FOTOS Solo en Venezuela la vida ya no tiene sus rutinas comunes por largas colas

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En el país lo único que rinde son las colas y Barquisimeto no es la excepción. El gobierno con sus políticas erradas ha ocupado el tiempo de las personas en apilarse en fila india para hacer lo que sea. Pagar la luz, comprar comida, agarrar transporte, surtir gasolina, pagar el agua, comprar pan, esperar el gas, ir al banco, comprar medicina, convalidar un reposo, cobrar la pensión, sacar la cédula o pasaporte, legalizar o apostillar un documento, incluso enfermarte te conlleva a hacer colas.

La vida ya no tiene sus rutinas comunes. No hay raciocinio en el día a día. Las personas son zombis en diligencias. Ya lo normal se desconoce. Se dura horas, horas, horas y horas en una cola que nunca avanza o al final se cae la línea. La única que no hace cola es la ineficiencia, pasa libre por donde quiera. Lo insólito es que allí, en la cola, las personas se conocen más, hablan más; comparten sus deudas, sus quejas, pesares y chistes de la crisis.

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Nancy Muñoz, vive en el centro de la ciudad. Sale de su casa a las seis de la mañana, para poder estar entre las primeras en la oficina de Corpoelec, al llegar ya hay al menos 10 personas, allí comparten sus cuentos. Se acompañan en la soledad e inseguridad y hacen su cola. A las 8:00 a.m. cuando deberían abrir las taquillas, no lo hacen, demoran unos treinta minutos más. Cuando al fin se dignan a abrir la puerta solo sale un vigilante e informa: “no hay línea, ayer tampoco hubo, deben esperar o venir mañana temprano”, ya no son 10 personas son al menos 50 personas, que no trabajaron. Madrugaron y rezaron para poder pagar la luz. La irritación en las personas se vuelve quejas, gritos protesta. Solo queda resignarse y seguir viviendo la patria.

El gobierno domó al pueblo para hacer colas

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Con la comida no es diferente. En la Cooperativa Cecosesola, hacer cola es indispensable para adquirir alimentos. Ángel Montero, compra allí, ¿por qué? “es donde puedo encontrar a veces productos de la canasta básica, que no encuentro en la calle, y son un poco ¡solo un poco! Más accesibles. El numero para poder comprar lo busco los miércoles, al llegar hago una cola de unas 300 personas para recibir el numero. Al día siguiente, toca otro maratón llegar temprano, hacer nuevamente otra cola para entrar y ahora si poder comprar lo que con suerte encuentre”.

Venezuela es un país que tiene extrañezas que no tiene el resto del mundo; solo en Venezuela se entra a una panadería a preguntar si hay pan, aunque a veces la pregunta sea burda; porque si hay o no pan en las panaderías se sabe antes de entrar: si hay o no cola en la entrada: lo responde.

Las personas al movilizarse en transporte público, no escapan de la realidad; la situación país tiene al borde del abismo al sector transporte, lo que se resume en menos unidades para el servicio. Basta con estar en la avenida Vargas a las 6:00 de la tarde para ver las interminables colas, que no tienen comienzo ni fin.

La Casa del Proletariado en la avenida Libertador, es evidencia de las colas también (es centro de acopio para la venta del gas domestico). Cualquier día a cualquier hora se pueden ver las largas colas de habitantes de las comunidades adyacentes que esperan poder comprar una bombona. Muchas veces están colas son abolidas por una sola respuesta: “no hay gas”, lo que desencadena diversas protestas y trancas de vías en la zona.

El efectivo es necesario para todo. Movilizarse. Comprar algo económicamente. Respirar. Para todo es imperioso tener efectivo. Pero encontrarlo es un suplicio; los bancos son muestra de ello, cualquier banco. Cualquier sucursal, por lo general tiene unos diez cajeros automáticos, de los que usualmente solo uno dispensa la portentosa suma de 10.000 bolívares. Una chupeta cuesta 60.000 bolívares. Todo es sinónimo de colas e ineficiencia nacional.

Así se nos van los días, el dinero y la vida; en colas.

Los expertos en la materia son los jubilados y pensionados. Tiene cátedra en la materia. Cada mes se especializan más en el caso. La asignatura la tienen varios días continuos; el dinero se acaba en las sucursales pero las colas siguen afuera haciendo guardia. El sol y lluvia son sus acompañantes en la práctica. El gobierno se regocija de reivindicarlos en materia social, pero la realidad es que los pisotea. Los humilla. Los denigra como seres humanos cada fecha de cobro en cada mes. Incluso en la entidad varios han muerto atropellados e infartados al hacer una cola.

Tener papeles de identificación en el país es complejo. Tiene sus gajes. Hay mucha burocracia por delante. Las colas son la primera. Simplificar las gestiones para sacar la cédula, pasaporte o licencia, legalizar y apostillar un documento es innecesario para el gobierno, tienen que tener al pueblo ocupado en algo. Los gestores saben bien como hacer las colas y cobran por ello. Ser legal en el país, es difícil. Arduo. Utópico.

 

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