Reflexionemos primero sobre la importancia de la fecha que conmemoramos cada año, en una travesía que comienza usualmente con el nacimiento de un bebé, lo cual biológica y jurídicamente hablando, nos convierte (a los hombres) en padres, visto desde el punto de vista civil es este el primer grado de parentesco, de una línea masculina ascendiente, donde de esa relación paterno-filial se derivan también obligaciones y derechos, vinculados a una figura llamada patria potestad y su filiación, de donde surgen muchas obligaciones pero la más importante y conocida es la obligación de prestarse recíprocamente alimento, con los deberes de asistencia recíproca, en materia civil.
En el ámbito penal esta relación también contiene una importancia trascendente y diferente en cuanto a sus efectos jurídicos, como lo es por ejemplo en relación al delito de homicidio calificado, previsto en el artículo 406 del Código Penal Venezolano vigente ordinal tercero, letra a, cuando se tipifica el abominable hecho de que un hijo le produzca intencionalmente la muerte al padre (parricidio); como igualmente son distintas las consecuencias, por ejemplo del incesto, que consiste en la desnaturalización de las relaciones sexuales entre ellos que configura también otro delito dentro de nuestro sistema jurídico penal.
En el aspecto religioso, dentro del derecho canónico el sacerdote es llamado «padre», quien es a la vez el confesor por excelencia de sus feligreses, siguiendo la inspiración del padre mayor, llamado Dios Padre en todas las religiones, imagen masculina esta que toma especial importancia en Roma con la imagen del buen Pater familia, donde cada «pater», en su pequeño universo o familia, con el derecho a equivocarnos al no existir una escuela para padres, sino lo que aprendimos de los nuestros en una praxis diaria a futuro, donde los valores son importantes.
Estando vinculado el ser padre con los valores, es por lo que se generó el concepto romano del Padre de la patria, quien es un ciudadano digno de respeto, como de admiración de todos sus coterráneos, título este honorifico otorgado antes por los emperadores romanos, el cual fue reconocido a un caraqueño universal como fue Don Simón Bolívar y Ponte, gracias fundamentalmente su desprendimiento y generosidad, para quien también en su día.
Siendo mi padre (Juan Mitre Raad Constantino r.i.p.) casi mi exclusiva guía, hubo otros varones que en algún momento fueron también importantes en mi crecimiento personal quienes me enseñaron alguna parte de las variables de este misterioso y maravilloso camino llamado vida, lleno de calles nunca transitadas, de atajos y de sorpresas, donde fue para mi formación como rotario, un padre, el señor Rodolfo Cuffia Romano, hombre vertical como ninguno, honesto, amable, amante de las buenas costumbres, amante de nuestra patria, siempre acompañado por Yolanda su insigne esposa, ejemplo vivo a seguir de pareja y de familia.
Sea como fuere somos un producto social e histórico como de una sumatoria de elementos, que como afirmaba, Johann Christoph Shcelller tener la carne y la sangre, no solo los hace padres, sino el corazón, que conjuntamente con lo afirmado por el iluminista Jean Jackes Rousseau quien afirmaba que un buen padre valía más que cien maestros, razón por la cual que cualquiera biológicamente puede ser padre, pero será un varón con humildad quien pueda de verdad ser papá, teniendo que llegar siempre al corazón de sus hijos, para en consecuencia poder concelebrar ese día especial con todos los padres, sobre todo los de mi género, buscando siempre la mejor forma de ser cada día mejores.
