Especial #DP2015: Crecí con la ilusión de vestir a la Pastora

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Cuarenta años aguardó Luis Perdomo para crearle el traje a la Divina Pastora.

Aunque en par de oportunidades intentaron facilitarle el camino, la oportunidad surgiría cuando menos lo esperaba y por intersección divina, tal como lo contó. Al otro lado del hilo telefónico, nos permitió conocer todos los detalles de la confección del vestido.

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Una emoción desmedida acompañó cada relato de Perdomo, quien confesó haber cumplido su sueño más preciado. Desde que el barquisimetano se enteró de su postulación para hacer el traje, hasta la entrega de la prenda en dos cajas blancas con lazos azules el 8 de diciembre, vivió momentos infinitamente conmovedores.

Perdomo no olvida esa primera llamada que le hicieron para preguntarle si aceptaba ser postulado, el oficio que envió a la Arquidiócesis de Barquisimeto, otra llamada que le confirmaría que sería el diseñador del traje, la adquisición de la tela en Italia, las reuniones con las hermanas Salesianas en el Colegio María Auxiliadora, los encuentros con el padre Rafael Chávez, el dibujo de los patrones, la elaboración del atuendo, la visita de las religiosas y del párroco de Santa Rosa a su taller en Caracas, la travesía hasta Barquisimeto y la caravana hasta Santa Rosa.

Un periplo que lo enmudeció de principio a fin. Se desplomó, lloró y asimiló que hizo el vestido cuando lo entregó.

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La llamada

En febrero de 2014 el joven salesiano José Antonio Sánchez Torres contactó a Perdomo. Lo había visto en un programa de televisión regional, en el cual mencionaba, como en todas sus entrevistas, que su sueño era haerle el traje a la Virgen. El muchacho le explicó que las hermanas salesianas lo habían postulado para hacer el vestido; por lo cual le preguntó si estaba de acuerdo. El motivo no era otro que honrar a la Virgen en ocasión del bicentenario del natalicio de Don Bosco.

“Cuando me llamaron no lo creí. En todas mis entrevistas he reconocido ese sueño; no por ego, moda o farándula, simplemente por sencillo agradecimiento. Cuando yo estaba recién nacido mi mamá nos dejó y la señora que me crió me encomendó a la Divina Pastora para que fuese mi protectora. Crecí con la ilusión de hacerle el traje; desde los cinco años. Cuando iba a la procesión con mi papá y hermanos, decía dentro de mí, algún día la vestiré”.

Durante su trayectoria como diseñador reconocido a escala nacional e internacional, se topó con personas que intentaron cristalizar su anhelo.

“Nunca se dio. Todo ocurrió en el momento que la Pastora quiso. Yo creo que la Virgen decide quien la viste y este año me bendijo a mí. Cuando me llamaron para postularme dije que sí, me puse a la orden para todo”.Al poco tiempo lo llamaron. “Comienza a hacer el traje”, escuchó al otro lado del teléfono. “Me quedé sin palabras. No recuerdo qué dije, tranqué el teléfono y celebré con mi equipo esta bendición”.

El sueño

Desde niño, Perdomo concibió el traje en su imaginación, el color y todos los detalles. Lo soñó blanco.
Como cada año, sus socios, Guillermo Trujillo y Roberto Vitolo, viajan a Italia a comprar la materia prima. La tela blanca era el objetivo principal.

“Yo imagino y sueño los trajes que diseño. Eso es algo que ha marcado mi trabajo creativo. Por tratarse de la Divina Pastora no sería distinto, es un don concedido por la Virgen.

Un día, mientras dormía, la vi en sueños y me dijo con su mirada que blanco no era el color, quería uno celestial.

Desperté, llamé a mis socios, les conté lo ocurrido y les dije ¡cambio de planes! La petición de la Divina Pastora fue un traje celestial. Un cielo con estrellas, un universo”.

Posteriormente, cuando el diseñador visitó el Colegio María Auxiliadora para reunirse con las hermanas salesianas a fin de finiquitar diversos detalles, su papá le dijo “¡qué rápido, ya le vas a hacer el vestido a la Pastora!”. Perdomo le dijo: “No papá, pasaron 40 años para este milagro”.

Elaboración

La capa, fue lo primero que hizo el diseñador.

Para todo el traje el modista usó doble raso azul y no la clásica tela de forro. El vestido tiene una sobrecapa con volantes dobles arruchados. Se sujeta con un precioso lazo azul.

La capa lleva 20 metros de raso azul y 15 metros de tul. La blusa, igualmente doble raso azul de base y encima el tul. “El bordado del tul tiene figuras especiales, no es un brillo en primer plano, si no un degradé del cielo infinito”.

La blusa tiene tres metros de tela. Perdomo le hizo un cambio a las mangas, con tachones para un efecto bombache. La falda se compone de tachones bastantes anchos para brindarle amplitud y redondez a la prenda.

El traje del Niño, también es de doble raso azul. Sólo las mangas y el canesú fueron velados con el tul. También lleva sus tachones. Los zapatos del Niño no fueron forrados con raso azul como los de la Virgen. Por su diminuto tamaño se utilizaron dos tonos de pintura para teñirlos.

Como la corona del Niño estaba deteriorada, George Wittels la elaboró con cristales del mismo tono del vestido.

Al final, confeccionó la almohadilla donde descansan los pies de la Virgen y las posabrazo, todo en raso azul. También elaboró dos manteles, uno para oficiar la misa en Santa Rosa de tres metros y otro para la Catedral de cinco metros.

Son de raso blanco, con una cruz en raso azul bordada con cristales.

El medallón de Don Bosco

El medallón que la Virgen carga en la pechera alusivo a Don Bosco, fue elaborado en bronce. Lo envió de Roma don Ángel Fernández, sucesor de Don Bosco.

Para colgarlo en la pechera George Wittels le diseñó una estructura en forma de cruz, bordado en cristales de colores plata y azul.

Dos meses contempló la elaboración del vestido.

Se usó doble raso azul italiano y tul bordado en Turquía.

Los zapatos del niño fueron pintados con la mezcla de dos tonos de pintura.
La corona le fue restaurada al Niño.

La capa tiene 35 metros de tela, 20 de raso y 15 de tul. La blusa, tres metros de tela y la falda cinco.

Manos a la obra

Lo primero que hizo el diseñador fue dibujar los patrones a partir de uno de los vestidos de la Virgen.
En mayo, durante un encuentro con el padre Rafael Chávez en Santa Rosa, eligió un traje sencillo, sin bordados de ningún tipo.

A la Virgen no se le hacen pruebas ni se le toman medidas.

“El padre me mostró cinco trajes, incluso el último, para que viera y palpara el trabajo. Tomé uno de los primeros vestidos. Uno sencillo, de esa manera era más fácil trabajar. De allí obtuve el modelo que imaginaba, respetando los largos de manga, cuello y falda. Me encargué de la tela y el estilo de la capa, pechera, falda, blusa y traje del Niño Jesús”.

 

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