Todo compositor necesita encontrarse con sus raíces

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El compositor barquisimetano Antonio Giménez Fréitez se confesó católico. No obstante, dijo guardar respeto por las expresiones culturales y creencias religiosas que se han gestado en el seno de nuestra idiosincrasia.

El culto a María Lionza (Yaracuy), con sus múltiples ritos y cortes espirituales, es una manifestación cargada de sincretismo, símbolos, mezcla de culturas y bailes en candela al compás de los tambores.

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Todas esas propiedades, llamaron poderosamente la atención del músico y director de orquesta, quien dijo sentir la presencia de una energía particular mientras escribía el poema sinfónico María Lionza, que en un primer momento se llamó Epifanía.

-¿Por qué María Lionza?
-Es una decisión que tiene dos historias. Primeramente, a mis manos llegó el libro del musicólogo Juan Carlos Marín acerca del ritmo de los tambores en Yaracuy. Por otra parte, yo siento mucho respeto por las creencias religiosas de origen popular.

En ese sentido, considero que el culto a María Lionza es uno de los más significativos del país, verdaderamente nuestro. Es una manifestación espiritual muy importante, algunas veces, menospreciada, con cierto tabú, quizas debido a los ritos que se realizan. Es una expresión válida con gran cantidad de adeptos.

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Giménez añadió que todo compositor necesita encontrarse con sus raíces. “Todos los compositores, desde la Edad Media hasta la actualidad, han hablado de su pueblo en sus obras”.

“María Lionza es el uso de patrones rítmicos y sonidos típicos del estado Yaracuy orquestalmente, sin pretender resaltar los tambores o la ceremonia, sino mantener su esencia. Es el ritmo abstracto”.

-¿Cómo fue ese proceso?
-Fue sencillo. La fórmula que aparece en el libro son patrones rítmicos que se ajustan a los instrumentos de la orquesta. No incorporé ningún tipo de tambor porque mi intención es universalizar la obra, que se pueda tocar en cualquier parte del mundo con una orquesta sinfónica estándar. Está escrita tal y como se debe tocar.

-¿Cuánto tiempo le llevó crear la obra?
-La tenía medio elaborada desde hace un año. Cuando el maestro Tarcisio me invita a dirigir la Sinfónica de Lara decido terminarla para estrenarla. La obra es continua tiene una duración de ocho minutos y concluye con una epifanía.

-¿Ha tenido contacto con el rito?
-No lo he tenido. Pero hay muchísima información al respecto.

-¿Cree en María Lionza?
-Creo que sí hay una entidad espiritual alrededor del culto. Cuando la compuse sentí que alguien estaba a mi lado. Sentí cosas. Yo creo en Dios pero no podemos negar esas manifestaciones. Es algo tan válido como ser católico.

-¿Cuál ha sido la reacción de la orquesta?
-De gran receptividad. Encontré mucha aceptación e interés por parte de la orquesta. Los músicos sienten empatía hacia ese nacionalismo de raíz. He pensado que María Lionza sea el primer movimiento de algo más amplio, que involucre otros ritos. La orquestación es completa. El único instrumento afro que incluí es la conga, utilizada mundialmente. El fin es que María Lionza sea universal.

Lorena Quintanilla Muñoz/Foto: Archivo

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