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“VERDADERAMENTE, ÉSTE ERA HIJO DE DIOS…”
(…) Solía el Procurador conceder al pueblo la libertad de un preso, el que ellos quisieran. Tenía entonces un preso famoso, llamado Barrabás. Dijo, pués, Pilato a los reunidos: ¿“A quien queréis que os deje en libertad? ¿A Barrabás o a Jesús, el llamado Cristo? Pues sabía que lo habían entregado por envidia.

Estando en el tribunal, su mujer envió a decirle: “No resuelvas nada contra ese justo, porque he sufrido mucho hoy, en sueños, por causa de él.”
Pero los pontífices y los ancianos convencieron a las muchedumbres que pidiesen a Barrabas e hiciesen perecer a Jesús. “¿A quien de los dos queréis que os suelte?” Ellos respondieron: “A Barrabás.” Díjoles Pilato: “¿Qué haré entonces con Jesús, el llamado Cristo? Dijeron todos: “Sea Crucificado.” Replicó él: “¿Pues qué mal ha hecho?” Ellos gritaron más fuerte: “¡Sea crucificado!” Viendo Pilato que nada conseguía, sino que aumentaba el alboroto, tomó agua y se la lavó las manos ante el pueblo, diciendo: “¡Soy inocente de esta sangre!” (…) (Mateo27:25).
Los tiempos difíciles por los cuales transita la república envuelven a la Semana Santa y nos deben llevar a reflexión. He meditado sobre el dicho: “La voz del pueblo… es la voz de Dios.” Y, me pregunto: ¿No fue el pueblo manipulado quien crucificó a Jesús? ¿Cómo puede ser la voz del pueblo la voz de Dios?

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Lucubraciones de media noche me llevan a las proféticas palabras de Simón Bolívar, nuestro Libertador, cuando expresó: “Un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción.” Y, ¿acaso no fue el mismo pueblo que él liberó, quien lo abandonó? Al extremo que se dice qué, cuando emprendía su último viaje, hacía Santa Marta, en Bogotá, Colombia, dijo al general O’Leary, su edecán: “¡Vámonos que esta gente no nos quiere!”
Un año antes de morir había escrito a Antonio Leocadio Guzmán: “… Si algunas personas interpretan mi modo de pensar y en él apoyan sus errores, me es bien sensible, pero inevitable, con mi nombre se quiere hacer en Colombia el bien y el mal y muchos lo invocan como el texto de sus disparates.” (F: El Bolívar de Marx – Inés Quintero y Vladimir Acosta – Pág. 47).

Carlos Marx tildo a Bolívar de “Canalla, cobarde, brutal, miserable, y lo comparó con Souluque, el dictador haitiano, en un tratado que escribió para “La Nueva Enciclopedia Americana de Nueva York, tan sólo para ganarse unos dólares. ¿Cómo puede entonces alguien identificarse como marxista-bolivariano?

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