“El pueblo gozará con las nuevas medidas” dijo el vicepresidente Nicolás Maduro, según registra el tabloide capitalino Últimas Noticias del pasado domingo 24 de febrero. La realidad es otra y su causante no es el destino, ni los medios de comunicación, ni la maniobra imperial, sino el Gobierno.
La devaluación de Carnaval no es un accidente “sobrevenido”, es el resultado de los errores y omisiones en la concepción, las políticas y la gestión del Gobierno venezolano.
Los hechos lo comprueban y desbordan la propaganda que, como en otros casos, desborda la versión oficial cada vez menos sostenible.
La medida llega cuando el país ha recibido la mayor cantidad de dinero, por ingreso petrolero, de toda su historia. Sin embargo, entre todos los países de la OPEP, ninguno ha devaluado tanto la moneda en estos años como Venezuela. Entre 2004 y 2013, el tipo de cambio ha retrocedido en -69,5%.
La devaluación más cercana es la iraní que es menos de la mitad (-29%), después viene la nigeriana que es casi una quinta parte de la nuestra.
La de Qatar es casi siete veces menor. Arabia Saudita, Emiratos e Irak no ha devaluado. Kuwait y Libia han apreciado su moneda.
La devaluación afectará el poder de compra en todos los sectores sociales. El nivel de ingresos más altos (ABC+) es 4% de la población, pero el E es 53% y sumado al D hacen el 83% del total de los venezolanos.
Por causa de la inflación, BCV emite más billetes de cien. La deuda externa crece más que la economía y su monto equivale al setenta por ciento de ésta.
En 1999, la deuda externa era 23.443 millones de dólares, hoy es 114.878 millones de dólares.
Para el economista venezolano Francisco Rodríguez, quien trabaja en un banco de Nueva York, el diagnóstico es claro: “El Gobierno gastó más de lo que podía”.
Mientras tanto, doce estados del país se quedaron sin servicio eléctrico por un incendio en Guri y, hablando de eso, se nos dijo que el incendio y la explosión en la refinería de Amuay estaría resuelto en horas y que en días el complejo alcanzaría sus niveles de producción.
A estas alturas, apenas si pasa la mitad de su capacidad y la compra de combustible en Estados Unidos es cuatro veces la que era.
Somos un país petrolero que tiene gasolina gracias al denostado Imperio.
Tenemos la inflación más alta de América desde 2007.
En 2012 tuvimos la quinta inflación del mundo.
Sólo nos “ganan” Bielorrusia, los Sudanes e Irán. Según la FAO, entre julio de 2011 y el mismo mes de 2012, el alza acumulada en alimentos en Venezuela es de 21.7%, mientras el promedio latinoamericano es 8.9%.
En cifras del BCV para enero, antes de la devaluación, la inflación en alimentos tenía cuatro meses seguidos subiendo.
La escasez en el asfixiado sector farmacéutico pasa el 40%.
La escasez mayor es en medicamentos para las arritmias, la insuficiencia cardiaca, la fiebre y la congestión nasal.
En diciembre teníamos más de ochocientos mil desempleados. Catorce de cada cien jóvenes no tiene trabajo.
La mitad de los venezolanos se gana la vida en el subempleo o en la informalidad.
Las misiones venían disimulando esa dura realidad, ¿cómo se hará ahora que el Gobierno tiene menos plata?
El Gobierno, que se equivocó en el camino adoptado y que no dijo la verdad acerca de la situación real, quiere ahora aplicarnos dosis de una propaganda copiosa, para convencernos de que no es nada de particular, que no hay de qué preocuparse, que todo sigue cómo venía. Esa no es la verdad.
Rincón de libros
Del acucioso, y travieso, periodista argentino Jorge Lanata es el libro 26 Personas para salvar al Mundo (Sudamericana. Buenos Aires, 2012), entrevistas a personajes diversos con una línea dirigida a cambiar la vida que vivimos, para hacer este planeta “más vivible, humano y justo».
