Niños vendidos a circos encuentran una nueva vida en Katmandú

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Un equilibrista se para de manos en lo alto de una pirámide humana mientras una niña balancea una docena de aros: los acróbatas en el circo Katmandú de Nepal han practicado durante años, pero a diferencia de otros, la mayoría escapó de la esclavitud.

Muchos de los miembros de esta compañía no habían elegido una vida circense: de 13, 11 fueron víctimas de la trata de niños. Vendidos por sus padres por muy poco dinero, fueron llevados ilegalmente a India para ser utilizados en circos populares y ahora son libres.

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«Me gusta el hecho de no estar obligada a hacer algo ahora», dice Anjali Khadka Chhetri, de 20 años, quien se unió a la compañía en sus inicios en 2011. «Hago esto porque quiero hacerlo y puedo elegir el número que quiera».

Cuando tenía siete años, sus padres la vendieron a unos traficantes que la llevaron a India, donde pasó cuatro años trabajando gratis en un circo de Darjeeling (noreste), antes de ser rescatada por las autoridades y las ONG .

En su desesperación, las familias más pobres de Nepal están dispuestas a vender a sus hijos – por lo general las niñas – por la módica suma de 1.000 rupias nepalíes (casi 10 dólares), pensando que van a tener un futuro mejor lejos de su casa, según las ONG.

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«Hay niños por ahí (en algunos circos) que no tienen más de cinco o seis años», afirma Leslie Brown, representante en Nepal de Freedom Matters, una ONG financiada por el Reino Unido y especializada en la reinserción en la sociedad de los niños de circos.

«Se les enseña a correr con animales salvajes y a menudo son víctimas de abusos y agresiones sexuales», cuenta.

 

Tuberculosis, embarazos y abusos

Los jóvenes nepalíes son buscados por los dueños de circo por sus rasgos finos y su piel más clara que los indios, dice Brown.

Una vez separados de sus familias y sin ningún conocimiento de la lengua y la cultura india, estos niños son mucho más fáciles de manejar y controlar, explica.

«Algunas niñas se ven obligadas a actuar en espectáculos privados para hombres», dice por su parte Shailaja CM, que trabaja para la ONG Sano Paila y ha realizado desde 2004 una docena de redadas a circos en India.

En colaboración con las autoridades indias, su trabajo permitió rescatar a casi 400 nepalíes, la mayoría miembros del circo de Katmandú.

Cuando esta ONG los encontró, el 80% tenía tuberculosis, algunas chicas estaban embarazadas y la mayoría sufría las secuelas de abusos físicos cometidos por los entrenadores, según Shailaja CM.

«En los circos más atroces, los niños en general están contentos de vernos, pero en otros están asustados porque los dueños les dicen que los vamos a vender a los burdeles».

 

Difícil reinserción

Años de operativos exitosos y condenas a los dueños de circos han alentado a los gobiernos indios y nepalíes a continuar luchando contra la explotación de menores.

En 2011, la Corte Suprema de India prohibió a los circos emplear menores de edad y pidió al gobierno poner en práctica programas de rehabilitación. Al año siguiente, Nepal apoyó un plan de acción nacional contra la trata de personas.

Desde entonces, el número de niños de circo y otros vendidos a traficantes, entre ellos para la prostitución, se ha «reducido significativamente», celebra Shailaja CM.

Pero la reinserción de los chicos no es tan fácil. La mayoría vuelve a su casa para tratar de seguir adelante con sus vidas, pero para algunos, el regreso es simplemente imposible.

«Eso depende de muchos factores. Por ejemplo, está el estigma en la comunidad, la creencia de que el niño está enfermo de sida o ha sido contaminado por algo», dice Brown.

Freedom Matters intenta proporcionarles refugio, asistencia médica y, a veces, capacitación para mantenerse.
Sunita Karki fue vendida a un circo cuando tenía nueve años; fue rescatada tres largos años después. Con 20 años, estudió Derecho en Katmandú y quiere ayudar a quienes, como ella, también sufrieron en su infancia.

«Voy a trabajar con organizaciones que rescatan a niños de los circos. Quiero ser abogada profesional», afirma.
Pero para los jóvenes integrantes de la compañía Katmandú, la vida de circo ha resultado una verdadera carrera.

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