En La Morita viven aislados y sin atención gubernamental

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Para los habitantes de La Morita, salir del antiguo caserío es tarea difícil si no se cuenta con vehículo propio.
El sistema de transporte público prácticamente es inexistente, y para llegar al lugar o salir del mismo, es necesario transitar a pie, a través de un camino de tierra hasta la autopista Cabudare-Sarare.

“Médicos de a ratico”
Domingo González, natural del caserío, reseñó que otro de los padecimientos más sentidos, entre otros tantos, es la ausencia de médicos rurales en la zona.
Dijo que cuentan en La Morita con un dispensario de salud, con dos enfermeras, “pero los médicos vienen de vez en cuando, a la hora que sea sin un horario, ni día determinado”.
-Esto es muy duro para los residentes, pues, si te ocurre algo, mientras te sacan al Ambulatorio de Cabudare, te mueres, acentuó.

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Pozos sépticos
Contó el vecino que en la localidad no existe una red cloacal, por lo cual las casas más antiguas ya cuentan con cuatro y cinco sumideros.
Algunos ya han colapsado, otros se han derrumbado por el tiempo, pero todos son sinónimo de insalubridad.
Apuntó que Pdvsa construyó una nueva escuela, muy moderna, pero edificaron el pozo séptico entre el plantel y la cancha deportiva, lo que ahora genera incesantes malos olores y derrame constante porque está repleto.
Estas aguas contaminantes, corren libremente por el camino principal.
Adujo González, que cuando la estatal petrolera iniciaba la construcción de sumidero, alertó sobre lo que pudiera ocurrir, planteando se hiciera en un terreno baldío alejado de los niños y las actividades deportivas y recreativas.

Constantes apagones
Ramón Antonio Sequera, quien nació hace 63 años en La Morita, refirió que en esa comunidad “se aprende a vivir con muchos problemas”.
Destacó que los apagones han terminado de deteriorar los pocos artefactos electrodomésticos que poseen. Detalló que en una semana, hasta cuatro veces se registran interrupciones eléctricas.
El agua potable, lo más puro que tienen, la traen por mangueras desde Gamarra, una quebrada del piedemonte de Terepaima.
González y Sequera, manifestaron que las autoridades municipales “jamás se han acercado a escuchar nuestras necesidades” y pidieron atención inmediata, “porque somos venezolanos”.
Fotos: Luis Alberto Perozo Padua

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