Rita Betancourt de Chávez: “La mujer es audaz al tomar decisiones” #DesayunoForo

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La invitamos a nuestro acostumbrado Desayuno Foro y sin dudarlo aceptó. Su mente viajó al programa de televisión Desayune con Nosotros, que compartió con su esposo Rafael Teodoro Chávez, según nos confesó.

Ella es Rita Betancourt de Chávez, actual presidenta de la Cámara de Comercio de Lara y gerente del Centro Ciudad Comercial Las Trinitarias, quien puntual como el alba y refinada como el crepúsculo, compartió sus vivencias y un rico desayuno con José Ángel Ocanto, jefe de redacción, Keren Torres Bravo, jefe de información, y Juan Diego Vílchez, coordinador del diario EL IMPULSO.

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Con orgullo dijo ser “oriunda del hermoso pueblo de Chejendé”, estado Trujillo. Así se le enseñaron sus padres, quienes eran educadores, y conserva intacto el sentimiento hasta hoy día.

Al terminar la escuela primaria, migró a Barquisimeto junto con su familia, en busca de un mejor futuro y aunque su carácter andino resalta con cada palabra, también se confesó guara.

Se mudaron a la calle 60 de Barrio Nuevo y allí vivió muchos años. “Para conocer Barquisimeto nos montábamos en los autobuses y dábamos  las vueltas completas”, comentó entre risas.

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A los 16 años de edad se graduó como maestra normalista de la Escuela Miguel José Sanz, pero soñaba con ser abogada o periodista.

Comenzó a estudiar derecho en la Universidad Santa María, pero el fallecimiento de su padre la hizo volver a Lara. Intentó hacer carrera de periodismo en una primera universidad, pero su destino la llevaría luego al estado Zulia, para prepararse  en la Universidad Cecilio Acosta.

En el ínterin trabajó como secretaria del Registro Principal del estado Lara y tiempo después inició labores en el extinto Concejo Municipal de Iribarren, junto a figuras emblemáticas como Gustavo Adolfo Anzola, a quien describió como “un hombre leal y buena gente”, aunque con un carácter fuerte.

¿Cuánto tiempo trabajó en el Concejo Municipal?

-Fueron 30 años… Trabajé muchos de ellos con Doris Parra de Orellana. Fuimos hermanas. La Doña era genial, una mujer fuerte y clara, pero también muy familiar.

-¿Qué recuerda de este trabajo?

-Aprendí muchas cosas. En ese entonces era `El honorable Concejo Municipal´. Encontrarme con J.M (José María) Pérez Coronel como presidente, el doctor José Luis Zubillaga, Enio Anzola, Omar Montero y la Doña, representó mucho aprendizaje… Eran personalidades de la ciudad y nunca cobraron nada, porque así era en ese tiempo… Era un concejo sano, transparente y preocupado por su ciudad. Ahí no se sabía quién era el adeco, el copeyano o el masista. Había unión de trabajo… Ahora la separación entre concejo y alcaldía es un desastre. Se politizó, pero no es una política de altura.

-¿Qué aprendizaje le dejó el Concejo?

-¡Muchos! Quisiera que ahora se imitara la gestión de aquel entonces. Mantenían contacto con la ciudadanía y se metían en el problema. Visitaban las obras, porque querían tener Barquisimeto a  todo trapo. Querían una ciudad limpia,  tranquila y feliz… Para lograr una buena gestión pública hay que trabajar unidos, unidos por Barquisimeto.

-¿Qué le duele del Barquisimeto actual?

-La desidia. La incongruencia en las decisiones de los mandatarios… Yo quisiera a mi Barquisimeto, tranquilo, feliz y  limpio, sin que los míos pasen hambre. Pero parece que cada día trabajan para que esto no sirva… El dolor que tenemos en estos momentos es que nuestros hijos  y nietos se van, que a nuestros bisnietos los conocemos después que cumplen un año porque no podemos viajar. Lloramos porque nos dejan, pero toco, porque acá se hace difícil, por males como la inseguridad… Es lamentable porque se pierden cerebros, muchachos estudiosos, trabajadores y con calidad humana… Tenemos que seguir luchando.

-¿Ve salida a la crisis actual?

-La veo lejana y triste, porque no hay actitud inmediata, que es lo que queremos. De pronto se ve una conformidad que no es normal. No podemos conformarnos con esta vida. Por qué no volvemos a nuestra Venezuela tranquila y traemos de vuelta a nuestra gente. Cuánto no desearían trabajar por su país y no por una tierra que les es ajena.

¿Cómo llega a Ciudad Comercial Las Trinitarias?

-Siempre trabajé en empresas públicas y tenía temor de trabajar con la privada. Un día me presentaron el proyecto y acepté… Todo comenzó en una casita chiquita.   Fueron dos años de proyecto y en 1993 inició el centro comercial… Era el primer centro comercial de Barquisimeto, un legado muy importante que el consorcio fundador quiso dejar a la ciudad. Las Trinitarias es mi segunda casa.

