Editorial: Los ministros están ocupados

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Como si el Gobierno no tuviera asuntos de más urgencia por tratar y el país nadara en bonanzas y risueños reventones de felicidad suprema, el último Consejo de Ministros ocupó buena parte de su tiempo en atender los arrebatos del presidente Nicolás Maduro, ante el “ataque masivo” de la “derecha internacional”, que, según le dijo al mundo, se confabuló con el tenebroso propósito de descontarle 6.000 seguidores en la red social Twitter.

La estratagema imperial, previno, es la de promover un estallido social en el país (¿tan inestable es, acaso, la paz que respira la nación, tan frágiles nuestras instituciones y tan presto el pueblo venezolano a lanzarse a las calles con violencia?). Por eso, a renglón seguido, Maduro bramó una categórica orden a sus ministros, a objeto de que “armen una propuesta para clausurar Twitter en la región”.

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Como se supone que al señor Presidente sus ministros le hacen caso, se entiende entonces que a eso se dedicará en lo sucesivo, como prioridad, el alto Gobierno. La población está obligada a aceptar, con mística revolucionaria, que los demás asuntos, por espinosos que luzcan, tendrán que esperar.

“¿Dónde está la democracia en Twitter?”, quiso saber, irritado, el Presidente. Una de las pocas veces, por cierto, que se ha dignado en nombrar el término “democracia”, en mucho tiempo. Y, además, una alusión harto impropia, pues contrasta en estos 15 años de socialismo, con tantos brutales y dolorosos episodios de mordazas, persecuciones, abusos con las cadenas de radio y TV, acoso a la libertad de expresión, cierres de medios, criminalización de la protesta, de la denuncia, de la asociación sindical, de la defensa de los derechos humanos, etc.

Pues bien, esta innombrada y maltrecha democracia nuestra ha tenido sus expresiones irrebatibles. En los comicios presidenciales del 14 de abril, conforme al último boletín del CNE, en manos del señor Maduro el chavismo perdió 679.000 votos, que drenaron hacia la fórmula de Henrique Capriles. La diferencia fue de apenas 273.056 sufragios, 1,5%. El PSUV, con el rostro de Maduro en la tarjeta electoral, perdió intención de voto en estados tan emblemáticos como Barinas, Portuguesa, Vargas.

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Esta deserción real, de carne y hueso, es mucho más significativa que la virtual: los seguidores que le habrían raspado en Twitter, lo cual pudo deberse a cuentas falsas o fantasmas, que, al decir de ejecutivos de la propia red social, se computan como spam (basura), o chatarra.

De abril para acá, ¿han mejorado las cosas para el oficialismo? Veamos. Si días después de las elecciones, Juan Gómez Muñoz escribió en el diario Aporrea: “Ganamos sí, pero creo que ha sido la primera victoria con un desagradable y auténtico sabor a derrota”, ahora es uno de los más reputados ideólogos del Socialismo del Siglo XXI, Heinz Dieterich, quien acaba de soltar este sonoro portazo: “Si el Gobierno de Maduro/Cabello no toma medidas inteligentes y drásticas de manera inmediata en lo económico y político, tiene los meses contados”.

En lo político, el propio Maduro dice que si le quitan seguidores en Twitter queda latente el peligro de un estallido social. En lo económico el panorama no es menos desolador. Las reservas internacionales líquidas de la República no pasan de los 900 millones de dólares, mientras el promedio de compras en el exterior se ubica en 4,5 millardos de dólares (alcanzaría para seis días). La inflación anualizada estaba en septiembre en 49,4% y cerrará este año como la más alta de la región. El Índice de Escasez ronda el 21%. Las autoridades anuncian, como si se tratara de una gloriosa hazaña, que los insumos médicos están garantizados hasta fin de año. La producción de crudo cayó 1,84% en 2013 y, nos advierte el Cendas, la canasta alimentaria supera ya los escandalosos 7.000 bolívares mensuales.

Éstas, en definitiva, son cuentas más importantes. Reales. Las dramáticas cuentas de cada día del venezolano común. Pero, habrá que esperar. Los señores ministros están ocupados.

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