En Este País, por: Ramón Guillermo Aveledo

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Privatización “hecha en socialismo”

No es que en 1998 la salud pública anduviera a las mil maravillas. Mucha insatisfacción había, justificada.

En los pacientes y los gremios médicos. En los medios. En los debates parlamentarios como el planteado por quien suscribe en junio de 1996, que dio origen a una publicación, el número 2 de la serie ¿A dónde vamos?, en la que tanto empeño puso el entonces secretario de la Cámara y hoy diplomático David Nieves. Servicios que habían sido modelos de avanzada en América Latina, con una política de salud pública iniciada en la segunda mitad de la década del treinta del pasado siglo, mostraba signos de decadencia.

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En estos ya casi quince años esa decadencia no sólo no se ha detenido, sino que se ha acelerado. La Misión Barrio Adentro, cuya pertinencia está por encima de sus carencias y limitaciones, no basta para justificar tres lustros de poder ilimitado e incontrolado y recursos sin precedentes.

Antes, 95% de los pacientes de atención terciaria iban a la salud pública y sólo 5% a los servicios privados. Hoy, 46% va a los hospitales buscando respuesta y 54% a las clínicas. Me refiero a la atención al paciente ya enfermo para evitar que se empeore o complique, mediante su tratamiento y rehabilitación.

El gobierno ha optado por las pólizas a sus trabajadores para que se atiendan en clínicas privadas, a las que por otro lado acosan, en lugar de fortalecer y ampliar el sistema público. En la práctica, es una privatización perversa de la salud. Cualquiera se da cuenta del congestionamiento.

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Ahora, con las normas recientemente impuestas, las instituciones privadas recortan la inversión para poder cumplir con las tarifas decididas administrativamente. Además mantienen una deuda enorme con sus proveedores del exterior porque no les autorizan para comprar las divisas que requieren, algo parecido a lo que ocurre con la industria farmaceútica, motivo por el cual escasean ciertos medicamentos y cuando el médico receta debe indicar alternativas.

La radioterapia en las clínicas privadas colapsa por sobre utilización. Los pacientes con cáncer pagan las consecuencias. Sólo el 23% de los equipos de radiación del sector oficial está operativo.

El Nacional informa que nada más 5 de 19 salas de tratamiento en la salud pública funcionan y un dato espeluznante: 15% de los pacientes muere esperando la radioterapia. ¿Por qué se dañan? La falta de mantenimiento es la causa señalada. La crisis empeora por el vencimiento del contrato con la empresa argentina que Minsalud escogió. Ahora se señala a la ex ministra Sader de ser responsable de esto.

En Caracas, que por ser la capital y dado el centralismo exacerbado en estos años de seguro es la mejor atendida, la relación de camas por cada diez mil habitantes (14.4) es la mitad del promedio latinoamericano. En el hospital de Niños J.M. De los Ríos se suspendió la limpieza por falta de pago y en el Clínico Universitario no hay desinfectantes. La cirugía cardiovascular de El Algodonal y el Vargas están inactivas; los enfermos del corazón esperan un año por cupos.

Se escucha en la radio, a voceros del PSUV y anclas afines al oficialismo que se trata de una campaña, que la realidad es otra. ¿No bastaría que la ministra de Salud hablara al país y diera explicaciones convincentes?
Hablar de socialismo sería fácil, si el gobierno no tuviera fallas tan protuberantes en un tema tan básico.

Pero, además

No fue por mala salud que murió Mercedes Vidalina Franco, enfermera de 51 años de la Maternidad Concepción Palacios, golpeada salvajemente por dos mujeres a quienes reprendió porque obstaculizaban el acceso al ascensor en el servicio de Obstetricia donde trabajaba. Las agresoras fueron detenidas, llevadas ante el Tribunal 4º de Control y se les otorgó la libertad bajo presentación. Franco no es la única víctima de la impunidad en Venezuela, aunque el gobierno muestra éxitos del plan Patria Segura, que el ciudadano de a pie no siente en la calle. Lo último es el miedo a los ladrones de cabello.

En cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística, el salario mínimo no alcanza para la cesta alimentaria. Si se gastara todo el ingreso nada más que en comer lo indispensable, faltarían 245 bolívares todavía. Los precios de los útiles escolares son el doble que el año pasado.

Anuncia el Gobierno, otra vez, subsidios de siembra a varios rubros. La verdad sea dicha, hay unos productores que sacan provecho de las políticas oficiales, como los de arroz en Estados Unidos, cuyas ventas a Venezuela subieron 65% en el primer semestre de 2013. El reportaje está en The Wall Street Journal y lo reproduce El Universal.

Antes, todos nos sentíamos orgullosos del INCE, ahora se llama INCES, porque se agregó “Socialista” a su denominación. Los aportes que se descuentan a trabajadores y se cobran a empresarios para capacitación de los trabajadores ya no se usan “para satisfacer el concepto capitalista del lucro”, declaró su presidente Luis Berrizbeitia, sino “para construir el socialismo”. La ruptura de una tubería en El Cafetal dejó si agua al 60% de Caracas, ¿Otro caso de falta de mantenimiento? Asistencia del BCV a Pdvsa aumentó 28% en un año, no tiene plata la petrolera. Cayó 6% el sector construcción según el BCV, la causa es que no hay cabillas ni cemento, dos industrias controladas por el gobierno. Con ese cuadro, puede decir misa el Ministro Giordani.

No parece

Retó la cabeza del Ejecutivo a la oposición a debatir sobre corrupción. En seguida, los voceros de la Unidad aceptaron. Capriles llegó hasta a plantear que fuera en cadena nacional, con reglas de igualdad convenidas y con alguien como monseñor Moronta como moderador.

Después, parece que el gobierno parece cambiar el tercio. Ya no luce tan interesado. Lo cual es comprensible dado el cuadro esbozado en las dos primeras partes de esta columna.

José Vicente y el lobo

Como en el cuento de Pedro y el Lobo, volvió el domingo 18 el señor Rangel a denunciar planes magnicidas. Maduro no lo toma en serio, lógico, porque sabe que se trata de un libreto escrito en Cuba, no en la CMQ que fabricaba novelas, sino en el Minint que los asesora. Y si no fuera un guión, entonces es una manía del denunciante. De todos modos, no es mala idea que le ponga atención, pero no mirando a la oposición o a Colombia o al imperio. Que mire para los lados.

Rincón de libros

Ramón J. Velásquez, el historiador que además de investigarla y escribirla la hizo, tiene textos fundamentales para la comprensión de Venezuela, además de participar, o liderar, obras culturales de importancia y utilidad. Anda en noventa y siete años, como decían los mayores del Barquisimeto de mi infancia, pues tiene 96 y su cumpleaños es en noviembre. Suyo es el libro Caudillos, historiadores y pueblo, recién publicado por la Fundación Bancaribe para la Ciencia y la Cultura, iniciativa de responsabilidad social de esa institución, y digo institución por sólida, duradera y prestigiosa, de nuestro ámbito financiero.

La obra de Velásquez mira primero a La Historia y los Historiadores en el Congreso de 1811, el fundador de la República José Antonio Páez, el doctor y general Antonio Guzmán Blanco y los historiadores Caracciolo Parra Pérez, Enrique Bernardo Núñez y Ramón Díaz Sánchez. En la parte segunda, repasa para nosotros a Santiago Briceño, Domingo B. Castillo; Pocaterra, Delgado Chalbaud y la gente del “Falke”, la vida intensa que condujo a Villalba hasta la campaña de 1952, el maestro Prieto Figueroa y Ruiz Pineda, el malogrado líder de la resistencia acción democratista a la dictadura militar.

Son libros que hay que leer, para entender por qué amamos a este país que nos duele, y por qué nos duele este país que amamos.

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