-¿Cómo ha afectado la situación actual los centros comerciales?

-Han sufrido mucho. Se lucha para mantenerlos como es debido. Pero ocurren apagones eléctricos y otras tantas trabas que nos afectan a nosotros y a los arrendatarios, a quienes acompañamos y ayudamos en lo posible, como también hacemos desde la Cámara de Comercio… Hay tiendas que han tenido que cerrar porque tienen los anaqueles vacíos, por no tener cómo obtener divisas ni producción nacional.

-¿Por qué escogió dos gremios, el periodismo y el comercio, actualmente tan afectados?

Ambos me encantan, son muy sociales. A mí me encantaría andar saltando por ahí con un micrófono, conectar con la realidad  y ayudar a la gente en la medida de lo posible… El sector comercio se ha vuelto complejo de un tiempo para acá. Hay mucho temor, porque da la impresión de que el Gobierno Nacional no quiere al empresario, que trabaja                       para la ciudad, para que Venezuela se mantenga viva.

-¿Pero también le gusta escribir?

-Sí. Tengo un libro dedicado a mis hijos, allí cuento mi vida y les dejo una carta sobre como ser mejores personas. El libro se llama Vivencias… También tengo un pequeño poemario llamado Me Confieso en Mi Ser, que pronto extenderé a 100 poemas… Siempre he escrito poesía. Para la primera edición recopilé algunos que ya tenía. Participé en 2017 en un concurso literario en el Colegio de Periodistas y gané. Dedico mis poemas al periodista, a la vida y a Rafael por su puesto.

-¿Por el periodismo conoció a su esposo Rafael Teodoro Chávez, cuántos años tienen de casados?

-Ya son 60 años… Qué bárbaro (risas)… Uno agradece y reconoce la compañía de alguien que le ha ayudado a trajinar y luchar en la vida, en las buenas y en las malas. Eso es invaluable… A Rafael Teodoro lo conocí en La Morenita, que era el lugar de distracción del barquisimetano. Él transmitía desde allí La Matiné del 5 y 6, programa radial que tuvo como por veinte años… Yo le dije que quería ser locutora y él me ofreció facilitarme el reglamento de la radiodifusión. Nos vimos y ahí pasó todo… En ese tiempo decían que en televisión sólo aparecerían las personas bonitas y yo pensaba, ahí tengo que estar yo… y así pensé con la Cámara de Comercio, yo tenía que ser primera mujer en ocupar el cargo de presidente.

-¿Cómo fue recibida?

-Muy bien. Cuento con un cuerpo de directores y asesores espectacular. Gente sana y colaboradora que me ayuda muchísimo y entre todos trabajamos de la mano. Me recuerda mucho al trabajo en el concejo… Pero esta es una época muy difícil. Sin embargo, nuestra labor es de compañía e información al afiliado y en eso trabajamos, con charlas, conferencias y comunicaciones vía electrónica.

-¿Cómo ha sido como mujer, asumir la tarea de gerente y gremialista?

-Tengo mucha ayuda en la Cámara y también de Las Trinitarias. Para lanzarme a la presidencia, participé mi deseo al centro comercial y gracias a Dios he recibido mucho apoyo.

-¿Cree que Venezuela necesita que la mujer asuma un mayor liderazgo?

-Claro que sí. Las mujeres somos más constantes y decididas cuando se necesita  solucionar un problema. La mujer es más audaz para la toma de decisiones… En mi caso trato de hacer el mejor trabajo posible. Yo creo en mi gente y mi país.  Aunque el barco va lento, creo que podemos llegar a buen puerto, pero tenemos que seguir luchando para eso.

-¿Qué sueña Rita Betancourt?

-Sueño mucho con la ciudad. Con un Barquisimeto bonito, con plazas cuidadas. Que no haya gente sufriendo en la calle… También sueño por Chejendé, porque mis papás nos enseñaron a quererlo.

-¿Qué le falta por hacer en la vida?

-Quisiera hacer una gran obra, algo bonito para la ciudad… Quiero irme de este plano dejando a mis hijos un legado, que sepan que deben vivir la vida con tranquilidad, pero también hacer el bien a los demás. Agradezco a Dios que me haya dado dos hijos muy trabajadores y humildes. Los amo mucho. A ellos, a mis nueros, hijos, nietos y bisnietos, que los disfruto aunque sea en la distancia. Afortunadamente hay tecnología, pero a veces uno quiere tocar a su gente. Tener familia fuera del país cambia la vida… Deseo que Venezuela vuelva a vivir la vida de antes, por eso a futuro me veo en un aeropuerto recibiendo a muchos venezolanos, regresando para trabajar en familia por su país… y no lo sueño sólo yo, lo sueñan muchos padres.

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