La traición de Mandela

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Las redes sociales bullen por el esfuerzo de los llamados “guerreros del twitter” por llenarlas de mensajes contra lo que ellos llaman la traición de la MUD por sus gestos en procura de un diálogo con el gobierno. Por supuesto, creo que siempre el diálogo es algo fundamental para poder encausar al país hacia niveles de convivencia normales, tanto en lo político como en lo cotidiano.

No es traición que alguien cruce una línea para plantearle al adversario, e incluso al enemigo al que se odia a muerte, la necesidad de conversar. Esto ha ocurrido muchas veces en la historia de la humanidad. Aquí mismo, al lado, los colombianos están a punto de realizar un referendo acerca de si aceptan hacer las paces tras una guerra de más de 50 años. Y sin duda que más de un radical de uno y otro bando acusará de traidores a los actores de este gesto. El tiempo dirá qué tan conveniente ha sido para el bienestar de Colombia.

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Más atrás en el tiempo, los archienemigos Bolívar y Morillo suscribieron el 25 de noviembre de 1820 un tratado para continuar la guerra como la hacen las naciones civilizadas, acordando el respeto a los no combatientes, el canje de prisioneros, el cese de las prácticas terribles de la guerra a muerte y un armisticio de 6 meses. Obviamente la guerra continuó, pero con otro nivel cualitativo logrado precisamente por el diálogo que se dio entre enemigos.

Muy cerca está la “traición” de Mandela quien tenía 27 años en prisión y era no solo uno de los líderes del CNA, sino también el jefe de su brazo armado. Algunos, en el gobierno blanco comenzaron a pensar que no tenía sentido una guerra interminable y persuadieron a De Klerk, el presidente blanco de Sudáfrica, a que entrara en conversaciones con el CNA y lo hicieron invitando, en secreto, en varias oportunidades a Mandela al palacio presidencial a conversar.

Ya Mandela estaba convencido de la necesidad de ir construyendo la paz, pero su gran preocupación era mantener en secreto esos contactos iniciales ante la posibilidad de que el ala más radical del partido no entendiera la importancia de esas conversaciones y diera todo al traste bajo el alegato de traición. Al final, aunque las acusaciones de traición no dejaron de producirse, el tiempo y la política de conciliación le dio la razón a Mandela.

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Hablar no es entregarse, no es una rendición incondicional, es más bien una demostración de sensatez, a menos que estos guerreros del twitter quieran conquistar una victoria de la oposición caminando sobre una montaña de cadáveres, algo que no está ni remotamente planteado y que solo ellos quieren. No hay nada peor que iniciar un conflicto armado del que nunca se sabe como, cuando y a que costo se saldrá y que, al final, siempre habrá que dialogar. Vean lo que está ocurriendo entre Cuba y los USA, están dialogando para beneficio de ambos tras sesenta años de conflicto.

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