Mami noooooooo…

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Mami, ¿qué edad tendría en estos momentos, a quien me parecería, a ti a papi o a los dos?
Lo que debiera constituir un sitio seguro y la expectativa de ver la luz, se convierte muchas veces en una cámara mortuoria.

No matar es el quinto mandamiento de la ley de Dios y ello es la prohibición total de quitarle la vida al prójimo, máxime si ese es la creación de las entrañas de una madre.
¿Quién defiende el grito angustioso y lastimero, el sollozo ahogado y el débil cuerpecito de un niño en el vientre materno, cuando por acción de sus propios padres –verdaderos asesinos- le quitan intencionalmente la vida por las razones que fueran, la mayoría de las veces fútiles?
Así el asesinato del que espera nacer, para escaparse del qué dirán de los familiares y amistades y quién sabe de qué otras tantas motivaciones pueriles, constituye un verdadero infanticidio y un pecado contra el cielo.
Hay muchos asesinos y muchas asesinas dándoselas de gente respetable, mientras han dado muerte a la sangre de su sangre y andan vociferando de la inseguridad y de la delincuencia y del peligro que se corre en la calle y de la gente enferma que es capaz de hacer cualquier barbaridad. Cuando no tienen remordimiento de conciencia por haber asesinado al propio hijo, a la propia carne.

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Asesinar no solo es un delito contra las leyes de los hombres, sino un pecado que encarcela nuestras almas por designios divinos, por tanto un pecado mortal.

Imagínense un caso de ficción: un par de jóvenes que por dar rienda suelta a su sexualidad de manera irresponsable y donde la chica para no perder la figura, para que el niño no sea una carga y para no someterse a los reclamos de su madre o de su padre, quienes tienes sólidos principios morales y cristianos, entonces deciden que la mejor salida para ellos es asesinar a la criatura, abortándola.

Luego, la mejor salida para los jóvenes ha sido el asesinato de un inocente y ella ingiere cuanta porquería puede para matar al hijo de sus entrañas, viéndose después impotentes porque no consiguen lo que buscan con remedios caseros por riesgo de la propia vida sin importarles la del niño, deciden acudir a un médico alcahueta quien en una clínica y escondidos de todos menos de los ojos de Dios, materializan su crimen y le quitan la vida a quien no pudo defenderse por su tamaño, a quien no pudo denunciar porque su protectora que era su madre fue su propia ejecutora.
Y un inocente que ningún daño hizo, una tierna criatura fue desmembrada y eso llenó de alegría a sus padres por el éxito de aquella hazaña que deja en secreto e incólume el honor de la muchacha, le da tranquilidad al padre irresponsable y orgullo al medico por sus habilidades como destripador.

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El asesinato de seres inocentes que no pueden defenderse y que se encuentran en el seno materno creyéndose abrigados y seguros, es un crimen abominable.

De modo que, no matar no es solo no quitarle la vida por odio, por rencillas o por ninguna motivación al prójimo, no matar es también no abortar, no hacer pedazos los cuerpecitos indefensos de esas criaturas que esperan nacer.
Tal vez si pudieran hablar, dirían: Mami, no me mates, no por favor, no descuartices mi cuerpecito, defiéndeme no dejes que me hagan daño. Te quiero mami, ¿por qué me haces esto?, ayúdame. Auxilio mami, Por Dios mami, ¿por qué me asesinaste?

¿Podría acaso una verdadera madre evitar que las lagrimas recorrieran sus mejillas y que el corazón se le sobresaltara?

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