Electrodomésticos o hallacas

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Hemos dicho que posguerra es el periodo que transcurre tras un conflicto armado o una guerra lo suficientemente intensa como para desencadenar una situación de penuria, crisis económica y social que no finaliza hasta que se alcance la recuperación financiera y  superación de un conjunto de problemas. Si por algo se caracteriza es por el hambre y la miseria.
Venezuela ha transitado un año duro, lleno de espinas y desesperación, desatándose la locura colectiva en los últimos meses luego de la devaluación. Escasez, hambre y nerviosismo han sido el pan nuestro de cada día en la víspera de 2014 cuando seguiremos el camino hacia el calvario.
No vendremos de un conflicto armado pero sí de una crisis social nunca vista que originó el desenfreno precisamente cerca del mes más frígido de los humanos, la vecindad navideña.
Conseguir papel tualé, harinas, aceite, leche en polvo y otros artículos necesarios de la dieta diaria es un viacrusis, la meditación de los momentos y sufrimientos vividos por Jesús desde que fue hecho prisionero hasta su muerte en la cruz y posterior resurrección. Literalmente, va crucis significa «camino de la cruz», y hacia allá vamos.
Las tradicionales colas en mercal quedaron atrás luego de que el Presidente de Venezuela pusiera en marcha una operación cívico-militar para obligar a las tiendas de electrodomésticos a bajar sus precios hasta un 70 por ciento, con la orden expresa de no dejar nada sobre los anaqueles, a cuyos dueños acusó de usureros y especuladores.
Una fiebre consumista, especie de paños calientes para los pobres a quienes golpea, castiga y persigue con la inflación que se refleja en el brutal alto costo de la vida, negándoles un salario más justo y los cesta tickets a jubilados y pensionados.
Los compatriotas se olvidaron de las hallacas, el pernil, pan de jamón y  otros consumos culinarios típicos de la fecha, para romper sus alcancías y lanzarse a las calles a adquirir artículos de línea blanca. La demanda desbordó los comercios tras la rebaja obligada de precios.
No se sabe cómo todas estas personas abultaron kilométricas colas con por lo menos 30 mil bolívares, 30 millones de los viejos en los bolsillos para adquirir cualquier artefacto, si muchos de ellos no tienen ni lo más esencial para cubrir  costos de los platos culinarios dignos de estas fechas decembrinas.
El “circo” que intentó montar el gobierno en contra de las comercializadoras puede generar una mayor incertidumbre en lo económico. Especialistas señalan que así no se resuelve el inconveniente del dólar y que al contrario, han potenciado el problema de la economía venezolana a niveles incalculables y con consecuencias impredecibles.
Mientras Nicolás Maduro alienta el consumo desbocado de electrodomésticos, se han olvidado del abuso en los precios de los alimentos. La carne está en 120 bolívares, las alas de pollo a 50, los aliños, el pescado y otros rubros en especulación galopante. Inflación, endeudamiento, pobreza y hambre, elementos que confirman que este gobierno fracasó.
Apedrean todas y cada una de las iniciativas privadas, pero la red Mercal es cara y mala. Han ofrecido una distribución en los Bicentenarios que es pequeña y no resuelve el problema del acceso a bienes por parte de la población. Al paso que nos lleva este gobierno ¿a quién le vamos a comprar algo a partir de enero?
La noticia de una discusión entre venezolanos por la obtención de alimentos no es lo grave. Lo grave es que el Presidente de la República  y sus acólitos tengan sumido a nuestro país en esta situación que nos lleva a pelear por comida.
Versados en el área económica no dan buenos augurios. No se trata de ser pesimistas, pero todas las perspectivas señalan el 2014 como un año peor que éste.
No queremos imaginarnos en la posguerra del próximo año. Tiempos grises, oscuros y muy tristes; mucha gente hablará en voz baja o no lo hará.
La calle estará llena de indigentes apoyados en una muleta o subidos en una tabla con ruedas, los asaltantes, charleros y rateros como arroz picado, las puertas de las parroquias tendrán a sus pobres orando, las cafeterías, restaurantes, abastos y supermercados vacios.
Pareciera el 2014 un año terrible con el miedo en el cuerpo si salimos a la calle a protestar, viendo desfilar a militares, oficiales y suboficiales, todos revueltos, prepotentes, machistas, represores, sospechando de todo y de todos, persiguiendo, acorralando, deteniendo sin piedad, sin justicia, impunes siempre, protegidos por el manto de la dictadura.
Ojalá esté equivocado. No me importaría la crítica.

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