Un beso de Quisqueya a Venezuela

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Inadvertido pasó el centenario de Luis María Frómeta Pereira “Billo”, el gran músico dominicano que amó con intensidad a Venezuela. Nació el 15 de noviembre de 1915 en Santo Domingo. Murió en Caracas el 5 de mayo de 1988. Había venido a Venezuela de la capital dominicana huyendo de la dictadura de Trujillo en 1937. Tuvo catorce hijos venezolanos y se convirtió en el cronista musical de Caracas. Le compuso canciones a varias ciudades de Venezuela, entre ellas a Caracas, Maracaibo, Puerto Cabello y Barquisimeto.

Desde la escuela primaria se proyectaba como músico. Dice uno de sus biógrafos, Carlos Delgado Linares, que “aprendió teoría y solfeo con el profesor Sixto Brea; armonía y composición con el profesor Rafael Pimentel; y saxofón y clarinete con el profesor Oguis Negrete”. Fueron sus grandes compañeros de vida: Simó Damirón y Rafael Minaya “Tatán”.

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Estudiante de medicina de la Universidad de Santo Domingo. Profesor a domicilio de guitarra en la Ciudad Primada. Consiguió su primer trabajo formal con el violinista Freddy Coronado. Miembro fundador de la Orquesta Sinfónica de Santo Domingo y de la orquesta de baile “Santo Domingo Jazz Band” con Ernesto Chapuseaux.

En Caracas tocó al llegar en el conocido local danzante Roof Garden, fundando la orquesta “Billo´s Happy Boys”, que más tarde se convertiría en la “Billo´s Caracas Boys”. Hizo famosos a cantantes como Felipe Pirela, Cheo García, José Luís Rodríguez, Memo Morales, Gustavo Farrera, Humberto Zárraga y Nelson Hernández.

Hube de conocerlo personalmente al solicitarle una entrevista para mi libro “Venezuela/República Dominicana: relaciones diplomáticas (1844-1984) donde me declaró: Participe en 1947 junto a venezolanos y cubanos en la revolución e Cayo Confite para invadir a Santo Domingo Tuve veintisiete años de exilio hasta que en 1962 pude regresar a visitar mi tierra natal”. En 1959 hizo famoso su bolero “Espera Quisqueyana” contra la dictadura de Trujillo, cuya letra decía: “No llores muchachita quisqueyana, esconde tu dolor un poco más y verás las campanas de tu iglesia repicar anunciando libertad. No sufras campesino de mi tierra, esconde en el arado tu ansiedad, que algún día en el surco de tu siembra, una rosa de amor florecerá. Alguna vez también yo de volver y pueda preguntar por el amigo aquel, y el beso sacrosanto de mi madre, como una bendición podré tener”.

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Murió cuando en el Teatro Teresa Carreño se le preparaba un homenaje nacional. El diario El Nacional de Caracas, tituló “Fanfarria en el cielo para recibir a Billo”. Fue todo un acontecimiento su entierro por los centenares de personas que acompañaron el féretro.

De Embajador en República Dominicana me propuse llevar a Santo Domingo el busto en bronce de Billo Frómeta, objetivo que he retomado. Su familia emocionada y agradecida me obsequió el reloj que Radio Caracas le regaló a Billo el 31 de agosto de 1954. Billo fue un beso de Quisqueya a Venezuela, la tierra que más se nos parece.

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