Jorge Euclides Ramírez: Viví la efervescencia de ideas y los análisis teóricos

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La conversación inicial y de cierre se enfocó en la situación político, social y económica que se vive en el país, un tema que está presente a diario en cualquier encuentro entre amigos, familiares o desconocidos. Sin embargo, fue posible conocer una buena parte de la historia de vida de Jorge Euclides Ramírez, reconocido periodista y articulista de esta casa editorial desde hace alrededor de siete años.

Cada capítulo de su vida está marcado por el lugar en el que vivió su infancia y adolescencia: Carora, capital del municipio Torres, tierra de la que habló durante varios minutos, con un gran orgullo, y definió como nicho de grandes intelectuales.

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Ejerció el periodismo en la época de las cuartillas y las máquinas de escribir, cuando los llamados ‘tubazos’ (primicias) eran fundamentales para los periodistas. Jorge Euclides llegó al terreno profesional cargado de vastos conocimientos en las áreas de política, economía y derecho, gracias a sus asistencias como oyente a las clases de estas carreras que se impartían en la Universidad Central de Venezuela, tarea que supo compaginar con sus estudios de periodismo.

Su desempeño en la fuente de política le permite afirmar que en esa época los políticos eran de una gran formación, con conciencia cívica y democrática, y además le permite hacer una comparación y análisis de la situación actual.

-¿Quién es Jorge Euclides Ramírez?

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-Jorge Euclides Ramírez es un caroreño nacido en el Paso de Baragua, un pueblito que está en las entrañas de las zonas áridas de Venezuela, en un sitio limítrofe con Falcón y con Zulia, y que fue muy importante a finales del siglo XIX y a principios del siglo XX porque por allí transitaban los arreos que traían la sal de Cumarebo hasta Curarigua, que en esos tiempos era fundamental para conservación de los alimentos porque no existían refrigeradores. En Catastro se define como Paso de Siquisique, una fortaleza que desapareció al desaparecer la ruta de la sal. Mi familia tenía una hacienda de ganadería extensiva, dedicada como todas al ganado de doble propósito. Nací en el Paso de Baragua, donde residía mi familia materna, en el epicentro de todas esas haciendas pero a los dos meses me trasladaron a Carora, donde estaba ubicada mi familia paterna.
En esos tiempos, aunque son menos de 100 kilómetros de distancia, el viaje era de horas porque se deben pasar montañas, quebradas, desiertos y llovía de día.

Me crié en Carora donde tengo todo los recuerdos de mi infancia, de mi vida, estudié en el Colegio Cristo Rey, con los padres Escolapios, exclusivo de varones. Luego en el Liceo Egidio Montesinos, de educación mixta, en los últimos años de bachillerato etapa en la que se decidió por la mención de ciencias por ser la que ofrecía mayores posibilidades.
Inclusive, comenzó sus estudios en la Universidad Central de Venezuela, en la carrera de Química Pura, porque se destacaba en esa materia (una de sus preferidas) durante el bachillerato.

-¿Cómo fue su infancia en Carora?

-Me tocó vivir una niñez muy feliz, porque Carora hasta ese momento mantenía su condición rural y tenía todas las características amables, cálidas de una sociedad campesina, pero con una gran pujanza y un gran auge. En Carora habían teléfonos pero privados, el hospital era mantenido por una empresa privada al igual que la electricidad y el acueducto, que aunque era del sector oficial, tenía una importante participación del sector privado, entonces Carora se autoabastecía; además, fue formada, construida por unos frailes que levantaron la conciencia colectiva y eso influyó en los niveles de educación de su población.

-En esa época, aunque no existían los teléfonos celulares, todos los niños y jóvenes gozábamos de la tutoría del resto de los adultos mientras recorríamos cada uno de los espacios de la ciudad de forma libre. Había un profundo respeto, para pedir la bendición había que hincarse y juntar las manos. Fue una infancia en la que tenía un territorio amplio que abarcaba los espacios públicos e internos del resto de las casas.

Jorge Euclides dice que tuvo la suerte de compartir con “un ser formidable”, Juan Martínez Herrera, quien al llegar a Carora concretó una revolución cultural e hizo emerger, como el genio que fue, toda la creatividad y potencial artístico- cultural del caroreño, materializado en obras culturales, siendo la principal un orfeón que luego devino en una orquesta. “A los sordos (que no tenían oído musical) los puso a leer y estuve entre el grupo de muchachos, que bajo la tutela de otros caroreños insignes (Eduardo Izcaray Muñoz, Domingo Perera) hicimos de soporte logístico para la creación de una casa de la cultura, en un espacio municipal abandonado y que nosotros tomamos en nombre del pueblo, hoy funciona allí la biblioteca de Carora”.

Embajada de caroreños

Duró hasta el primer semestre de Química aplicada en la UCV, en Caracas (1968). Su estancia transcurrió en el hogar de la señora Lila González, quien era como la mamá de crianza de un gran amigo llamado Juan Perera y en el sector Los Chaguaramos montó una residencia, junto a otras mujeres. La Quinta Marina se convirtió en una embajada de caroreños en la capital, era un sitio de encuentro al que iban todos los intelectuales.

“Allí se hablaba de política y de cultura, de pronto me sentí extraño en las clases de química porque mientras hablaban de la afinidad electrónica del átomo yo estaba pensando en un libro que estaba leyendo, de Ortega y Gasset o en otros textos de política”.

