Va Pensiero – Amar a Maduro

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En vista de que finalmente han comenzado a aplicar esa necesaria ley de profilaxis social que es la ley contra el odio, me apresuro a aclarar cuáles son mis sentimientos hacia el nunca suficientemente bien ponderado Presidente Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro -salva sea su parte.
Es hora de deponer odios irracionales pues hacen mucho daño(en realidad todos los odios, incluso las simples ojerizas, son irracionales y dañinos). Yo, por ejemplo, me he ido convirtiendo al amor y aunque me ha costado mucho, estoy aprendiendo a poner la otra mejilla y a amar a quien aparentemente, pero solo en apariencia, me maltrata y humilla. Así, mientras más difícil se me hace procurar insulina, por ejemplo, de la que solo me queda una reserva para unas pocas semanas, más me convenzo de que Maduro –salva sea su parte- es víctima inocente de sus propios colaboradores, empeñados, con fines inconfesables, en torpedear sus mejores esfuerzos. Y aunque no sé cómo ni cuándo voy a conseguir insulina y confío en Dios, mas confío en Maduro –salva sea su parte- que sabe lo que hace.
Hace unos días logré, finalmente y tras innumerables intentos, que me respondieran en el 0800-SALUD. Y, ¡vaya sorpresa!, lo primero que me preguntaron fue si tenía el glorioso Carnet de la Patria, aunque luego aclararon que eso no era impedimento para recibir los medicamentos, pero quedé con la duda: no sé si realmente registraron mis datos o si alguna vez me enviarán los medicamentos que tanto necesito. Y aclaro que no tengo el patriótico carnet porque no me alcanza el cuerpo para estar horas y horas parado al sol en una cola que no avanza porque los vivos de siempre le dan los guardias para que los dejen pasar.También tengo varios días deambulando de farmacia en farmacia buscando un antibiótico que me alivie de una dolencia, sin ningún resultado práctico pues al parecer desde hace varias semanas ninguna farmacia en Cabudare o Barquisimeto tiene antibióticos. Aun así le doy gracias a Maduro –salva sea su parte- por obligarme a hacer ejercicios de bajo impacto muy convenientes para mi edad. No hay mal que por bien no venga, o bien que por mal no venga, como Ud. prefiera. Pero nada de esto perturba mi profundo y respetuoso amor por Maduro –salva sea su parte-.
Por desgracia, son demasiadas las personas que por múltiples sinrazones, entre ellas no conseguir alimentos ni medicamentos, han ido armando una alharaca del todo injustificada. Si ellos supieran y entendieran de los nobles propósitos que animan a nuestro líder Nicolás –salva sea su parte- no manifestarían tanto odio porque lo importante no son los resultados, sino la nobleza de las intenciones. Y seguro que si hicieran un esfuercito terminarían por amarlo.
Dado que por dondequiera que miremos nos encontramos con personas con un odio feroz hacia Maduro –salva sea su parte- lo que realmente debió hacer la Asamblea Nacional Constituyente, era ir hasta el fondo real del problema pues no basta con no odiar a Maduro –salva sea su parte- pues de hecho la indiferencia es tan dañina como el odio, sino crear una ley en pro del amor porque el Sr.Maduro –salva sea su parte- bien se lo merece.
Y, para ser sinceros, castigar con apenas 10 a 20 años de prisión un delito de leso amor, es ridículamente liviano. Estos delitos deberían ser castigado con cadena perpetua y fusilamiento. Esto es necesario considerando que el propósito de la revolución que bien dirige Maduro –salva sea su parte- es lograr la máxima felicidad del pueblo…y el odio no hace feliz a nadie. Y, de paso, al fusilar a quienes odian a Maduro –salva sea su parte-, se estará contribuyendo a la aparición del “Hombre Nuevo” por el más simple expediente de eliminar a los Hombres Viejos. Muerto el perro se acabó la rabia.
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