#EspecialdeComunidad: Protestas por gas son indicios de estallido social

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Venezuela enfrenta un promedio de 19 protestas a diario por la escasez de alimentos y demanda de servicios básicos,  reveló una ONG que contabilizó 2.779 manifestaciones en los primeros cinco meses del año.

Según las estadísticas del OVCS (Observatorio Venezolano de Conflictividad Social), 172 de las manifestaciones se debían al reclamo de alimentos, 144 a servicios básicos, 112 por derechos laborales, 86 por seguridad ciudadana, 71 por razones políticas y 56 por educación y entre otras.

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Sin embargo la cifra continúa incrementando. Tan solo en el estado Lara, en los últimos tres meses se  registraron más de 300 protestas, solamente por carencia de gas.

Desde el punto de vista psicosocial, los seres humanos recurren a la protesta pública de calle al no conseguir la respuesta de problemas o carencias por la vía institucional, así lo indicó la psicólogo Hisveth Fernández.

“En Venezuela no solo tenemos una crisis económica, política, social, moral y de valores; también es una crisis naturalmente institucional.  El deterioro no solo se ve en la calidad de vida del venezolano sino en una descomposición de los organismos que pertenecen al estado venezolano”.

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Fernández asegura que en el país no hay canales regulares que funcionen expedita y oportunamente, siendo entonces el único remedio de la población ir a la protesta. En su consideración, los manifestantes notan que cuando protestan al menos son tomados en cuenta por los medio de comunicación, pero no siempre consiguen la respuesta que querían, la cual es la solución del problema concreto que enfrentan.

“Las manifestaciones ocasionan un sensación de pena en los organismos del Estado, al sentirse desnudados en su mala gestión y entonces actúan para solucionar de manera inmediata, solamente, porque las soluciones estructurales no existen en el país”.

Estallido social

Lo que sucede con el grupo de manifestantes es que pierden el miedo al no tener más alternativas ante la situación que viven, ante esa disyuntiva, recurren a las protestas para mostrar la carencia que tienen, como la última carta sobre la mesa.

La especialista destacó que si las protestas por un tiempo largo no dan resultado, lo que sigue es la violencia callejera; espetó que los ciudadanos  están en la gota que rebosa el vaso, lo que significa un peligro de que haya una salida de guerra civil.

“El cierre de la vía electoral es una estímulo a la violencia callejera. Cuando les cierran las vías constitucionales a los ciudadanos, estos se van por las vías legítimas aunque no sean legales. La legitimidad le da la razón de la lucha y ahora es que sobran razones para batallar: alimentos, medicinas, gas, agua, servicios públicos, inseguridad, tantos que va a llegar un momento que toda la gente se lanzará a la calle”, expresó Fernández.

Ausentismo escolar

Niños, niñas y adolescentes participan en las protestas  a causa del ausentismo escolar, producto de la crisis económica. El profesor Carlos Jiménez destacó que la deserción  para este nuevo año escolar se ubica en 20 %. No obstante, en zonas donde habitan ciudadanos de bajos recursos, como la parroquia Juan de Villegas, Cují Tamaca  y Unión, la cifra se coloca en 25 %.

“Hay padres y madres que no tienen recursos para pagarle la educación a los niños. Cuando anteriormente les garantizaban la comida a los estudiantes en los centro de educación era una buena razón para enviarlos, pero hoy día disminuyó la calidad del Programa de Alimentación Escolar; lo que ocasiona la baja motivación en estos sectores populares y los padres prefieren quedarse en casa con los niños y por consecuencia se trasladan a este tipo de protestas”, recalcó Fernández.

Frente a esto, los niños corren el riesgo de ser víctimas de cualquier agresión que se presente en las protestas, ya sea por parte de los cuerpos de seguridad, conductores molesto tras quedar atrapados  en las trancas e incluso de los mismos manifestantes.

La especialista recalcó que los niños se ven sometidos a acciones que no son las correspondientes para sus edades, pero lamentablemente es la realidad que les toca vivir y con su flexibilidad de niños, terminan adaptándose a este tipo de cotidianidad, al ser la que les corresponde al sector social en donde se desenvuelven.

