Indudablemente no está solo un hombre que en las elecciones primarias de la oposición obtuvo casi dos millones de votos en unas primarias donde participaron un poco más de tres millones de venezolanos. Pero luego de este éxito muchas encuestas de opinión lo colocan en posición muy rezagada frente al Presidente Hugo Chavez, lo cual según analistas obedece a que «es bobo», «no sabe hablar», «no tiene guáramo para plantársele como un hombre a Chávez», en fin, son muchas las consideraciones que hacen de uno y otro bando respecto al perfil de Henrique Capriles y en nuestra opinión todos están equivocados. Es verdad que no es un derroche de carisma e inteligencia, pero es un candidato solvente que maneja con gran sentido de oportunidad el discurso apropiado para sincronizar voluntades con las mayorías electorales.
Pareciera haber disminuido en su empuje y para muchos luce desvalido e impotente frente a un Chávez a quien ni su complicada enfermedad le disminuye su verbo apabullante. El problema para él es es que en las Primarias tenía un contexto que ahora no tiene. Intentemos explicar este incordio.
Ciertamente las elecciones del 7 de Octubre son de máxima importancia para el futuro de Venezuela pero no obstante existen muchas maneras de trabajar electoralmente, la más notoria y expedita es buscar votos según esquemas de campaña donde lo compulsivo y urgente se convierte en principal bandera. A este nivel las organizaciones políticas están realizando un trabajo que con todo y sus bemoles se ajusta a las exigencias del momento.
Ahora bien, si hacemos un análisis, superficial, sobre los posicionamientos del electorado sobre los temas ideológicos y económicos y los cruzamos con los resultados obtenidos en las primarias del 12 de febrero, nos encontramos con lo siguiente:
En las encuestas cuando se indaga sobre la valoración de los programas sociales del Presidente Chávez se obtiene un apoyo que ronda el 80 por ciento, aunque cuando a estos programas se les etiqueta como socialismo se produce una disminución notable y cuando se les llama comunismo prácticamente el respaldo desaparece.
La elemental conclusión es que la gente en su gran mayoría respalda las políticas sociales puestas en práctica pero las quiere dentro del actual sistema donde la libre empresa y el derecho a la propiedad son parte medular del hecho económico.
El problema es que si bien las grandes mayorías apoyan este funcionamiento democrático donde los programas sociales convivan con las libertades económicas, debido a los conflictos políticos donde los actores económicos se convirtieron también en actores políticos, las vocerías tradicionales de las instituciones emblemáticas del sector privado quedaron deslegitimadas.
Entonces para defender los fundamentos de estas libertades económicas y su importancia para el futuro nacional hay que relanzar instituciones y gremios que constitucionalmente funcionan como soporte fundamental de libertades básicas, como las de opinión, las laborales y económicas.
Veamos ahora cómo llevar este mensaje dentro de las actuales circunstancias nacionales que expresan las encuestas.
Todos los indicadores coinciden en que la mayoría de venezolanos no quiere conflictos. Una cifra entre 70 y 80 por ciento de electores quiere que las confrontaciones den paso al entendimiento. Sobre este dato trabajó y organizó su campaña Henrique Capriles y obtuvo un 64 por en las primarias.
Capriles fue y ha sido consistente en afirmar que no desmontará los programas sociales, que como vimos antes tienen un respaldo del 80 por ciento. Esto nos indica que de ganar Capriles sus votos no serian contra todas las políticas de Hugo Chávez, que las mayorías quieren una Democracia de Dialogo con programas sociales y libertades económicas incluidas.
Para transmitir con fuerza este mensaje no tiene contexto y al parecer no es tarea fácil que pueda lograrlo.
