Entre la escasez de alimentos, falta de escolaridad y deserción escolar: Hay que ponerse en el lugar del pobre

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No siempre el rancho está en la cabeza y eso queda demostrado en la voluntad de la gente sencilla por llevar el sustento a casa, pese a las condiciones de miseria que lo rodean. Los humildes, habitantes de barriadas populosas, sufren en carne propia los desaciertos de las políticas de gobiernos.

En lugar de estabilidad económica, “matan trigritos” para medianamente comer. Los libros, son cambiados por cepillo, agua y jabón, para limpiar parabrisas de los carros y así, de mil maneras, se reiventan los oficios aquellas personas sin posibilidades de estudios ni empleo.

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En este sentido, conviene fijar la atención en este sector de la población venezolana, carente de recursos y de calidad de vida, sobre todo, con desafíos como la escasez de alimentos, falta de escolaridad y de trabajo.

En la lucha por comer tres veces al día

El Gobierno nacional celebra la reducción de pobreza, sin embargo, la realidad del país expresa lo contrario. El estado Lara no escapa a esa situación, a la crisis social y económica, que afecta además a la clase media.

Basta dar un recorrido por los sectores populares de los nueve municipios que conforman la entidad, para confirmar la dramática pobreza de familias.

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Sin embargo, es la alimentación lo que más preocupa en los hogares desposeídos.

Ahora, ¿es fácil el acceso a los alimentos? Especialistas y los propios consumidores coinciden que no. Sin duda, una problemática que afecta incluso a otros sectores de la población.

Lorenzo Tovar, expresidente de la Corporación de Alimentos, durante el gobierno del expresidente Rafael Caldera (+), expresa que “mientras el Gobierno no motive al sector productivo y le genere confiaza” no cambiará el panorama alimenticio de Venezuela.

Lamenta que casos de expropiaciones de fincas y de centros de producción, a nivel nacional, “hayan fracasado en manos del Estado”, desencadenando escasez de productos.

Los afectados son los habitantes del interior del país, dijo, porque en la Capital el desabastecimiento “desataría el caos de inmediato”.

“A comprar lo que hay”

Tovar continuó explicando que debe promoverse una relación directa entre el productor y consumidor: “esa relación que se cuidaba en el gobierno anterior se perdió; incluso el Gobierno nacional comete el error de ideologizar con el tema de los alimentos”.

De allí que critique las distribuciones de alimentos mediante Mercal y Pdval: “ofrecen alimentos para un sector de la población y el otro, por desdicha, queda marginado”.

Un nuevo modelo de gerencia de país, que auxilie a los venezolanos de escasos recursos económicos, es la propuesta que hace el especialista en del sector alimentario.

“Incluso, han disminuido los operativos de Mercal y Pdval; si el Estado se va a dedicar a importar e importar, seguiremos padeciendo esto: que no alcancen los rubros para todos”.

Por otro lado, se refirió con decepción a la dura tarea de los consumidores, al momento de acudir al supermercado, cuando notan que faltan buena parte de los productos de primera necesidad.

“Hay que llevar lo que hay, sin la oportunidad de seleccionar marcas de productos”.

¿Estudios o comida?

Mientras que Nelson Fréitez, sociólogo, analiza otra cara de la pobreza: la falta de escolaridad y deserción escolar, en los últimos diez años.

“El muchacho debe dejar de estudiar porque en la casa no tienen cómo comprar los alimentos y, una vez que deja los estudios, son escasas las posibilidades de que retome los libros”.

Lo otro que preocupa, dijo, es el caso de los niños y adolescentes que ni siquiera han sido inscritos en el sistema educativo venezolano debido a la pobreza extrema en la cual viven.

Explica que el Gobierno ha reducido los recursos para programas sociales y son las organizaciones no gubernamentales e iglesias de diferentes religiones, quienes hacen una labor por este sector de la población, sólo que se requiere una inversión macro.

El que manda al hijo a la escuela por el comedor

Asimismo, Fréitez ilustró otra realidad y es la de aquellos representantes, en condición de pobreza, que mandan a sus hijos a la escuela “porque ahí tienen el almuerzo seguro; es la realidad de nuestra sociedad: hay gente que pasa hambre”.
Lo que cuestiona el sociólogo, es la falta contraloría sobre el Programa de Alimentación Escolar (PAE) y de otras iniciativas gubernamentales que si bien pueden representar una ayuda, requieren de serias mejoras.

Es tan delicada la situación de los programas sociales que existe inconformidad en el personal del PAE, por apenas mencionar un caso. Las madres procesadoras de alimentos, a pesar de hacer un valioso esfuerzo en los cuidados alimenticios de los niños, “no reciben justas remuneraciones”.

Por esa razón, el sociólogo Nelson Fréitez, exhorta a la contraloría a fin de supervisar el funcionamiento de los beneficios sociales, “sin desviaciones en el camino”, sólo garantizando una atención de calidad a los más necesitados.
“A veces los beneficios sociales son destinados a otras personas, como sucede con Mercal, cada vez que venden mercancías a buhoneros y desamparan al resto”.

Una persona sin educación, siempre será esclava

La educación es un derecho universal, sin embargo, todavía existen niños de Venezuela y del estado Lara, sin la posibilidad de cursar estudios académicos.

Es cierto que existe la educación pública, sólo que para entrar al aula de clases, deben hacerlo con uniforme y últiles escolares, imposibles de costear cuando se vive en pobreza extrema.

Aunque, está un impedimento mayor: la falta de motivación por parte de los padres y/o representantes.
En este sentido, Elena “Paquita” Ravasio, co-fundadora de la Ciudad de los Muchachos, asociación civil sin fines de lucro, con atención a niños y adolescentes sin escolaridad, brinda un modelo de enseñanza que sí es posible impartir e imitar en pro de ayudar a las nuevas generaciones afectadas por la miseria.

Expresa que la pobreza se vive con dignidad, de lo contrario, “la sociedad seguirá teniendo lástima hacia los desposeídos, mientras que ellos (los pobres) pensarán que nunca podrán salir adelante”.

La educación, formación en principios y valores, así como inculcar devoción cristiana, aportan confianza en los chicos, como lo ha demostrado el resultado positivo experimentado en la casa hogar a su cargo.

“Los niños sin escolaridad deben descubrir que son capaces de lograrlo, de superarse a través de los estudios.

Una persona sin educación, siempre será esclava: seguirá instrucciones, preguntará qué debe hacer, cuando en él están todas las respuestas. Nos esforzamos en avivar las capacidades del ser humano, regalos divinos que hacen más justa a nuestra sociedad”, expuso Ravasio.

En el caso de la Ciudad de los Muchachos, alrededor del 60% de la población de niños, adolescentes y jóvenes que ahora gozan de escolaridad, pertenece a la tribu indígena Yukpa, proveniente de la serranía de Perijá, estado Zulia.

Son muchas las almas generosas que pueden apoyar esta iniciativa y extender una mano amiga, acercándose a la sede principal, ubicada en la carrera 13, con calles 43 y 44, de Barquisimeto, por cuanto el ingreso para operatividad es gracias a las donaciones.

Cerca de 500 niños, entre seis albergues que llevan el sello la Ciudad de Los Muchachos, son atendidos por Paquita y un equipo valioso de colaboradores.

 

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