Capitalismo Lunar – Todo esta normal

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El agobio trastoca las palabras. Dedicados a sobrevivir, los significados se derriten, al calor de la infamia, y mientras gotean, van perdiendo su significado.

La obstinación puede crear sus códigos. Y la barbarie también tiene los suyos.
La “normalidad” es un ejercicio cotidiano de voluntad y resistencia ante una realidad que le pone comillas a la paciencia, al asombro, a la paz, al trabajo, a la vida, al futuro y a la democracia.

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Quizá la ideología y los fanatismos definen las percepciones y los significados de las palabras que utilizamos para describir el aquí y el ahora. Alguien de seguro sentirá que todo es normal, y que aquellos que protestan y exigen la restitución de la Constitución y la ley, son traidores y terroristas. Lo cierto es que a veces además de la ideología y los fanatismos, es el poder, su usurpación y el autoritario amago de no abandonarlo el que enceguece los sentidos y bloquea cualquier sentido de realidad.

Es “normal” la corrupción. Es “normal” la destrucción y persecución a empresas e iniciativas. Es “normal” la criminalización de toda disidencia y protesta. Es “normal” bajarte del carro de la OEA y de la comunidad internacional y creer que al estacionar al país en el hombrillo del aislamiento cesa cualquier escrutinio global sobre el intento de instaurar una tiranía a costa de la represión y violación de derechos humanos.
Es “normal” la escasez de medicinas y alimentos. Es “normal” mantener los controles en la economía y persistir con un modelo cuyo fracaso ha revelado la historia.

El reciente anuncio de Maduro, de invocar una Constituyente “comunal”, revela un episodio “normal” de su golpe continuado a la Constitución, y no es más que un artilugio efectista para construir una farsa, un parapeto pseudoelectoral diseñado a la medida de una legitimidad ya perdida, donde sólo podrán votar y ser elegidos los que su dedo decida, con el cual pretende detener la protesta de un país que denuncia cada vez con más fuerza su hedor dictatorial.

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Nada de eso es normal. Ni será normal nunca. Aunque tengamos ya 18 años de esa “normalidad.” Busquemos los resquicios para dejar de sobrevivir y comenzar a vivir. Resistir la barbarie en el poder es un imperativo. Vencer a la tragedia de una “revolución” que ha alentado la militarización de la sociedad, y ha intentado demoler con la monserga socialista, las bases intelectuales, morales y éticas de la sociedad venezolana una tarea urgente.
En cada espacio, en cada ámbito, ejerzamos nuestro derecho a ser libres y a vencer la sombra autoritaria que gravita sobre la nación. Volvamos al significado necesario y democrático de la palabra “normalidad”.

@alexeiguerra

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