Cotidianidades Alternativas La Laguna De La Mora (I Parte)

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Según estudio del Dr. Eladio del Castillo

Al nordeste de Barquisimeto, en la calle que arranca al pie de la Catedral y va hacia el norte, dirección de los Cerros de Sabana Grande, hallase  hoy una superficie desigual, declive, de aspecto agreste, de algo menos de una hectárea, revestida de vegetación variada y en que abundan leguminosas y gramíneas, en la cual, en no lejano tiempo existió la Laguna de la Mora.
La conocimos desde hace muchos años. La visitamos en el año 1877, cuando regía en el Estado el General Jacinto Lara; y desde entonces, casi sin saber el porqué, movió nuestra curiosidad infantil. Había a su derredor muchos árboles adultos que la sombreaban y atraían los vientos con gran impetuosidad, y que, al correr sobre la tersa superficie de la laguna, la hacía picarse, simulando casi de un todo, un minúsculo mar interior. Aun recordamos complacidos aquella gratísima impresión de nuestros primeros años.
Entonces era una laguna algo honda, en la cual surcaban botes; e iban hacia el pintoresco sitio en son de paseo y en amenísima charla, por la mañana o al caer la tarde, las familias distinguidas de esta capital, ávidas de respirar las frescas brisas semicampestres o en busca de nuevas y gratísimas impresiones.
En junio de 1905 las lluvias arreciaron, el agua pluvial aumentó mucho el caudal de La Mora, se puso ésta “bellísima”, según el decir popular, hasta el punto de que se organizó un bote, el cual fue lanzado al agua por un batelero resuelto, natural de una de las vecinas Antillas. Reinó el entusiasmo y muchas personas se proporcionaron el placer de ver balancear sus cuerpos, llevados por la pequeña nave, entre las ondas lacustres.
El 20 de agosto de 1907, fuimos a visitar La Mora en un unión de un grupo de discípulos alumnos del extinto Colegio Barquisimeto, que dirigíamos, con el fin de observarla en todos sus detalles; estudiar su configuración, hallar sus dimensiones, determinar su superficie y profundidad; valuar siquiera aproximadamente el volumen de sus aguas, medir la altura de sus contornos y demás circunstancias, inclusive la vegetación circundante, trabajo que solo pudimos realizar en parte, a causa de haber sido muy frecuentes las lluvias en ese año; de tal manera que La Mora rebosó su lecho y llenó parte de sus contornos, llamando la atención de muchísimas personas, que afluían en dirección hacia ella para contemplarla desde la colina inmediata.
La laguna tomó proporciones; su aspecto era “muy bello”. Dos operaciones sencillas, fundadas en la semejanza de dos triángulos y en la proporcionalidad de sus lados homólogos, emprendidas con el objeto de que los estudiantes practicaran, nos dieron por resultados las siguientes medidas: largo 123 metros y mayor anchura: 115 metros, despreciadas las fracciones del cálculo. Los alumnos que tomaron parte en esto, como ayudantes inmediatos, fueron: Walterio José Pérez, Eduardo Francisco Pineda, y Luis Enrique Ramos, cursantes de Filosofía.
El 2 de marzo de 1911 oficiosamente recogimos algunas noticias fidedignas sobre el pasado histórico de La Mora. Fueron transmitidas por persona honorable: el señor D. F. Hurtado, extinto ya, y quien las hubo de buena fuente. Lo que entonces escribimos y anotamos cuidadosamente en cartera, lo transcribimos hoy, tal cual fue escrito, pues todo ello se halla conforme con la verdad, según hemos podido comprobarlo por estudios ulteriores recientes. Nuestras  noticias de cartera decían así:
La Laguna de La Mora.- Se llama así, porque ahí hubo un árbol de Mora (una urticácea: Maclura Tinctorea). Aun hoy mismo (en 1911) queda un descendiente del primitivo árbol. Esta laguna es de formación artificial. Se la hizo en una época remota cuando el agua escaseaba en la ciudad, pues era artículo de primera necesidad que se vendía por las calles, en todo tiempo. El objeto al hacerlo fue proveer de agua a los que habitaban los alrededores de la laguna, dándoles agua para ciertos usos domésticos, como el lavado y otros por el estilo, servir de abrevadero, esto es, proveer de agua al ganado que afluía ahí, etc. Para ello el gobierno aprovechó la parte declive, natural en aquel punto y procedió a hondar a aquella con gran número de peones; echando la tierra sacada en la parte Este, donde se formó un cerrito o colina. Este trabajo se empezó a hacer el año 1831.

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