en retribución alguna. Y una vez que cumplió funciones de gobernante –la primera mujer en ocupar la jefatura gubernamental de su estado- no dejó ni un instante por pensar en el bien de los demás. La acción social la desarrolló con la fundación Alberto Carnevalli, a través de la cual se dedicó a la enseñanza política y a formar el pensamiento democrático de los jóvenes. Y su dimensión humanitaria la llevó a enrolarse en una prestigiosa institución de servicio para continuar visitando barrios y comunidades, con el fin de llevar ayuda a personas necesitadas. Dori es la referencia más importante de la mujer honesta, responsable, eficiente, sensible, incansable, combativa y democrática de Lara. Y su recuerdo es imperecedero.

Necesidad de conciliación

-Su experiencia como dirigente sindical, ¿qué le indica la situación por la cual están atravesando los trabajadores?

-Hemos planteado desde hace mucho tiempo la necesidad de una conciliación entre trabajadores, el Estado y el sector privado, para crear las condiciones que permitan la recuperación del aparato productivo y reactivar los parques industriales, tras la desaparición de más de 5.000 empresas importantes. Los desafueros de este Gobierno acabaron con el sector primario de la producción y destruyeron el agro.
-Al empresariado se le obliga a cumplir todas las obligaciones; pero, el Estado, que es dueño de empresas, no tiene una unificación de beneficios para sus trabajadores. ¿No es demandable ese incumplimiento?

-El principio universal establece que para igual trabajo, igual salario. La inteligencia hace que haya una relación patrón-trabajador de ganar, ganar para ambas partes. Pero, el Estado tiene una disminuida capacidad productiva y un caos en toda su estructura.

-Pero, esa situación ha devenido registrándose en los últimos quince años…

-En ese transcurso del tiempo, el maltrato, la inequidad y la persistencia en el error de las políticas económicas, políticas y sociales se está reflejando en que la mayoría del pueblo esté en este momento en la calle, exigiendo, cívicamente, un cambio.

Tolerancia y saber escuchar

-No es fácil participar en la política cuando existe una ruptura en las instituciones públicas. ¿Cómo se siente frente a esta situación, donde prima la intolerancia del Estado?
-El político que no es tolerante no tiene capacidad para entender no solamente la evolución de los hechos, sino los factores que impulsan la fuerza de esos hechos en un ámbito político que cada vez es más dinámico. Y si carece de capacidad para escuchar, entonces, no tendrá excusa sobre su responsabilidad ante la sociedad a la cual está obligado a servir. Para tener éxito en política, entre otras variables que forman parte de su crecimiento, está escuchar las más severas críticas, aunque sean dolorosas, porque quienes se las hacen es porque están pendientes de su proceder. Si toman en cuenta lo que hace ese político es porque afecta a la gente. Yo soy tolerante y escucho porque tengo formación y educación política desde muy temprana edad. Los andinos – y mis raíces son de los Andes- son muy centrados a la hora de emitir opinión. Es por ello que esos principios se los aconsejo a los muchachos de mi partido y a los jóvenes que están en el parlamento.

-Usted es un diputado que interviene poco en el debate. ¿Por qué ha preferido las comisiones especiales?

-He tenido la suerte de estar en la dirección de la fracción de mi partido y en la Mesa de la Unidad Democrática. Eso me obliga a desprenderme del ego para distribuir funciones a los parlamentarios. Me ha tocado conciliar y administrar los derechos de palabra. Y tengo participación activa en diferentes comisiones. Ahora bien cuando me ha tocado intervenir, sin vanidad alguna, he sido escuchado con atención.

-En la represión brutal a los manifestantes se han producido muertes como las de Peñaloza y Arévalo, sobre las cuales el Gobierno ha señalado que fueron ocasionadas por los morteros que ellos accionaban. La Fiscalía desmintió esa versión en el primer caso y se investiga la segunda muerte. ¿Cómo observa esta situación?

-El país se encuentra en este momento en el curso de una guerra civil de baja intensidad. La preocupación de los ciudadanos ya ha desbordado las calles para exigir públicamente sus garantías constitucionales y sus derechos políticos que les están negando absurdamente en grave violación a la Constitución. El Estado, en vez de atender el clamor de la sociedad civil, ha demostrado una conducta oprobiosa, inhumana, sumamente agresiva y extremadamente ha abusado del poder. No solamente ha sacado a la calle a las fuerzas represivas para que actúen con fiereza sino también a los operadores de justicia con el fin de que incriminen a quienes disienten de la política oficial.

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