EL IMPULSO y yo

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Hace 10 años el diario EL IMPULSO publicó mi primer artículo de opinión, el 15 de noviembre de 2006; se titulaba El Desmantelamiento del Estado Venezolano, y definitivamente no le cambiaria ni una línea.
Cuánto ha cambiado desde entonces, prácticamente era un adolescente e iniciaba mis estudios de derecho. En total suman casi un centenar de escritos publicados, a pesar de largos periodos de interrupción por importantes compromisos académicos; y es que la cotidianidad es una vorágine que va consumiendo los minutos de ocio necesarios para crear una obra literaria, un artículo, un ensayo o una crónica, y ésta pueda llegar al gran público.
Atesoro esos artículos, pues son muestra fehaciente de la consecución del sueño de un muchacho churuguareño: ser un columnista o referente de opinión; así a lo largo de este decenio mis escritos han sido publicados en otros diarios como Nuevo Día de Punto Fijo y semanario Quinto Día. Incluso un respetado jurado tuvo la valentía de escoger uno de mis trabajos para incluirlo en el libro Pulso y Alma de la Crónica en Venezuela, editado por Bigott en 2012, donde relate el dramático caso de Mirla Quiñones y el dantesco asesinato de su hijo Jacobo.
Pero mi relación con EL IMPULSO no se inicio en 2006, fue antes de yo nacer, a principios del siglo XX, junto a su fundación, cuando mis abuelos paternos oriundos de Altagracia de Carora y del Paso de Baragüa, inculcaron en la familia el bondadoso «vicio» de leer EL IMPULSO todos los días, incluso cuando se asentaron en la ciudad jardín de la Sierra de Coro: Churuguara.
Alabo el espacio que este diario brinda a sus opinadores, el cual dinamiza la opinión pública con distintas corrientes del pensamiento. A mi pesar he sido testigo de la limitación de la libertad de expresión que se ha arraigando en nuestro país, por un lado en cuanto a las libertades subjetivas de los ciudadanos, y por otro lado en cuanto a la restricción material y tangible; en mis inicios podía publicar artículos de 6.000 caracteres, hoy día ese espacio se ha reducido a la mitad, todo por la falta de papel y tinta, generada por el control de divisas, para adquirir esos insumos, que ha impuesto el Estado.
Sin embargo, EL IMPULSO ha mantenido estos espacios con mucho tesón; y aunque no veo publicado mis escritos con la periodicidad que deseara, seguro estoy que asistiremos a tiempos mejores. Muchos pensaran que soy un privilegiado y que por tal motivo he podido acceder a los espacios de opinión en tan prestigioso diario, pero no es así; de hecho soy un desconocido para el director o el redactor, y no tengo ninguna influencia, ni aporto alguna prebenda para poder publicar, y creo que precisamente ese es uno de los valores más preciados de este diario.
Elevo mi gratitud a la directiva y a la redacción por la oportunidad que en estos 10 años me han brindado. EL IMPULSO y yo hemos mantenido así una relación personalísima e intima que espero seguir cultivando a lo largo de mi vida.

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