A esa descripción sumó el contexto que se vivía en Caracas, producto de “la erupción de las ideas y del momento de cambio planetario, de un cambio político mundial importante luego del mayo francés, basado en las ideas de (Herbert) Marcuse y de muchos filósofos que crearon una insurgencia de la juventud que invadió las universidades de una manera que no era muy positiva y eso dio pie a una explosión de pensamiento, que creó la división del Partido Comunista de Venezuela y el nacimiento del MAS. Como observador fui parte de la revisión de toda la historia de Venezuela, de todas las corrientes del pensamiento y la universidad se convirtió en una efervescencia de ideas que me llevó a buscar otras opciones. En esa época el director de la Escuela de Comunicación era el doctor Héctor Mujica, quien me dio ingreso de inmediato y comencé a estudiar de noche”.

De día trabajó en el Banco Unión y luego en una agencia de noticias, desde las 4:30 de la madrugada hasta las 7:00 de la mañana, lo cual le permitía costear su estancia en la capital.

“Lo importante de ese tiempo fue la discusión de ideas, leía a Karl Marx, a Rosa Luxemburgo, entre otros autores, en literatura amplié los horizontes y para reencontrarme con la música lo hice a través de Romain Rolland, para entenderla mejor, entre otros libros complejos. Como estudiaba de noche, me quedó mucho tiempo libre para asistir a clases de sociología, economía y de estudios políticos, como oyente. Hice una universidad muy plena”.

Ramírez además creó un programa de radio que formaba parte de la Dirección de Cultura y tuvo la oportunidad de entrevistar a los decanos, directores de escuela y a los profesores más notables de la institución. Al finalizar la carrera trabajó en la Comisión Presidencial para el Estudio y Atención del Retardo Mental, presidida por el doctor Gustavo Leal (uno de los más importantes neurólogos de Venezuela) y dejó a medias la carrera de Derecho, porque regresó a su estado natal.

En Barquisimeto trabajó en los periódicos El Larense, siendo su principal guía y tutor el periodista veterano Pacífico Antonio Sánchez, actual reportero de esta casa editorial. Luego trabajó en El Informador la fuente de política y esa etapa “fue una gran fuente de aprendizaje y un tiempo muy bonito que profundizó mi vocación de reportero porque debía competir con el redactor político de EL IMPULSO: José Ángel Ocanto, actual jefe de Redacción, para que no me diera tubazos, en los años 80’”.

Luego trabajó en Corpoccidente, como gerente de información y relaciones públicas, un sistema de corporaciones regionales ideado en el primer gobierno de Rafael Caldera para promover las iniciativas privadas para explotar las potencialidades económicas regionales. “El principal cometido de Corpoccidente en Lara era fomentar la construcción de la represa de Yacambú, muchos años antes de que yo regresara a Barquisimeto”.

Allí estuvo seis años y al salir tomó la decisión de dedicarse a las asesorías profesionales, al libre ejercicio de la profesión que es muy duro en el periodismo que gracias a Dios me ha permitido salir adelante.

Problema generacional

-¿Cómo eran los políticos de antes en comparación con los actuales?

-Nosotros tenemos un problema generacional y considero que es injusto evaluar a los políticos de ahora con el esquema mental de nuestra generación, porque fuimos educados en otra época y conocimos a los políticos de la posguerra, que estaban dedicados a la búsqueda de ideas, tomando diferentes corrientes de pensamiento para ver qué hacían con la sociedad, con los países, eran muy formados, gente de pensamiento, con una gran formación cultural y con una visión holística del mundo. Luego vinieron los políticos que se dedicaron más a la gerencia, a los manejos operativos. Pero luego con el auge comunicacional comenzaron a escalar las figuras mediáticas, que son distintas a los líderes de la posguerra.

-¿Existe falta de compromiso en el político de ahora?

-Las posiciones políticas nacen de la convicción ideológica y es muy difícil que exista una convicción fuerte si no hay un anclaje intelectual, un compromiso con esas ideas y un manejo adecuado del conjunto de pensamientos. Hay muchas cosas en la historia de Venezuela, recordemos que el parlamento nacional estaba conformado por una lista de profesionales insignes que no eran dirigentes populares, lo que permitía tener expertos petroleros o doctores que no tenían tiempo de buscar votos en la calle, era como una especie de resguardo político para que en congreso existiesen personas de alzada y por ende las decisiones eran fundamentadas en el conocimiento y la inteligencia. Pero eso cambió con la votación directa y universal.

-Ahora los políticos están empujados por los pedimentos de extrema necesidad de la gente, siempre estamos en emergencia y el político debe estar atendiendo urgencia, no hay tiempo de planificar, todo está sujeto al torrente emocional de las personas y no se atiende lo importante, y eso es grave.

Ramírez también forma parte de la Red de Instituciones Larenses y expresó que está formada por tutores de distintos componentes que representan lo mejor de Barquisimeto. “Representan un reservorio y son centinelas del mundo político, de allí emanan consejos, ideas, sugerencias que buscan corregir el accionar del mundo político”.

-¿Como periodista e intelectual, cómo observa el momento actual de Venezuela, cómo lo reseñaría?

-Ahora estamos en una encrucijada grave, porque se está enfrentando la civilidad contra lo atávico (lo arcaico). Aquí tenemos suspendidos, desde hace algún tiempo, el estado de derecho porque no hay una justicia confiable, porque no hay transparencia en la gestión administrativa de ningún tipo, incluidos los cuerpos de seguridad, sin embargo, en función de la conciencia colectiva de la gente, en función de los derechos, todavía tenemos una situación de convivencia y tolerancia, que se encuentra amenazada. Pero todavía existen nichos de modernidad en distintas partes del país. Siento que ahora somos ejemplo en el mundo de un desastre económico y social, provocado por la aplicación de ideas obsoletas, pero luego de este torbellino seremos ejemplo mundial en recuperación en todas las áreas y no le veo un largo plazo a esta situación.

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