Escenarios del País: #15-Oct: La ecuación es simple

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Históricamente, los procesos electorales no presidenciales celebrados en Venezuela siempre habían presentado unos niveles de participación política porcentualmente inferiores en al menos veinte o treinta por ciento.

Este comportamiento sin duda estaba asociado a la importancia que los connacionales le daban a la figura presidencial y del Poder Ejecutivo en general por encima del resto de elecciones de representación popular.

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Esta tradición y despliegue desigual se cortó tajantemente en diciembre de 2015 cuando en las elecciones parlamentarias para escoger diputados y diputadas a la Asamblea Nacional, se produjo una participación récord que superó inclusive algunas elecciones presidenciales previas.

El porcentaje de abstención en aquel proceso fue menor al veinte por ciento de la población registrada formalmente en el padrón electoral. Luego de esos comicios la historia es harto conocida. Negación de la solicitud de referendo presidencial a los factores políticos de la Mesa de la Unidad Democrática.

Diálogo con acompañamiento internacional de algunos expresidentes y un enviado del papa Francisco a finales de 2016 que concluyó en una enorme frustración colectiva. Inicio de un ciclo cruento de protestas urbanas en diferentes estados del país a partir de las sentencias 155 y 156 de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia cercenando las facultades de la Asamblea Nacional y cuestionadas abiertamente por la Fiscal General de la República Luisa Ortega Díaz.

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Celebración de consulta popular no avalada por las autoridades electorales el 16 de julio con una participación superior a los siete millones de electores según cifras no oficiales suministradas por la comisión electoral de la Mesa de la Unidad.

Celebración de comicios para la elección de una nueva Asamblea Nacional Constituyente sin la participación política de candidatos distintos al Gobierno con reconocimiento del CNE y autoridades venezolanas y desconocimiento de más de 50 países de la comunidad latinoamericana y mundial.

Luego de todos estos eventos que sacudieron la realidad política venezolana y colocaron a nuestro país en la agenda informativa y diplomática internacional, tanto el CNE  como la ANC coordinaron la celebración de comicios para escoger gobernadores en octubre de este año con más de diez meses de retardo de acuerdo a los lapsos constitucionales que establecían diciembre de 2016 como fecha para hacerlos.

Mayor abstención-menor abstención: la fórmula no tan secreta

Estos próximos comicios a celebrarse el #15-Oct nos toman en una de las disyuntivas más complejas y relevantes a las que nos hemos enfrentado los venezolanos en los últimos tiempos. Las cifras de descontento popular con el Gobierno y la figura presidencial siguen superando con creces el setenta por ciento de la población.

A esto hay que agregarle las preocupaciones fundamentales por el estatus de la economía que superan el noventa y cinco por ciento de la gente de todos los estratos sociales. Con estos números, todo haría presagiar que el Gobierno pudiera perder la gran mayoría de las gobernaciones en disputa electoral.

No obstante, la realidad nos indica que las cosas no están tan lineales como nos lo están reflejando  las encuestas. Y es aquí donde aparece la ecuación matemática y lógica de la cual nos habla nuestro título de hoy.

De producirse una amplia abstención, es decir, de darse una participación de cincuenta por ciento o menos del padrón electoral, los números del descontento pueden diluirse y dar cabida a la capacidad de movilización y aglutinamiento que tiene el Gobierno nacional y con ello impactar un número importante de gobernaciones que pudieran oscilar entre 5 y 16 estados.

Si por lo contrario, los niveles de participación son amplios y se ubican entre un sesenta y un ochenta por ciento de los electores, el descontento casi automáticamente se alineará en favor de los candidatos de la oposición que pudieran capitalizar entre 15 y 18 gobernaciones  o quizás, al ser más masivo “transversalizar” el descontento  y permear hasta las 23 gobernaciones.

Pero la realidad actual que nos están señalando las encuestas es que entre un 25 y 30 por ciento de la población alineada con el descontento y potenciales votantes opositores no están muy animados para votar en este proceso. Por lo tanto, creo importante destacar que la ecuación es simple: más abstención gana el PSUV y menos abstención gana la oposición.

Debo decir que nunca antes un resultado electoral en Venezuela había tenido una forma de descripción matemática tan sencilla como este. En resumidas cuentas, si no votamos, difícilmente lograremos sostener el poderoso acompañamiento internacional a nuestro proceso de relanzamiento de la democracia. Más reflexión y menos disputas estériles.

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