En apariencia puede resultar difícil establecer una relación entre el Indice de Desarrollo Humano (IDH), los partidos políticos y el comportamiento electoral.La cuestión remite a una referencia concreta en el caso venezolano y, particularmente, a las regiones.
El análisis apunta a explorar, en tanto sospecha o “conjetura” en la terminología popperiana, cómo la continuidad de los partidos políticos en el ejercicio de una gestión gubernamental efectivamente puede estar en gran medida condicionada por los resultados que dicha gestión muestre, en términos de las dimensiones o variables que mide dicho índice.
En clave sistémica, la estrecha vinculación existente entre Estado y modelo de desarrollo humano remite, en primer lugar, a un cambio de paradigma que define al nuevo modelo como humanístico, social, territorial, integral y sustentable.
En segundo lugar, a la implementación de ese modelo a partir de la adopción de un conjunto de políticas públicas en el área social que orientan toda la gama de proyectos, programas y actividades que son desplegadas en el período gubernamental seleccionado para el estudio.
La legitimidad del sistema democrático, entre otros factores, depende de los partidos políticos y el voto. Para efectos de la permanencia de los gobernantes en el poder, aquellos constituyen actores de primera línea a la hora de conquistar las preferencias de los electores. A su vez, tales preferencias pueden perfilar un comportamiento según los contenidos de una gestión pública que puede traducirse en un voto de reconocimiento o de castigo.
El núcleo central del IDH propuesto inicialmente por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, incorpora tres variables: el producto interno bruto (PIB) per cápita en paridad del poder adquisitivo; la esperanza de vida al nacer, y la tasa de alfabetización de adultos y tasa combinada de matriculación en educación primaria, secundaria y universitaria. No obstante, después de veinte años, con base en los cambios introducidos, en su edición del 2010 incorpora otros subíndices complementarios alusivos a la desigualdad, al género y a la pobreza multidimensional.
Igualmente, dentro del amplio y variado espectro de temas y aspectos que son relevantes para el desarrollo humano, el PNUD menciona: a) el progreso social (mayor acceso a la educación, mejores servicios de nutrición y salud); b) la economía (el crecimiento económico como medio para reducir las desigualdades; c) la eficiencia (uso y disponibilidad de los recursos en beneficio directa de las personas pobres, las mujeres y otros grupos marginados; d) la igualdad (crecimiento económico y otros parámetros del desarrollo humano); e) la participación y la libertad (empoderamiento, gobernabilidad democrática, igualdad de géneros, derechos civiles y políticos y libertad cultural, particularmente en los grupos marginales definidos por parámetros tales como urbanos/rurales, sexo, edad, religión, origen étnico, parámetros físicos y mentales, etc.); f) la sostenibilidad (garantía para las generaciones futuras, en términos ecológicos, económicos y sociales); y, g) la seguridad humana (ante amenazas crónicas de la vida cotidiana tales como el hambre y las discontinuidades repentinas como la desocupación, la hambruna, los conflictos y la violencia).
Mahbub ul Haq, promotor del Informe sobre Desarrollo Humano, sostiene que:” A menudo las personas valoran los logros que no se reflejan, o al menos no en forma inmediata, en las cifras de crecimiento o ingresos: mayor acceso al conocimiento, mejores servicios de nutrición y salud, medios de vida más seguros, protección contra el crimen y la violencia física, una adecuada cantidad de tiempo libre, libertades políticas y culturales y un sentido de participación en las actividades comunitarias. El objetivo del desarrollo es crear un ambiente propicio para que la gente disfrute de una vida larga, saludable y creativa”.
He allí una premisa clave para investigaciones cuantitativas y cualitativas en el área sociopolítica que orienten el diseño y la evaluación de las políticas públicas en función del desarrollo regional y local por parte de los actores institucionales, incluyendo los partidos que aspiran a gobernar o continuar en el poder.
¿Quién puede pensar que no se cuenta con una “caja de herramientas” precisas al respecto? ¿Cuál es el problema del liderazgo regional? ¿Qué futuro nos aguarda?
