#Editorial: Iniciativa Larense

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Sería iluso, y hasta peligroso, creer que la tensa calma que se percibe en el país es rasgo de sosiego. Un error más grave, y en eso incurre el Gobierno con demencial terquedad, es asumir que la sociedad venezolana acabó resignada, por miedo, comodidad o falta de solidaridad, a soportar sin chistar sus vesánicos abusos.

En Venezuela hay quietud, aunque superficial, pero no paz. Hay serenidad, mas no desesperanza. El malestar que acumula cada sector de la vida nacional encontró ancho cauce electoral el 6D, y todo el empeño que el poder ejerce con la pretensión de desconocer la fuerza del cambio iniciado, lo hunde más en su desprestigio, en su ilegitimidad, en la aparatosa aceleración de su fin.

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Si alguna noción se perfila nítida en la conciencia ciudadana es que el estado de cosas actual es insostenible. Quizá se difiera en el método, o en los actores, pero jamás en esa razón. Ya es un asunto de supervivencia producir cuanto antes un giro proclive a la cons- trucción de un mejor futuro, espiritual y material, para todos.

La protesta tendrá siempre su puntual y espontánea expresión en la calle. Al margen de ese jaleo cotidiano, mentes lúcidas entregan sus iniciativas para “la salida” alguna vez postergada; y, al calor de las arbitrariedades, los defensores de los derechos humanos despliegan una labor que ya es valorada en el mundo. Y el estado Lara juega un papel trascendente, que nos deja bien parados. Por eso EL IMPULSO se apresura a reconocer el trabajo emprendido por órganos como Funpaz y el Movimiento Vinotinto. Asimismo, el Foro Penal Blanca Rosa Mármol de León, que lidera el abogado Leonardo Pereira Meléndez.

Las máculas existen y es preciso consignarlas sólo para resaltar el ardor y la honestidad de quienes sí actúan con responsabilidad histórica. Nos referimos a la universidad que niega su claustro para el debate, la sede gremial que pese a su compromiso con el Estado de Derecho cierra sus temerosas puertas a la conferencia esclarecedora. Empero esa medrosa capitulación es reivindicada por todos quienes ofrendan su prestigio profesional a la causa de los débiles jurídicos. Un dato revela el carácter titánico de este esfuerzo: En los últimos dos años más de 4.000 venezolanos fueron sometidos a procesos judiciales por disentir, es decir, por incurrir en el delito de opinión.

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“Ya no aludimos al adversario tratado como tal, sino al adversario tratado como enemigo”, describe el abogado penalista Ramón Pérez Linárez, quien ofreció de su autoría un proyecto de Ley de Amnistía y ahora escribe una tesis que podría servir de fundamento para una reforma del COPP que despenalice la opinión y dé al traste con la aplicación de las llamadas leyes de desacato, garrotes legales creados para revestir de protección a los funcionarios públicos, en la misma medida en que disuaden la crítica e implantan la autocensura, por temor a sanciones.

También surgió de Lara la bien acogida propuesta del ex juez Jesús Alberto Jiménez Peraza. Consiste en un proyecto de enmienda constitucional que aboliría la Sala Constitucional del TSJ. Trocada en una supersala, por encima de la Sala Plena incluso, con poder para interpretar y reescribir el Texto Fundamental, esta Sala representa una piedra de tranca para el inaplazable rescate de la institucionalidad. Se crearía un Tribunal Constitucional, un cuerpo distinto y separado del TSJ, con nuevas salas, nuevos jueces. Jueces con currículo, sin prontuario, que lleguen allí jalonados sólo por el mérito que atesoren en sus carreras.

La aberración judicial quedó patentizada, una vez más, con el atropello que el Gobierno descargó contra otro larense ejemplar, el ingeniero Luis Vásquez Corro, a quien pusieron preso en abril de 2015 tras alertar que si no llovía en las cabeceras del Guri se corría el riesgo de tener que apagar las turbinas del sistema hidroeléctrico. Parece humor negro, pero justo un año después, de cara a otro abril, el propio ministro de Energía Eléctrica, Luis Motta Domínguez, desempolva la misma alarma de colapso.

¿Sabrá este general cuántas son las pérdidas asociadas por transmisión, subtransmisión, distribución y baja tensión?, preguntó un ingeniero. Lo más probable es que no lo sepa y que la Naturaleza se mofe de sus órdenes de chafarote. Lo cierto y verificable es que la verdad sale a flote y la iniciativa larense brilla en medio de esta oscurana.

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