Ventana abierta – Pérdidas irreparables

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Para recordar: “Y esta es la voluntad del que me envió: que de todo lo que Él me ha dado yo no pierda nada, sino que lo resucite en el día final” (Juan 6:39)

Hay un dicho que dice: “Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”. Y es verdad. Porque perder a alguien, una amistad, un amor, un ser querido, da un dolor que puede durar días, años y a veces casi toda la vida; y se catalogan como pérdidas irreparables, ya que no se pueden reemplazar y solo hay uno que puede ayudar a consolarnos, y su nombre es Jesús, el Hijo de Dios.
En la mayoría de los casos este dicho lo relacionan con el amor, pero según nuestro texto inicial y otros estudios, se puede sentir dolor hasta por la pérdida de un país.

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¡Estamos a punto de perder a Venezuela! Y si eso llega a suceder, Dios no lo quiera, le aplicaremos el dicho: “Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”. Con el país están sucediendo pérdidas irreparables, como: Vidas humanas, derechos, Constitución, bienes, inmuebles, negocios, libertad, entre otros. Y de alguna forma eso nos afecta a todos, queramos o no.

La revista Psicología práctica (1993), Nº 46, p. 114, dice: “Los Acontecimientos Vitales (A.V.) son aquellos sucesos de la vida de una persona que tiene cierta importancia (fallecimiento de familiares, bodas, despidos, separaciones de cualquier tipo, ascensos en el trabajo, cambio de casa…) ‘y producen un grado de afectación o estrés’.

Esto está sucediendo en nuestro país y en rbpsicolegs.worpress.com señalan que Thomas Holmes y Richar Rahe, estudiaron el registro médico de 5.000 personas y elaboraron lo que se conoce como la “Escala de estrés Holmes-Rahe”, una lista de 43 acontecimientos vitales; dándoles puntuación a los factores estresantes.

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Ya que no tenemos espacio para colocar los 43 acontecimientos clasificados por Holmes-Rahe, les dejamos la tarea de averiguar cuánto nos afecta, de acuerdo a la escala de los antes mencionados. Por ejemplo: En el puesto 1, “Muerte del cónyuge”. Puesto 3, “Encarcelamiento”. 5, “Muerte de un familiar cercano”. 6, “Lesión o enfermedad personal”. 8, “Despido del trabajo”. 18, “Cambio de la situación económica”.

El texto inicial habla que Jesús no perdió a ninguno de sus discípulos, con excepción de Judas (Juan 17:12). Pero Cristo dejó claro que si alguno de los suyos perdía la vida, Él lo resucitaría “en el día final”.

Eso nos tranquiliza, porque si llegamos a perder al ser que amamos, deseamos que tenga la esperanza de la vida eterna
Gracias a Dios, este es nuestro artículo 595 y no sabemos cuántos más podamos escribir, pero sí estamos seguros que Dios no desea que ningún país se pierda o sufra pérdidas irreparables (recordemos el caso de Nínive con Jonás), siempre y cuando estemos dispuestos a hacer su voluntad, y si al final se presenta lo que no esperamos para Venezuela, de todas maneras tenemos una Patria celestial asegurada.

Tal vez por ello, el apóstol Pedro dijo: “…sois protegidos por el poder de Dios mediante la fe, para la salvación que está preparada para ser revelada en el último tiempo” (1ª Pedro 1: 5). E igual Pablo señala: “Porque nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también ansiosamente esperamos a un Salvador, el Señor Jesucristo…” (Filipenses 3: 20,21).

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