EL CONSEJO DE ESTADO

no brindan confianza de proporcionar opiniones objetivas porque suelen estar mediatizados por la complacencia al Jefe del Estado. Por esa razón y por muchas más, los presidentes necesitan asesorarse, oír opiniones no contaminadas del quehacer político partidista y en no pocas decisiones requieren del respaldo de personalidades relevantes de la vida política, social, académica, cultural y económica del país.El Consejo de Estadose creó para eso, para asesorar al Presidente, le brinda, por lo menos en teoría, la oportunidad de oír opiniones desprejuiciadas, opiniones de personas que no son de su entorno sino de otros poderes públicos e incluso de oposición.
El Consejo de Estado en otros países tiene facultades de decisión y sus opiniones son vinculantes. Así ocurre en Colombia y Chile. En Cuba incluso sustituye a la Asamblea Nacional en la elaboración de leyes durante el receso anual del organismo legislativo ordinario. Y en Francia tiene una gran trascendencia porque llega a vigilar y a ejercer funciones de control sobre los actos del Poder Ejecutivo y de toda la Administración Pública. En Venezuela, la Constitución de 1999, en su Artículo 251, creó, sabiamente, el Consejo de Estado sólo como un “órgano superior de consulta del Gobierno y de la Administración Pública Nacional.” No es un órgano de toma de decisiones, por lo tanto no es un órgano de gobierno. Sus opiniones no son vinculantes, si lo fueran, se estaría convirtiendo en órgano de gobierno y sustituyendo a los gobernantes naturales. El mismo Artículo 251 constitucional, refiriéndose al Consejo de Estado, continúa señalando que “será de su competencia recomendar políticas de interés nacional en aquellos asuntos a los que el Presidente o Presidenta ( ) de la República reconozca de especial trascendencia y requieran de su opinión.“Destaco la expresión “recomendar políticas”, lo que significa claramente que de este órgano asesor sólo emanarán sugerencias, que en nada obligan al Presidente de la República. La responsabilidad de cualquier decisión será siempre del Presidente de la República.
El presidente Chávez acaba de convocar, para constituirlo por primera vez en los casi 13 años de promulgada la Constitución Nacional vigente, al Consejo de Estado. Designó los cinco miembros correspondientes al Ejecutivo Nacional (ninguna sorpresa, pura decepción)que se suman al Vicepresidente quien lo presidirá y le corresponde ahora a la Asamblea Nacional y al Tribunal Supremo de Justicia, la designación de sus respectivos representantes, uno por cada uno de esos poderes y un representante de los gobernadores de estado, que será designado por el conjunto de los mandatarios regionales. El motivo de la convocatoria y constitución del Consejo de Estado, es la propuesta presidencial del retiro de Venezuela de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Indiscutiblemente que esta insólita propuesta requiere la asesoría y opinión de relevantes personalidades del país y de un “órgano superior” de consulta como se supone que es el Consejo de Estado. Sin embargo, la integración que hemos venido observando del mencionado órgano, me indica, sin lugar a dudas, que “recomendará” al Presidente lo que él quiere que se le recomiende. De ser así, repito, como todo lo indica, una vez más este gobierno estaría desvirtuando la naturaleza de un muy importante órgano de rango constitucional, como es el Consejo de Estado, lo estaría instrumentalizando para sus perversas intenciones, lo que debe ser una advertencia para el país y para quienes sean llamados a integrarlo.Hasta hoy parece un “cogollo” del Psuv. Un Consejo de Estado que represente a toda la sociedad venezolana, debería integrarse con un diputado designado por la Asamblea Nacional que no forme parte del sector oficialista. Yo hubiera propuesto a María Corina Machado o a Hiram Gaviria, por ejemplo. Del Tribunal Supremo de Justicia hubiera propuesto a la doctora Mármol de León y de los gobernadores hubiera propuesto a Pablo Pérez o a Salas Feo, pero nunca a un diputado o a un magistrado o a un gobernador que le vaya a decir permanentemente al Presidente, lo que él quiera oír, cosa que sí harán los incondicionales de siempre. El país los está observando y se acerca el 7 de Octubre.