Por la puerta del sol
“Sabio es quien quiere asomar la cabeza al cielo; loco es quien quiere meter el cielo en su cabeza” (Chesterton)
En medio de sus sombras posiblemente sean más felices y cuerdos los enfermos mentales que quienes tenemos todo para ser felices; que nos llamamos lúcidos y sin embargo cometemos tantas locuras. Dedico a ellos este versito de mi autoría:
Ese que soy
Soy un reflejo del que ves, el que soy,
Sin raíz, frondas, flores ni tronco;
No sé si soy leyenda o soy ficción…
Aunque nada tengo ni rico soy,
Solo sé andar y soñar despierto;
No sé si soy fe, culpa o castigo…
A la vista está la pinta del que soy,
Lindas son las alas de mis vuelos;
No sé si soy libre o soy cautivo…
En la amarga realidad que represento,
Soy la triste nota de un arpegio,
El ángel que se cayó al abismo…
Hasta en el más cuerdo hay rasgos de locura, en el más loco rasgos de equilibrio y de juicio.
Unos se hacen los locos, otros lo son de verdad. Salvador Dalí fue un creador fuera de serie, excéntrico, fascinante. En su arte reflejaba su manera de ser, razón por la que llegó a considerársele loco. Fue un gran exhibicionista. Esta fue una de las razones por las que se propuso crear algo fuera de serie. Dentro de su ancho pensamiento creó lo que quiso, afirmó lo interesante de su personalidad; logró acumular una gran fortuna.
La teoría de Freud es que “El hombre por naturaleza es sabio “sapiens” y por tanto creador de cultura. Cuando un hombre pierde la razón, lo que crea a su rededor es un campo cultural aunque se trate de un campo cultural aberrante. Según Jung (uno de sus discípulos destacados), la locura no tiene nada que ver con la cultura puesto que el enfermo la ignora. Según el discípulo el perturbado es otra persona. Sin lugar a dudas es la mutación que sufre el enfermo y le lleva a vivir en un mundo distinto.
“El loco es una persona que probablemente vive múltiples problemas que no puede resolverlos en el mundo real; razón por la que se obliga a crear su propio mundo en el que es feliz” (profesor G.Carreño). Pensando en el mundo del enfermo mental, llegó esto a preocuparle tanto a Einstein que no sabía si el loco era él o lo eran los demás. El gran pintor Van Gogh en lo más escabroso de su perturbación mental pintó los más famosos y hermosos cuadros de su colección.
Durante mucho tiempo el mundo ha cobrado un alto precio a los enfermos mentales por su mal. Su defecto ha sido causa de rechazo, desprecio, abandono y mucha crueldad. A pesar de haberse declarado la locura como una enfermedad cualquiera, a estos enfermos se les trata como si fueran seres conscientes y perversos.
Es poco lo que ha avanzado el mundo respecto a estos enfermos, falta mucho sobre todo humanidad por parte de quienes lidian con ellos en hospitales y centros de reclusión. La violación a los derechos humanos de los enfermos mentales se evidencia ante los ojos del mundo que no hace nada. La sociedad es cruel, el Estado absolutamente indiferente. No existen sistemas eficientes de readaptación. Los pocos centros que existen para ayudarlos cobran sumas imposibles de pagar.
Adelantos y progresos de la civilización no llega hasta ellos. Es evidente que para el Estado ellos no revisten prioridad, ni representan votos, una de las razones por las que nadie de los que deben hacerse cargo, se preocupa porque tengan una vida más digna.
El Estado no presta la debida atención a las necesidades del pueblo. Pareciera que más importante que tener asegurada la comida y la salud, fuera la consecución de armas que endeuda y no da espacio para dar solución a la inmensidad de problemas económicos que tiene la nación. Las armas y las guerras son culpables de la inmolación de la convivencia humana, del desangre económico, la ruina de los pueblos, el descuido de la salud, el término de la paz.
Nadie puede asegurar que nunca será afectado por una enfermedad mental.
“La ciencia no nos ha enseñado aún si la locura es o no lo más sublime de la inteligencia” (Edgar Alan Poe)
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