“Vivimos en una contradicción. Este es un país petrolero donde producimos petróleo y tenemos carencia de gas. Todas las promesas y ofrecimientos quedaron en puras palabras y la gente ve como la vida se ha deteriorado a una escala insoportable”.

Doble efecto nocivo

Históricamente el ser humano ha aprovechado los recursos forestales a beneficio propio. Incluso una de las primeras fuentes de combustible que utilizó el ser humano fue la madera.

El ambientalista Hildebrando Arangú comenta que la tala de árboles en Barquisimeto, para la producción de leña, se comenzó a ver aproximadamente en el año 2010 cuando inició la venta ilegal  de troncos en la avenida Ribereña. El negocio comenzó por los restaurantes que utilizan la leña para supuestamente ofrecerles un mejor sabor de comida a sus clientes.

En un recorrido efectuado por periodista de El IMPULSO se constató que ahora las familias ante la carencia de gas recurren a la tala de las áreas boscosas en los alrededores de sus urbanizaciones; lo preocupante del tema es que ha comenzado el corte de árboles en el Bosque Macuto y por toda la avenida Ribereña.

La Ley de Bosques del año 2013, contempla que el aprovechamiento de productos forestales es una actividad que debe ser permisada para ejecutarse de manera legal.

“Talar dentro  del Bosque Macuto es un completo delito, ya que este fue declarado Parque de Recreación a Cielo Abierto y Zona de Aprovechamiento Agrícola del Valle del Turbio. Además  en ese sector se encuentra un acuífero que surte de agua a más del 30 % de Barquisimeto”, indicó Arangú.

El especialista relató que la práctica de los comerciantes consiste en la extracción de la corteza del árbol (que funciona como su piel) y de esa manera el árbol queda sujeto a infecciones y poco a poco se empieza a morir; posteriormente  tumban los troncos y lo venden como si fuese una actividad lícita. “Es ilegal, pero pasa ante los ojos de todas las autoridades y nadie es capaz de asumir cartas al asunto”.

No obstante, en su consideración lo que realmente agrava la situación es la quema del tronco, ya que  ocasiona la acumulación del dióxido de carbono en la atmósfera y tiene una repercusión directa en el cambio climático y  la política internacional, como es el famoso Acuerdo de París, que establece un plan de acción mundial que pone límite al calentamiento global.

“Se crea un doble efecto nocivo al retirar la cobertura vegetal y luego liberar el dióxido de carbono.  Si esto sigue así, como país violaremos todos los acuerdos establecidos en materia ambiental.  Hay que tener en cuenta que Venezuela es uno de los primeros países de América Latina que posee la mayor cantidad de emisiones de dióxido de carbono en la atmósfera: seis toneladas por habitante al año”.

En la opinión de Arangú, es necesario sensibilizar al ciudadano acerca del daño que podría ocasionar al medio ambiente en una búsqueda de solución personal; igualmente fomentar  la implementación de redes socio productivo forestal, para garantizar la sustentabilidad económica comercial.

Relatos

“Ahora el gas en Barquisimeto se pide cerrando avenidas, no por teléfono”, manifestó Clara Mendoza, una señora que vive en la comunidad de Santa Rosalía, quien relata con dolor como su rutina y vida cambió a causa del carecimiento de gas.

“Me levanto cada mañana a comprar alimentos que no requieran de mucha cocción porque el gas hay que estirarlo. Si queremos comer una sopita debemos ir a la avenida a comprar la leña, pero se gasta 500 bolívares por unas ramitas que nos duran tan solo un día. Pero no las hemos visto feas, cuando se nos acaba el gas vivimos a punta de comer pan y con esa poca energía toda la familia tenemos que ir a protestar para que nos solucionen”.

¿Esta fue la Venezuela que Chávez soñó? Se  preguntaron una vez los habitantes del sector Jacinto Lara, en Quíbor mientras protestaban en la vía por falta de gas.

“Esta es una situación que trata feo a quienes no tienen recursos, como todo en este país. Pero no es justo que a mis 75 años de edad tengo que venir a trancar la vía para pedir gas en la zona o meterme en el Bosque Macuto a buscar leña que a  la final nos termina enfermando a todos . No podemos dejar de cocinar así que tenemos que ver como solucionamos”, expresó Ana Coromoto Rodríguez.

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