#ESPECIAL Emigración: ¿Cómo afrontar el duelo de muchos venezolanos?

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Emigrar implica un duelo. Atrás se deja toda una vida, proyectos y estabilidad. Una pérdida. Así lo define la magíster en orientación María Auxiliadora Campos Medina, a propósito de la diáspora que ocurre en Venezuela.

Indica que el tema es un fenómeno que ha dañado nuestra niñez que ahora se llama infancia dejada atrás. Uno de los problemas y las consecuencias de que uno de los padres emigre es que los niños quedan en manos de terceros y no se sabe cómo van a ser cuidados, al tiempo que les hace falta la kinestesia, es decir, que los toquen, los acaricien con amor y cariño sus progenitores.

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El que se va cómo el que se queda percibe abandono y ello equivale a soledad. Produce en los niños miedo, no sabe qué afrontar. Su zona de confort es movida y lo afecta la ansiedad que se manifiesta de diversas maneras como pérdida de peso, aunado a la desnutrición por la crisis país, precisa la especialista.

Los niños están manifestando desequilibrios en sus órganos, como tiroides, por la pérdida de afectos, y ven como un desconocido al que los cuida. Viven con el temor de no volver a ver a sus padres. Qué tristeza, acota.

Cuando se reencuentren van a ser diferentes sus comportamientos con sus padres por los rápidos cambios en su psiquis experimentados durante su crecimiento en esa prolongada ausencia, indica.

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Precisa que siempre habrá el miedo del niño a no fallarle a otra persona que lo cuida, porque no lo conoce tan bien como a sus propios padres.

Aconseja a los padres no crearles falsas expectativas a sus hijos de decirles vengo en un mes, cuando los dejan por marcharse a otro país. Se debe fortalecer la confianza, a pesar de la distancia comunicarles que estarán pendientes de ellos.

“El pensamiento no conoce de tiempo y espacio, por eso decir vamos a contarnos las cosas, vamos comunicadnos por las redes para ver el desarrollo de sus actividades diarias, en la distancia, es importante”, recomienda.

Cambios terribles

Cuando se abandona a los niños porque se va a otro país, o a otro estado, los niños pasan por un estado terrible, porque requieren el apago y pierden esa sensación. Necesitan contemplación, cercanía, la voz y la dulzura, remarca.

Puntualiza que los niños al cuidado de otra persona presentan retroceso en su habilidad verbal. Se vuelven más ensimismados y tímidos. Le ocurren cambios en su estado de ánimo, como el mal humor. Los cuidadores al no saber qué hacer los etiquetan de mala conducta o malcriado, pero ellos lo que quieren es hablar con sus padres

Adolescentes requieren autoridad

En los adolescentes es necesario que el cuidador sea una autoridad. Hay que establecerles límites. El adolescente reta al cuidador de que él no es su papá ni su mamá, y está siempre molesto porque les dicen que los van a acusar, por lo que se vuelven rebeldes, esgrime.

Bajan el rendimiento académico por no encontrarse en su estructura familiar de origen, y en otros casos se desmotivan a estudiar porque tienen que cuidad a su hermanitos menores. Poseen un lenguaje poco asertivo. Igualmente, se les debe supervisar las visitas a las redes sociales.

En ocasiones presentan actitudes poco responsables y se convierten en resentidos, “me dejaron una carga, no me dejan vivir”.

Las mujeres adolescentes analizan

Las mujeres se vuelven más analíticas y creativas y emprenden la venta de ponquecitos u otros productos, pero se cansan porque no tienen tiempo para sí mismas, y sus emociones se vuelven más frías, expone la profesional de la psicología.

Los hijos se vuelven mendigos del amor de sus padres y dañan su autoestima. Se acostumbran a la mediocridad, a lo que haya, sostiene.

Recomienda

Los que están al cuidado de ellos y los padres deben estar pendientes cuando sus hijos presentan resentimientos, hay que evitar las quejas y dejar que el niño disfrute sin reclamarle sobre sus juegos. Los hijos son una alegría, no una carga. No es culpa de ellos la situación económica que se vive.

Se le debe evitar los síntomas de la depresión como aislamiento, disminución del apatito, no se quieren asear, no quieren ir a clases, no quieren ver a los amiguitos, tratan de buscar apoyo emocional fuera de la familia estructural.

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