Arquidiocesana 27-09-15

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“El Infierno”

“…Es mejor para ti entrar con un solo ojo en el Reino de Dios, que ser arrojado con los dos ojos a la gehena, donde el gusano no muere y el fuego no se extingue” (Mc 9,47).

Como otros muchos pueblos, el antiguo Israel, representa la vida del más allá, de ultratumba, de los difuntos, como una existencia gris, sin alegría, oscura. El Séol, o infierno es el estado o lugar de encuentro de los muertos. Así lo expresa la Escritura: “Bien se que en la muerte me conduces, al sitio de citas de todos los vivientes” (Job 30,23)

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El Séol es el espacio, por decirlo de alguna forma, según el A.T. donde se congregan las sombras de aquellos fallecidos.

Se le ve como una cueva, un pozo, en lo más profundo de nuestra tierra (Deuteronomio 32,22) en donde sólo existe una oscuridad espesa (Salmo 88,7-13), allí bajan todos los vivientes al morir (Isaías 38,18).

Ellos no podrán subir a donde estaban antes (Salmo 88,11ss.)

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En una palabra, el abandono total (Salmo 88,6)

Bajar a estos infiernos, en plena vejez dichosa, para reunirse con los padres y antepasados (Génesis 25,8) tal es el desenlace final del hombre (Isaías 14, 9-15), pero a veces el Séol se lleva a los jóvenes, (Salmo 54,16), esto produce un escándalo y es una paradoja; los lazos del Séol me retenían ante mí las trampas de la muerte (Salmo 18,6).

Ese aspecto trágico de la muerte manifiesta un cierto desequilibrio en el mundo y la causa de ese desequilibrio, según el pensamiento religioso del pueblo de Dios, se ubica en el pecado. Y en la medida en que se toma conciencia de esto, también el infierno se hace más dramático, en efecto: “apenas había acabado de hablar (Moisés), |se hundió el suelo bajo sus pies, la tierra abrió su boca y se los tragó a ellos y a sus familias. Así como a todos los hombres del Coré y todos sus bienes, bajaron vivos al Séol…, al oír sus gritos todos los Israelitas que se encontraban en los alrededores huyeron pues decían: no sea que la tierra nos trague también a nosotros. Un fuego que salía de Yhavé devoró los 250 hombres que ofrecían el incienso” (Números 16.31-35).

El pueblo de Dios, percibió dos formas que expresaban ese fin, lleno de terror.

1.- La destrucción por las llamas de Sodoma y Gomorra (Génesis 19,24; Salmo 11,6) “Entonces Yahvé hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego…, desde el cielo y destruyó estas ciudades y toda la llanura, todos los habitantes de las ciudades y toda la vegetación del suelo” (Génesis 19,24-25).

2.- La aniquilación del paraje de Trofet, en el valle de la Gehena, sitio de vicios, destinados a ser lugar de sufrimiento, ya que: “al salir verán los cadáveres de los hombres que se rebelaron contra Mí. Su gusano no morirá ni se extinguirá su fuego, y será un horror para todo mortal (Isaías 66,24).

Estas son imágenes bíblicas del infierno. Este infierno o castigo anunciado a los impíos, no puede ser al mismo tiempo la suerte del justo un hombre honesto, y más cuando éstos, se esforzaban en luchar contra el mal. Ellos sufrían asechanzas de los impíos, incluso hasta llegar a morir. Entonces es claro que de ese Séol, en donde duermen los impíos y justos, estos despiertan para la vida eterna, y los otros para el sufrimiento eterno: “Los justos viven para siempre y su recompensa está en el Señor, de ellos cuida el Altísimo” (Sabiduría 5,15).

El infierno sería un estado, no un lugar, y no se localiza en lo profundo de la tierra, sino que es el universo desencadenado contra los insensatos (Sabiduría 5,20).

Hay tantos misterios pero, ciertamente que Dios es misericordioso, pero también es justo, habrá un juicio final. No sé como será el asunto pero el Concilio IV de Letran, como el II Concilio de Lyon, definen la perpetuidad de la pena de los condenados (Denzinger 411, 211) y (Dz 854-859) de manera que según el dogma católico, el infierno existe, y el hombre o mujer se pueden condenar eternamente.

Los Evangelios utilizan también estas imágenes, como el caso de Lázaro y el rico avariento (Lucas 16,23ss).

Cristo mismo utiliza términos muy fuertes al respecto: “El Hijo del hombre enviará a los Ángeles que recogerán de su Reino todos los escándalos y a los que obran la iniquidad y los echarán al horno ardiente; allí será el llanto y el crujir de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el Sol en el Reino de su Padre,… El que tenga oídos que oiga” (Mateo 13,41-43); e insiste Cristo: “Y si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtatela. Es mejor para ti entrar manco en la vida que ir a la gehena con las dos manos, donde el fuego no se apaga…, donde el gusano no muere y el fuego no se extingue” (Marcos 9,43-48).

Aun más, Dios afirma; “no teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma, teman más bien al que puede perder el alma y el cuerpo en el gehena (Mateo 10,28)

Lo serio de estas afirmaciones es que las hace el mismo Jesucristo, que tiene poder infinito. Él es misericordioso, pero también es justo. Será Él mismo quien enviará a sus ángeles a arrojar en el horno inextinguible a los actores de la iniquidad (Mateo 13,41ss)
Y aunque esto sea fuerte, Jesús el bondadoso, pronunciará su maldición contra los impíos empedernidos: “…Y les dirá apártense de Mí, malditos, vayan al fuego eterno” (Mateo 25,41)

Para la humanidad condenada en Adán, a la muerte y a la separación de Dios, la Redención en Cristo es la apertura al don de la vida eterna.
El hombre en la medida que reciba a Cristo y lo siga, vivirá.

Si lo rechaza y desprecia, morirá.

Por ello el Señor nos sigue diciendo: “Yo Soy la Resurrección y la Vida, el que cree en Mí, no morirá para siempre” (Juan 11,25).

Mons. Antonio José López Castillo/Arzobispo de Barquisimeto

Santo Padre

El Papa pide defender la vida humana en todas sus etapas

En su histórico discurso pronunciado hoy en el Congreso de Estados Unidos, el Papa Francisco pidió defender la vida humana desde la concepción hasta su muerte natural. …aseguró estar convencido de que la abolición de la pena de muerte “es el mejor camino, porque cada vida es sagrada”.

“Cada persona humana está dotada de una dignidad inalienable y la sociedad sólo puede beneficiarse en la rehabilitación de aquellos que han cometido algún delito”.

Evangelio

Marcos (9,38-43.45.47-48): En aquel tiempo, Juan dijo a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido.» Jesús replicó: «No se lo prohibáis, porque nadie que haga un milagro en mi nombre puede luego hablar mal de mí. … Os aseguro que el que os dé a beber un vaso de agua porque sois del Mesías no quedará sin recompensa.” Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

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