Sin tregua – ¿Única o unitaria?

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Lo ratificado recientemente por la Unidad Democrática en torno a la tarjeta unitaria marca una diferencia enorme con relación al patrón de conducta de este régimen. Quienes defendemos la libertad no podemos estar de acuerdo con la dictadura del pensamiento único y del líder único. De esa cabuya tenemos un rollo que por más de trece años ha querido imponernos el comandante-paciente.

Nada que huela a único, impuesto por la fuerza de mayorías circunstanciales, puede ser aceptado por quienes se han convencido que la pluralidad y la diversidad son condiciones fundamentales de la democracia. Por eso, la unidad lograda mediante el diálogo y el consenso representa un estadio superior, que habla muy bien de partidos y organizaciones que se agrupan en la MUD.

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Las visiones, opiniones, propuestas y posturas se discuten y analizan, para llegar a los acuerdos que buscan interpretar lo que está en el centro de las angustias y preocupaciones del pueblo, que sufre los desmanes y despropósitos de un hombre poseído por los demonios de un anciano desquiciado, que maneja los hilos del poder desde su privatizada isla, convertida desde hace 50 años en la Alcatraz antillana.

La MUD puso en práctica la descentralización, por lo cual cada estado y municipio cuenta con su mesa para dirimir sus problemas específicos. Es decir, las decisiones no se imponen desde el centro sino que surgen en cada entidad  y son reconocidas y acatadas por todos. Las elecciones primarias, que permitieron elegir a Capriles, así como a los candidatos a gobernadores y alcaldes fueron un ejercicio de democracia, sin precedente en la historia política venezolana.

En las MUD estadales y municipales también convergen todos los partidos y organizaciones que no aceptan la tiranía de “una sola voz”, que se presenta como un predestinado, que vino de Sabaneta a salvarnos en virtud de su superioridad casi divina. En esas mesas los problemas son terrenales y humanos, y se debaten.

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Allí, por supuesto, hay diferencias entre partidos. Está presente la “pluralidad de izquierdas”, como lo subrayó Carlos Blanco. Están los socialdemócratas y los socialcristianos. Luego, hablan y se entienden AD y Primero Justicia con Bandera Roja y el MAS, sólo por citar organizaciones que otrora representaron los extremos de la política venezolana y nos dábamos con todo.

Claro, pero todos hemos entendido que el país está por encima de nuestros intereses partidistas o de los tintes ideológicos que nos identifican. También que debemos hermanarnos en medio de la diversidad, porque lo esencial es la república civil llamada Venezuela, la democracia y la justicia social.

Y claro que existen rencillas, peleas, separaciones y hasta divorcios. Es algo normal, que ocurre hasta en las mejores y más ejemplares familias. Hay discusión para que se produzcan los acuerdos como en todo espacio civilizado, respetuoso de los derechos del otro.

Puede decirse que en el terreno hoy se enfrentan dos fuerzas. La primera propone un camino para ir hacia delante, hacia una sociedad moderna, civilizada, descentralizada, plural, basada en la sociedad del conocimiento y el progreso. Mientras, la otra fuerza nos empuja hacia un pasado abismal y oscuro: militarista, castrocomunista, miserable y violento. Centrado en el culto a un sujeto, a quien es menester adorar como a un tótem, propio de sociedades tribales menos evolucionadas y refractarias al cambio.

Pues bien, o vamos hacia la oscuridad o buscamos la luz. En esta encrucijada estamos los venezolanos en esta segunda década del Siglo XXI. Prohibido volver a equivocarse, por ello es urgente elegir el camino correcto para no ir a contravía del futuro. Esto es lo primordial.

Afortunadamente, contamos con un hombre joven, saludable, con experiencia en la gestión pública, formado intelectual y académicamente en el mundo civil, electo en primarias limpias y transparentes que ofrece trabajo digno, no limosnas. Que propone respeto al esfuerzo personal para mejorar la sociedad. Que estimula el emprendimiento para salir del hueco del desempleo y convertir debilidades en fortalezas, pues un empresario es un empleador.

¿Tarjeta única o unitaria? No nos enrollemos. Este cronista asume la unitaria, pero respeta la propuesta de algunos partidos de concurrir al proceso electoral colocando sus símbolos distintivos en el tarjetón. El 7-O, la unitaria y la de los partidos se contarán a favor de la gran victoria del candidato del cambio Henrique Capriles Radonsky. Y, el soberano, además, dirá la última palabra respecto a una u otra estrategia, que tendrá, por supuesto, sus consecuencias políticas. Amanecerá y veremos.

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