La realidad política venezolana ha dado un giro de 180 grados con el resultado del pasado 15 de octubre. El gobierno, que tiene el repudio de más del 70% de la población, resultó vencedor por amplio margen en las elecciones regionales y la ciudadanía se pregunta por las razones que produjeron la derrota de la MUD.
Para la ciencia política, una elección no se estudia solamente por el resultado, sino que constituye un proceso complejo que se inicia desde el mismo momento en que se convoca la elección y culmina con la publicación de resultados y la resolución de las impugnaciones ( si estas ocurren). De tal manera que concentrarse sólo en el resultado, constituye un análisis incompleto.
En el análisis es necesario considerar algunos factores determinantes de este proceso electoral y que están signados por la parcialidad del árbitro, que se tradujo en decisiones tomadas al margen de la Ley Orgánica de Procesos Electorales, que comprometieron las opciones de los factores agrupados en torno a la MUD.
Uno de estos factores fundamentales fue el impedimento de utilizar la tarjeta de la MUD, marca exitosa de otras elecciones y que los electores identificaban fácilmente. Esto obligó a los partidos a acudir con sus propias tarjetas, diluyendo el potente mensaje unitario.
Por otra parte, esta elección fue convocada sin que el CNE publicara el cronograma electoral y esto impidió que los partidos opositores pudieran organizarse con anticipación.
La inexplicable “nucleación” de centros, en los que la oposición había ganado cómodamente en anteriores procesos a pocas horas de la elección, sin duda enrareció el ambiente electoral.
La abstención que rondó el 50%, se corresponde con el histórico de la participación en comicios regionales, pero en esta oportunidad, tal como ocurrió en las regionales de 2012, terminó pasándole factura a la oposición. Por si fuera poco, en el llamado a la abstención coincidieron los opositores radicales y el gobierno, lo que impactó negativamente los niveles de participación electoral. Contra todo pronóstico, ahora la minoría es mayoría y la mayoría es minoría. Una paradoja en toda regla.
Robert Dalh explica que, si dentro de la cadena de la elección, uno de sus eslabones falla, estamos en presencia de una elección no democrática, cuya consecuencia es inquietante porque apunta a que su resultado no necesariamente va a expresar la voluntad popular.
Entre los elementos indispensables que componen la cadena de la elección se encuentran las garantías como el poder de decisión de los ciudadanos, la inexistencia de limitaciones al voto, la libertad en la formación y expresión de preferencias, y el empoderamiento de los electores a través del resultado, es decir que los gobernantes electos verdaderamente puedan ejercer el mandato otorgado. Estos elementos suponen la ausencia de intimidación, represión y coacción hacia los electores.
Tomando en consideración las manipulaciones antes descritas y la amenaza de reversión de facto de la victoria de los gobernadores opositores, estaríamos en presencia de una elección en la que no fue posible la expresión de la voluntad popular.
Tampoco el resultado constituye una victoria total para el gobierno, porque no logró legitimarse ante la comunidad internacional. Por el contrario, los principales actores con mayor peso geopolítico han objetado los resultados. El grupo de Lima, compuesto por 12 países, expresó de manera contundente las condiciones de “intimidación, obstáculos, manipulación e irregularidades que caracterizaron los comicios” y exigieron una auditoría total de las elecciones.
La MUD tampoco la tiene fácil porque su silencio en las horas que siguieron a la difusión de los resultados da cuenta de sus divisiones internas y de su falla de origen de desdibujarse en el momento en el que le toca enfrentar escenarios adversos, pero que son perfectamente predecibles. La necesidad de reorganización y de acumulación de fuerzas para lograr condiciones más justas y observación internacional para próximos comicios es una tarea urgente.
Lo cierto es que la crisis política avanza y por esto es necesario afianzar la lucha electoral, rescatar el valor del voto y deslindar a los factores democráticos de los que continúan apoyando la vía insurreccional.
