Para recordar: “Ay del que edifica la ciudad con sangre, y la funda con iniquidad” (Habacuc 2:12)
Desde el profeta Daniel, unos 606 años a.C., Dios mostró la última sucesión de reinos sobre la tierra. Gracias a las profecías bíblicas podemos decir con toda seguridad que estamos en las manos de Dios.
Al rey Nabucodonosor (Daniel 2) se le olvido el sueño y el profeta y sus amigos solicitaron la ayuda divina para interpretarlo. Desde allí se habla de Babilonia, Medo Persia, Grecia, Roma (la de los reyes y césares), el cual gobernó hasta el 476 d.C. y se dividió en reinos arrianos, que hoy los conocemos como las naciones europeas y el sueño termina con la Venida de Cristo. Casi todos saborearon sangre, fuego, borracheras, idolatría y cosas que Dios nos advierte traen grandes desgracias a los pueblos.
Habacuc vivió en un ambiente político parecido al de Daniel, y en el capítulo 1 de su libro se quejó dos veces ante Dios y entre otras palabras dijo: ¿Hasta cuándo, oh Eterno clamaré y no escucharás; daré voces a ti a causa de la violencia, y no salvarás?” Y la segunda decía: “Oh Eterno, Dios mío Santo mío, ¿No moriremos. Oh Eterno, tú pusiste a ese pueblo para ejecutar juicio…” (Habacuc 1:2,12)
El profeta aludió a su pueblo (los israelitas) y a los caldeos (Ídem 1: 6) y los describió como “gente amarga y presurosa… para apoderarse de las poblaciones ajenas” y luego con seguridad se refirió a los persas, babilonios. Pero Dios indicó que tuviera confianza en Él como Guía de la humanidad (Habacuc 2:1-4) En tal capítulo, el profeta pronunció cuatro “ayes” contra esas malvadas naciones.
El tercer “ay” señala: “¡Ay del que edifica la ciudad con sangre, y la funda con iniquidad!”, según Comentario Bíblico Adventista, tomo 4, p. 244, se refería específicamente a Babilonia. Y en el verso 13 resalta que naciones así se preparan para el fuego divino.
Tal vez por ello la mancheta de este importante diario EL IMPULSO incluyó dentro de sus palabras que la imposición gubernamental ha costado o costará “sangre y fuego” (19/07/17, p. A6)
Así como muchas personas tratan de detener o evitar que los gobernantes y sus pueblos hagan lo malo, Habacuc le habló del pueblo caldeo por practicar la idolatría, aspecto que estaba contaminando al pueblo de Israel y Dios, por medio del profeta les dijo lo siguiente: “¿De qué sirve el ídolo, siendo que un hombre lo hizo? Allí pronunció el cuarto “ay” y menciona: “¡Ay del que dice al leño: Despiértate, a la piedra muda: Levántate! ¿Podrá el ídolo enseñar? Aunque está cubierto de oro y plata, no hay espíritu de vida en él”. (Habacuc 2: 18,19)
Por ello Dios prohíbe la idolatría, y el profeta señaló: “Jehová está en su santo templo. Calle ante Él toda la tierra”. (Habacuc 2:20)
Aunque algunos recitan ese verso para observar reverencia en un templo y eso es verdad, según el comentario antes mencionado (CBA)el profeta dijo guarde silencio toda la tierra, es no contradecir al Eterno y confiar en Él porque está vivo, y podemos decir con toda seguridad que estamos en las manos de Dios.
Ante un país fuera de control, el Señor desea que nos apoyemos solo en Él, y en ese sentido Dios le quitó el peso que llevaba encima a Habacuc y le dijo: “Porque la visión… llegará a su fin y el justo vivirá por su fe” (Habacuc 2: 3,4)
Eduardo Iván González González
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