Opinión: Rueda el balón

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Sacrificio y lucha fueron los dos argumentos expuestos por Deportivo Lara en la narración de su grande e inolvidable triunfo frente (1-0) a Independiente de Avellaneda en el marco del inicio del grupo siete del torneo Copa Libertadores de América, en juego que se escenificó en el estadio Metropolitano el jueves pasado. Dos meritos con nombre propio deben figurar en el cuadro de honor del parte de victoria: Leo González, su cuerpo técnico y  el equipo larense entendido como un todo, entero y total.

Hoy, días después de la jornada victoriosa, todo luce dentro de la normalidad de un episodio deportivo que ya pasó y la intención integral que los llevó al éxito (técnico y jugadores) quedó oculta en el festejo pero es necesario recordar esa intención: Complicar al contrario, al rival, a Independiente de Avellaneda, su mito y su historia. Ahora, la intención táctica de complicar al contrario requiere un estudio previo detallado e intenso del contrincante y un ensayo teórico y práctico de entresemana ante un rival imaginado.

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Por ejemplo, el lateral izquierdo de Independiente Figal se convirtió, desde antes del pitazo inicial, en una pieza clave para complicar porque sus falencias fueron bien estudiadas. Figal tiene problemas para marcar a un puntero veloz, de gambeta  corta y explosión en el pique. La dirección técnica colocó allí a Reyes, un jugador no titular en los juegos recientes de Lara pero que reunía las necesidades tácticas exigidas.

Reyes fue una complicación sin solución, no solo para la línea lateral de Independiente, sino para todo el sector medular que al verse superado por el costado debía acudir en cobertura para evitar males mayores. Pero acudir en cobertura significa abandonar espacios, donde pueden aparecer rivales en condiciones favorables para amenazar el área chica y el marco. Bueno, eso fue lo que sucedió en la anotación del único gol de partido.

La acción se gestó por el sector del lateral Figal, quien ya a los once minutos de juego había enfrentado dificultades con Reyes y se veía superado en velocidad y pique, es decir, ya a los once minutos de juego Independiente no solo tenía complicado un sector importante de la cancha, además era superado en número por la necesidad de suplir las deficiencias. Por eso la dirección técnica colocó al revulsivo y rápido Helbert Soto muy cerca de la zona de Reyes para que cuando lo fueran a buscar produjera la reacción improvisada de los volantes en la marca y se resintiera la extrema defensa central de Independiente.

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Todo el sector defensivo de Independiente se sobrecargo de trabajo desde muy temprano, eso explica porqué Ramírez anticipó a la agotada defensa central, una pelota, enfrentó solitario al arquero Campaña, le entregó la pelota a Falcón para que éste se “llenara de gloria” en el minuto 85 y liquidara el partido. Falcón la estrelló en el travesaño con el arquero ya vencido. A esa altura del juego para Independiente el partido no solo era una complicación general  sin solución, además ya era una especie de sufrimiento táctico. Por otra parte la mecánica del cuadro larense manejaba con dedicación y tesonero empeño la aplicación de la orden dada: Presionar y taponar la salida de su propia zona del equipo visitante y marcar de forma pegajosa y constante a lo largo y ancho de la cancha, no regalar milímetros para evitar la maniobra y el buen manejo de pelota de Independiente, perseguir, morder, pellizcar, ninguna comodidad para el rival al recibir y al entregar, movimiento sin pausa y sin tregua, complicar, no dejar pensar. Todos los jugadores de Lara sin excepción cumplieron con fe y devoción ese objetivo.

El triunfo larense

El gol de Lara fue tempranero, a los 11 minutos que en sí mismo es un toque de suerte porque obliga al rival a repensar sobre la marcha los planes del esquema, sin conocer a fondo la propuesta del rival, la cual, en el caso de Lara, fue: Complicar al rival que suena sencillo y simple pero requiere una enorme cuota de sacrifico y lucha.

Sacrificio en su versión de abnegación, generosidad y esfuerzo y lucha en su versión de disputar todos los sectores de la cancha sin descanso. Por eso el mérito de todos y cada uno de los jugadores que actuaron frente a un rival que lo intento todo y no pudo y no pudo, no porque no quiso, sino porque se lo impidieron.

El lance fue leal y noble de parte y parte como corresponde a un duelo deportivo entre campeones dentro de un torneo que es pura jerarquía, categoría y escalafón, además coronado con una de las acciones más brillantes del juego y la conclusión de su soberbio golazo. Todo se desarrolló por el sector derecho.

Pedro Ramírez recibió libre, ya en terreno de Independiente, intentó la diagonal hacia adentro y la metió rasante entre el lateral y su apoyo al vacio del área, a ese espacio llegó  Soto, veloz y raudo, engancho hacia adentro y descontó la marca para levantar un centro pasado que superó a Falcón y Franco, el defensa central, para caer al sector desguarnecido del palo derecho de Campaña, apareció Carlos Sierra, libre de marca, pero ante una pelota complicada por el pique, lo cual obligó a Sierra a solucionar el entuerto con una semi-volea que requirió una flotación de su cuerpo y en suspensión conectó de zurda y potente un remate cruzado que se clavó en la parte lateral izquierda de la malla de Independiente.

Golazo por donde se le mire y puntada de lujo a una acción de fútbol moderno y de exportación “Made in Venezuela”. El triunfo ya es historia y ya es histórico y ya es recuerdo. Viene Corinthians en Sao Paulo… felicitaciones muchachos… la cancha del Metropolitano… ¡Una vergüenza!

 

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