Capriles… pueblo a pueblo

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Sin tregua
Las marchas, concentraciones, recorridos y movilizaciones convocadas por el Comando de Campaña del “Flaquito” Capriles se han convertido en un ejercicio de libertad y arrojo por parte de miles de compatriotas nuestros. Cada pueblo, cada ciudad espera, ansiosamente, que el candidato haga acto de presencia para volcarse a las calles – transformadas en ágoras – donde pueden expresarse sin límites. Se sienten libres para preguntar, entablar diálogos, son escuchados, viven una relación fraterna de cooperación y solidaridad, al tiempo que se aproximan a este joven líder, cargado de una enorme fuerza positiva, con mucho más futuro que pasado.
Como activista de esta gesta democrática, uno ve a un pueblo que busca salir de esta pesadilla que va “pa´los 14 años”, inoculando el veneno del odio, del resentimiento y la división. Pero como venezolano, que comparte sus mismas angustias, uno se siente orgulloso de los millones de compatriotas que desafían el chantaje, el hostigamiento y el control de este régimen militarista-despótico, al que solo le falta el símbolo de la esvástica en la bandera y en los uniformes rojo-rojitos de sus fanáticos y afines para dejar ver su verdadera esencia totalitaria nacional-socialista.
Zuleima Cordero de Querales, madre de familia, ingeniero, habitante de la parroquia Juan de Villegas, en caminata con Capriles me soltó lo siguiente: “los barquisimetanos que vivimos enclaustrados, enrejados y presos del miedo, experimentamos breves instantes de libertad cuando el encuentro es en torno al candidato de la Alternativa Democrática. El sólo anuncio de su presencia es motivo de alegría. La gente se organiza, se prepara para recibirlo como un huésped muy especial o como un familiar muy querido y añorado, porque es portador de buenas y nuevas noticias, cargadas de esperanzas y positivos anuncios”. Y en cada pueblo la gente común y corriente – ¡no la burguesía! – palabras más, palabras menos, nos repiten los mismos comentarios de Zuleima.
Mujeres, hombres, muchos jóvenes colman calles y plazas a donde llega el “Flaquito”. Las banderas multicolores ondean a lo largo y ancho de las vías donde se concentran los demócratas, que se dejan ver y fotografiar por quienes siguen usando la lista “Tascón” como un instrumento de retaliación. Aniquilador de sueños, que ha sumido en la pobreza a miles de venezolanos, expulsados de sus trabajos sólo por ejercer el derecho constitucional de pensar diferente al candidato a expresidente.
Todo lo perpetrado por el G-2 cubano, por las sectas violentas y por la policía del régimen no han podido aniquilar la valentía de los venezolanos, que muestran sus caras a la luz del día, sin miedo. Es una actitud de tanto temple, que solo nos queda expresarles desde la Mesa de la Unidad del Estado Lara, el reconocimiento y admiración a quienes no amilanan las amenazas, ni el chantaje.
Incluso cuando han tenido que enfrentar la fuerza bruta de un poder atrabiliario y despótico, la conducta de la gente ha sido inteligente. Lo ocurrido en Sanare o en El Tocuyo, donde pequeños grupos violentos azuzados por los alcaldes de ambos municipios intentaron, desesperada e infructuosamente, impedir la gira de Capriles demuestra, como siempre, que la violencia es usada por el régimen, para intentar silenciar la voz del cambio, que se niega a aceptar la bota militar castro-comunista como rectora de nuestro destino de nación soberana.
Hemos visto cómo la fuerza de la gente se ha impuesto hasta en Barinas, donde la Casa Militar no pudo impedir que Capriles recorriera varios pueblos de ese estado llanero. También hemos notado que cuando existen peligros mayores lo más prudente es retirarse, como ocurrió en Caracas, en La Vega.
Es más que ostensible que la Policía Nacional es usada para reprimir a los venezolanos de bien que nos oponemos al régimen chavista-despótico, mientras la inseguridad y la violencia están enseñoreados en esta silueta de país que nos va quedando, con saldo rojo rojito de unos 160 mil asesinatos en estos trágicos 14 años. Esto demuestra que los cuerpos de “seguridad” están al servicio de la caprichocracia del “hombre de la carroza”, quien se cree dueño y señor de nuestra voluntad y nuestras vidas.
Pero afortunadamente, este régimen despótico ha logrado que los nacidos en esta tierra valoremos la libertad. Por eso respaldamos, con la tarjeta de la MUD, pueblo a pueblo, al “Flaquito” que sintetiza ese sentimiento unitario que hoy nos hermana, condición indispensable para vencer a un hombre enfermo. Enfermo de poder.

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