Mi villorrio, parroquia San Miguel, situado al sur de Quíbor, municipio Jiménez, ha tenido en sus adyacencias la noble tarea de producir alimentos permanentemente para el consumo del país, llueve, truene o relampaguee.
Allí siempre hay plena producción para el consumo humano, sin tregua y sin otro ánimo que no sea producir para los habitantes de estos caseríos que pertenecen a la parroquia. Es el aporte invalorable de estos moradores. Es una atención especial, porque esa zona la conozco muy bien. Nadie espera nada fácil, ni dádiva, ni mucho menos privilegios. En esa zona se espera lo que por derecho les corresponde y muy bien ganado, por ser la misma parte de la solución de por vida y no una carga de pedigüeños. Siempre han sido hombres y mujeres de primera línea, orgullosos de cultivar la tierra con sus manos encallecidas y sus rostros surcados por el sol, produciendo a tiempo completo mucho más de lo que se consume, sin preguntar quién se beneficia de mis esfuerzos, qué religión practican ni mucho menos cuál es su ideología; solo existe una doctrina: el trabajo como bendición de Dios.
Por sus buenos procederes y quehaceres los caseríos que geográficamente pertenecen a esta parroquia merecen del gobierno regional o nacional mejor trato y atención. Ellos son: Piedra de Dios, Cantarrana, La Quebrada, El Totumo, El Roble, San Gerónimo, Paso del Río, Tierra Losa, Las Tablas, Palo Aljuerado, La Fila y su metrópolis, Volcancito. Todos unidos en un solo propósito: producir alimentos en todas las épocas, pues no hay duda que desde donde comienza la Cordillera Andina se vive con humildad, unidos en un apretón de mano y no del puño cerrado. Su estado natural es una permanente guerra contra el hambre y sus armamentos de guerra son: el machete, la escardilla, el garabato, los tractores, el arado y los bueyes, aunque a veces se les pone difícil el pertrecho debido a la escasez de insumos.
En estas Reflexiones me quedo corto: todos conocemos que si el agricultor es pobre también lo es el país. Sabemos que la primera economía del mundo durante casi 9.000 años fue la agricultura, como también sabemos que la Revolución Industrial no llega a 300 años y todos sabemos lo que pasó.
Hablando de esta parroquia y sus caseríos me han llamado como coterráneo que soy porque están pasando por fuertes penurias y eventos jamás vistos, como que la Comandancia de Policía está cerrada desde hace más de cuatro años. Me hicieron un llamado para ver si podía hablar con los encargados de la seguridad del estado, a objeto de que en las tradicionales fiestas patronales que se realizan en octubre envíen policías para que al menos no vean a la población desolada y sin protección y la respuesta fue: no podemos ayudarlo, además esa gente es muy buena y se cuidan ellos mismos, cosa que nos alegra, que aunque se trate de una pequeña parroquia de nuestro país sea ejemplo de honestidad y humildad admirable. En esa oportunidad me dijeron que ya hacía 4 años que la policía estaba cerrada. Aplaudo esto y me refuerza mi criterio de que son gente trabajadora.
No sé a quién le compete esto, pero hago un llamado a que no abandonen la carretera. Hay dos o tres deslaves peligrosísimos que hay que corregir antes de que ocurra una tragedia, y arreglar los huecos que son muchos y estos destruyen los vehículos.
Esto no debe generar mucha inversión, es más la voluntad que lo material y están en deuda desde hace mucho tiempo con estos nobles productores de alimentos y como siempre no todo está perdido. Tengo entendido que la Guardia Nacional ha estado visitando la región y ha sido positivo, pues la gente se siente amparada y esperanzada en que nada malo les sucederá para hacer una vida activa en esa región.
Ahora más que nunca el campo es la solución, unidos todos por la paz, la convivencia, el respeto y la prosperidad de nuestro país……
José Gerardo Mendoza Durán
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