Siempre he querido escribir un último artículo del año pleno de esperanza y alegría. Hoy no pude. Venezuela se nos va, se nos acaba, nos la destroza este régimen malvado. En 1998 me disgustaba que me preguntaran si votaría por Chávez, esa pregunta me hacía sentir como un imbécil o loco. Explicaba mi decisión y lo único que decía era que Chávez sería una tragedia. Y lo fue, lo ha sido después de fallecido y lo es todo lo que ha dejado. No me gusta recordarle a quienes votaron por él y hoy lloran haberlo hecho, que les advertí lo equivocada de aquella decisión. La primera vez que supe de la existencia de Chávez fue la mañana del 4 de febrero de 1992, cuando se rindió y apareció diciendo el “por ahora”. Esa frase cautivó a mucha gente. Qué responsabilidad decían, asumió su actuación, es un hombre valiente, le oí a muchos. Le dije a mi esposa, gracias a Dios que no triunfó ese levantamiento militar, ese sujeto sería una tragedia si gobernara. ¿Le viste la cara?, le pregunté. Ciertamente nos causó una terrible impresión que se fue acentuando con el tiempo.
Por designio divino Chávez murió, pero gobernó 14 años. Hizo mucho daño y su “revolución” y sus sucesores continúan haciendo un daño terrible a Venezuela, sin querer enmendar nada, a pesar de lo equivocada de sus políticas y de la evidente mayoría que les pide rectificación.Nunca rectificarán. Eso es imposible, conociéndolos como son. El deseo predominante en la calle es que el gobierno termine, que renuncie Maduro. Este régimen disfruta con el daño que produce, le gusta el sufrimiento de la gente y no admite estar equivocado. Maduro, hombre sin ninguna formación humana y científica para dirigir una nación, ha conducido a Venezuela a una tragedia más grande todavía a la que yo me imaginaba y costará mucho revertirla. Estamos terminando 2016 con un país destruido, sin un aliento que nos indique mejorías en el horizonte cercano, salvo que el actual régimen terminara. Suelo hacer un paréntesis de estos escritos estas semanas finales de cada año. Lo hago esperanzado por la celebración del nacimiento del Niño Dios y por el nuevo año que se acerca. Ratifico esa esperanza pero el domingo pasado recorrí algunas calles y centros comerciales otrora bulliciosos en esta época y que hacían las delicias de los niños, nada de esto apareció esta vez ante mi vista. Sólo vi incertidumbre. Las marchas y contramarchas del régimen han producido desconcierto, ni alimentos se puede comprar para la Noche Buena o el año viejo.
Qué perverso es el comunismo. “La más grande herejía de la historia” según el papa Pío XI. No hay país donde haya estado gobernando esa ideología,donde no haya habido una tragedia como la que vivimos hoy los venezolanos. Le pido al Niño Dios que nos libere de esta tragedia lo más pronto posible. Volveré el miércoles 18 de enero, Dios mediante.
