Sin tregua LAS PALABRAS DE MODA: RUMOR, TUMOR y HUMOR

, a cualquier precio.
Por estos tiempos, tres vocablos se entrecruzan en mi mente provocando un cortocircuito, que suelo resolver con la escritura, que es una catarsis personal-semanal. He intentado contar cuántas veces he leído y escuchado: rumor, tumor, humor. Miles de veces, pues hoy no hay trabajo escrito, discurso televisivo o radial que no contenga alguno de estos tres términos.
En casi todos los contactos informales que se producen en la rutina diaria, aparecen también estas tres marías. Teñidas, por cierto, de ese sesgo político que impregna todo en nuestras vidas, en estos últimos catorce años. Aunque debo decir que, el fanatismo ha desaparecido casi en su totalidad, porque muchos están convencidos que lo del tumor maligno de Esteban es un engaño o un teatro, como se lo preguntó JAO al titular la Campana del Desierto el  domingo pasado.          
En efecto, muchos compatriotas juran que el rumor oncológico es parte de la propaganda de la campaña electoral. Y esa sospecha de manipulación de la enfermedad de quien “gobierna” desde Cuba, les genera rabia y desconcierto. Porque siempre hay una historia, una experiencia cercana con esta grave patología que les ha hecho sufrir dolores a una madre, una esposa, un hijo, un hermano, un familiar sometido a quimioterapia. Han sido partícipes de lo que ocurre a sus seres queridos después de las sesiones de quimio, como cariñosamente llaman a ese tratamiento.
Y por eso creen que todo es un rumor generado por la cúpula roja rojita para provocar, electoralmente, eso que se conoce como “misión lástima”. Sienten, quizás, por primera vez, que los manipulan, porque nadie con esa enfermedad se encadena para hablar durante 10 horas, como ocurrió a principio de año. Igual no entienden como se puede destilar tanto odio, maldad y rabia, si el cáncer hace todavía más frágil y sensible a los seres humanos.
Pero la verdad verdadera en torno a la gravedad del mal que aqueja al “comandante-paciente” solo lo sabe su padre putativo. El resto debemos guiarnos por los rumores que circulan, en enormes cantidades, a través de las redes sociales, de los medios y de radio bemba, por supuesto.
Luego, lo único que queda para los que habitamos en esta patria hipotecada es la incertidumbre, y la certeza que hay un paciente oncológico que se beneficia del erario público, para tratarse con médicos de varios países que lo atienden en La Habana, mientras aquí los hospitales especializados en cáncer, están en el suelo, sin dotación, sin medicamentos y con galenos altamente especializados pero sin recursos.
¿Cómo se sentirán los enfermos oncológicos venezolanos frente a esta desproporción e injusticia? ¿Acaso creerán que en efecto, aquel, es un ser superior, especial, casi divino que tiene todos los derechos sobre los bienes de la patria? Mientras, ellos, deben ajustarse el cinturón hasta el último huequito y conformarse con la miseria, el deterioro, el desabastecimiento y las carencias que reinan en los hospitales del país.
Aquella es parte de la realidad, bastante morigerada por la censura y la autocensura que el régimen impone para que los medios no se hagan eco de la lamentable situación de los hospitales venezolanos. Los medios de comunicación social deben hilar demasiado fino para evitar que el peso de la “justicia” les sea aplicado por los organismos y leyes que bloquean la información, con la amenaza de cierre, multa o cárcel. Así las cosas; solo se escucha un “ruido sordo, vago y continuado” que corresponde a una de las acepciones de rumor que nos entrega el diccionario.
El rumor es una fuente muy potente para el humor. Lo hace creativo y original, tal como se aprecia en trabajos de los caricaturistas, humoristas y columnistas. El talento se agudiza para atrapar el lado menos cruel de un  tema doloroso. La chispa brota del ingenio para abordar lo escabroso con gracia y elegancia. La agudeza ayuda a sortear las trampas y limitaciones que el autoritarismo coloca en el camino a la inteligencia.
El humor, pues, logra que nos riamos de nuestras propias desgracias, lo que se agradece porque hace leve las cargas de la vida. Sin duda, los autócratas serían menos infelices y paranoicos si pudieran valorar la generosidad del talento de un Laureano Márquez, Claudio Nazoa, Pedro León Zapata, Rayma, Weill, Fonseca, Edo y el de nuestro estimado Néstor Juárez. En fin, hay palabras que se ponen de moda cada vez que algún tiranuelo asume el poder: rumor, humor y a Esteban como que le tocó, además, la otra también.