La universidad venezolana en el siglo XXI, debe desempeñar una función insertada adecuadamente a las necesidades reales de la sociedad venezolana, y las transformaciones necesarias e indispensables son aquellas que se establecen en función de la acumulación de conocimientos y de las innovaciones tecnológicas, así como también en el progreso humanístico. Tomando en consideración la tendencia internacional, una gestión significativa de la universidad venezolana debe abarcar los siguientes aspectos: seleccionar y mantener el talento humano mas calificado, como único criterio para determinar la calidad de la educación universitaria y la investigación científica; admitir los mejores estudiantes en términos académicos, con dedicación, compromiso, potencial de liderazgo y provenientes de diversos orígenes.
Además, es imprescindible proveer una experiencia de formación de alta calidad que dinamice a los estudiantes, orientada hacia el ámbito internacional, para desarrollar actitudes y valores en la búsqueda permanente del máximo potencial; dar prioridad estratégica a los recursos en investigación de alto impacto para avanzar en el conocimiento y sus aplicaciones de calidad, excelencia e impacto mundial; desarrollar sinergias de relevancia entre la formación profesional interdisciplinaria y la investigación, en el marco de una dinámica sin fronteras; así como también, hacer progresar a estudiantes comprometidos con la comunidad universitaria quienes apoyaran activamente la visión y misión institucional de la universidad. Todo ello necesita adoptar las mejores prácticas de gerencia con el fin de optimizar el funcionamiento institucional.
La universidad venezolana no tiene un rumbo adecuado. Cada segmento de las universidades venezolanas tiene claro su filosofía de gestión, pero la misma no coincide para conformar un sistema orgánico, y sus diferencias hacen que se creen tensiones entre ellas, porque cada una defiende intereses particulares y no se impregnan de ecumenismo esencial. Las universidades venezolanas, se hallan en pugna y en tensión, entre las diversas modalidades, aplicando el modelo docente, porque las únicas universidades que hacen investigación con visión de futuro son las universidades autónomas. En Venezuela se mantienen universidades incoherentes, ineficientes, de baja calidad y de elevado costo, porque se establecen criterios insostenibles como homologar sus funciones académicas, según la cual se paga por función y no por rendimiento, cerrándose el comportamiento a la necesaria competitividad, hasta el punto de que bastaría hacer continuidad sin vacaciones colectivas para incrementar el desempeño y la productividad en un 35% aproximadamente.
En el comportamiento institucional de la universidad venezolana, no se visualiza el clima y ambiente para generar un progreso significativo, interesante, relevante en el sentido de reducir el atraso de nuestro nivel cualitativo académico, cotejado ello con los países desarrollados. En Venezuela se ha sido débil en auspiciar los mecanismos de regulación que mejoren la calidad académica y en la práctica no se ha estimulado a la academia por la formación interdisciplinaria permanente. La universidad en Venezuela, debe mejorar su capacidad de insertarse oportuna y adecuadamente en la cadena de producción de conocimientos con valor agregado. Las universidades experimentales y las bolivarianas se comportan como dependencias gubernamentales, sumisas al gobierno nacional, y las del sector privado mantienen la lógica intrínseca para el desarrollo de la docencia sin hacer énfasis exhaustivo en la investigación científica y en la responsabilidad social. Eso necesita de una gestión significativa de naturaleza proactiva, en el marco de una transformación integral de la universidad tradicional en Venezuela.
La universidad venezolana, no podemos compararla en cuanto a calidad, con el resto de las universidades latinoamericanas, respecto a la producción de conocimientos pertinente, porque la gerencia institucional se ha politizado al extremo ineficiente, acompañada de autonomía institucional irresponsable y carencia de independencia financiera que hace depender a las universidades del presupuesto que provee el Estado. El diseño curricular está orientado hacia las demandas profesionales, y la nómina de personal es disfuncional, porque acoge a una proporción mayor de población pasiva que de la activa. En Venezuela, no existe una orientación armónica entre Conocimiento y sociedad, pero las carencias de excelencia académica impiden una visión relevante a futuro, acerca del rol de las universidades, reduciendo las posibilidades de avance, porque no se estimula la relación citada.
La ausencia de universidades de calidad académica mundial, es un fenómeno latino americano, porque América Latina se halla rezagada respecto con el resto del mundo. Las universidades venezolanas son unidades locales, las cuales no importan estudiantes ni profesores, no exportan conocimientos con valor añadido, aperturándose instituciones para estudiantes de los países con quienes tienen alianzas políticas e ideológicas, pero Venezuela no es un país exportador de conocimientos, como lo es América Latina. Es importante aclarar, que Venezuela tiene una alta circulación de talento, estudiantes y conocimientos, en los cuales es importador neto, exportando talento en la modalidad de recursos humanos.
