La adicción: Un problema de todos (2)

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Somos una sociedad enferma, conformada por individuos enfermos: crónicamente insatisfechos, intoxicados, mal nutridos, adictos a sustancias, conductas y personas, estresados por las ambiciones.
Las adicciones y las enfermedades psicosomáticas y degenerativas son parte de la realidad de vida en la que apenas sobrevivimos.
Esta tendencia cultural tiene su origen en una serie de carencias y desviaciones de nuestra formación y educación que no permiten el desarrollo pleno de nuestras potencialidades. Existen muchas debilidades de carácter determinadas por el facilismo, la comodidad, el consumismo, la ignorancia y la inconsciencia en la que permanecemos orientándonos hacia lo que nos gusta y alejándonos de lo que no.
Abusamos de lo que nos gusta y por eso nos intoxicamos, y evitamos lo que no nos gusta y por eso padecemos de múltiples carencias. Mediante esta actitud somos presa de los instintos, nos dejamos llevar por impulsos temperamentales y solemos rehuir de todo lo que represente problemas, compromisos y dificultades. Es así que la adicción en un principio es parte de las soluciones que utilizamos para hacer la vida más llevadera, pero luego se convierte en parte de los problemas.
La adicción no es simplemente sinvergüenzura u ociosidad, en realidad es una enfermedad. La Enfermedad Adictiva (EA) es un trastorno biológico, psíquico, social y espiritual en el cual una persona ha desarrollado dependencia, hacia una sustancia, una actividad o una relación (codependencia) que lo gratifica y mejora su estado de ánimo.
A nivel neurológico, un adicto posee un desbalance en los neurotransmisores por lo que depende de la conducta o consumo adictivo para lograr sentirse “artificial y temporalmente bien”. La Enfermedad se caracteriza por ser progresiva y frecuentemente letal -en especial cuando es a substancias como alcohol, cocaína, heroína, nicotina, etc.- y porque no tiene una cura definitiva. Se controla, se maneja y se aprende a vivir con ella en condiciones de bienestar, mientras se contemplen y respeten ciertos parámetros. De manera similar como ocurre con cualquier otra condición como la diabetes o la migraña o la colitis.
El recurrir a algo que altere el estado de ánimo es una elección, que suele comenzar por curiosidad como una experiencia. Luego, solemos repetir la experiencia de manera ocasional y a partir de allí, suele aumentar la frecuencia, y crearse un cierto patrón de regularidad.
Entonces, sin saber ni cómo ni cuándo, pasamos del uso al abuso y luego a la adicción. Toda adicción comienza con el uso pero todo uso no conduce a una adicción. La adicción es una condición que nos roba la capacidad de elegir y nos dicta la frecuencia, la cantidad y la forma de consumo. Se caracteriza por la marcada dependencia y la falta de libertad. La dependencia creciente está determinada por dos características: la Tolerancia y la Abstinencia. La Tolerancia es el fenómeno por el cual, para lograr un efecto satisfactorio se requieren estímulos de mayor intensidad y frecuencia o en cantidades mayores de sustancia. La Abstinencia es una serie de síntomas muy desagradables de enfermedad que experimenta el adicto cuando deja de consumir o de realizar la actividad adictiva.
Todos somos adictos en mayor o menor grado y nos diferenciamos simplemente en que unos muy pocos tienen el control, otros pocos saben que nunca lo han tenido pero la gran mayoría decir verdad… cree tenerlo. Somos adictos a emociones intensas, al sexo (promiscuidad, sado-maso-homo, etc.), a otra persona, al trabajo, a al ejercicio, a ideologías políticas o religiosas, a la Internet, al juego, a la TV, a comprar, a ayudar a otros, a diversas sustancias químicas y comida, etc.
La diferencia es que, mientras unas te perjudican lenta y progresivamente de manera casi imperceptible, otras te destruyen de manera más dramática; mientras unas son socialmente censuradas y perseguidas otras no sólo son aprobadas sino que su consumo es incentivado e incluso, algunas son socialmente muy apreciadas; y mientras algunos nos comportamos aun dentro de la funcionalidad otros llegamos a tornarnos por completo disfuncionales.
El patrón adictivo puede ser muy variado. Pongamos por ejemplo el consumo de alcohol. La mayoría de los alcohólicos se consideran bebedores sociales, dicen que es preferible ser un “borracho conocido” que una “alcohólico anónimo”. Se suele considerar que alcohólico es aquél que bebe todos los días o el que bebe en grandes cantidades o el que pierde la consciencia cuando lo hace o el que se torna agresivo y luego no recuerda lo que hace o el que presenta problemas con la responsabilidad en el trabajo o con la familia por causa de la bebida o el que presenta problemas de salud como hígado graso o cirrosis por alcohol.
Si bien todas estas modalidades son formas inequívocas de alcoholismo, el que suele beber socialmente para hacer negocios diariamente aunque no pierda la consciencia o el que necesita beber todos los fines de semana con sus amigos, o que bebe de vez en cuando pero cuando lo hace no puede parar por varios días, también son modalidades de alcoholismo.

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