Venezolanos intentan ahorrar lo más que puedan al momento de realizar las celebraciones
“Dale, dale, dale a la piñata”, expresan los más pequeños cuando están de fiesta. Es el grito tradicional de que los niños se encuentran en un círculo, uno de ellos tiene sus ojos vendados y con un garrote está listo para golpear a una figura hecha de cartón, en su mayoría. Una vez que la revienta de su interior caen dulces y juguetes.
Este artefacto tan solicitado en las fiestas de los niños lleva por nombre piñata.
Los primeros en usar algo parecido fueron los chinos en la celebración de Año Nuevo. Hacían figuras de vacas, toros, y búfalos recubiertas con papeles de colores y rellenas con cinco tipos de semillas. Para romperlas utilizaban varas de colores. Todo esto a su vez era un ritual para tener buena suerte durante el año que empezaba.
Con el tiempo las piñatas ocuparon las reuniones sociales. Fueron evolucionando y adaptándose a las épocas y se comenzaron a laborar con base en cada unos de los personajes e historias más relevantes, en su momento. Aunque como siempre, se mantenían las figuras tradiciones de animales.
Anteriormente en Venezuela era uno de los elementos primordiales y completamente principales en la fiesta de cualquier niño. Para nadie es un secreto que era el momento más anhelado por los más pequeños en la velada.
Sin embargo, para este año, la venta de este producto disminuyó en aproximado un 40 %. Dueños de tiendas dedicados a este tipo de mercado comentan que no todos los días se vende el producto.
En su local las piñatas más sencillas que tan solo son un cartón, forrado con papel crepe y la imagen de una serie o personaje, cuesta 4.500 bolívares.
Por otro lado, las que son más elaboradas, es decir con formas de corona, princesas y cualquiera otra imagen, y obviamente efectuada con otro tipo de materiales, ya sea: foami, anime, papel lustrillo, entre otros; cuestan 45.000 bolívares. El precio de la primera hace un año era de 2.500 y de la segunda 25.000.
Yldemi Segovia se encontraba en el sitio con su hijo. Comentó que está planificando la fiesta de su décimo cumpleaños, pero al ver el alto costo de las piñatas, decidió por su cuenta comprar el cartón, el papel crepe y ponerse creativa y manos a la obra.
En tanto Mari Hill detalló cómo tuvo que unir la celebración del primer cumpleaños de su hijo con su bautizo para ahorrar los gastos. “Cuando salimos a las calles a ver en cuanto sale preparar una fiesta, decidimos que era mejor hacer una sola, ahorrando en lo más que se pueda.
Primero gastaremos en los más primordial que vendrían siendo los platos, cucharas, la tortas y por último si el dinero nos alcanza veremos si conviene o vale la pena comprar o no la piñata. Y todo lo que podamos hacer nosotros mismos lo haremos”, expresó.
Así son decenas los testimonios de madres de familia que hacen lo imposible por darle la mejor celebración a sus hijos, aunque muchas veces lo mejor se escapa de su presupuesto y les toca conformarse con la realidad.
