#OPINIÓN El difícil oficio de los Demócratas #24Ene

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No está nada fácil la situación de los demócratas en el país. El libreto que rige nuestras últimas actuaciones políticas abunda en galimatías jurídicas y en un descomunal desconcierto. El presidente de la República, ilegalmente auto reelecto para un nuevo mandato, actúa como alguien por quien nadie voto para ese cargo pero que estima que puede pasar agachado. Todo ello acontece soportado en una decisión colegiada del máximo tribunal del país, que ratifica el desconocimiento de la Constitución Nacional, y por ende, decreta la desaparición de la República, al negar el estado de derecho y la separación de poderes que soporta toda democracia que se respete.

Enfrentamos un dilema de muy difícil resolución, puesto que en él se concentra, con todo su virulencia, la polaridad que caracteriza al país de los últimos 18 años. En su esencia, la democracia como la pensamos los demócratas, no admite la sucesión como sucede en las monarquías absolutistas. Mientras tanto la visión del oficialismo y sus últimas decisiones, insisten en que el fin habrá de justificar los medios que se utilicen para mantenerse en total posesión del gobierno y del poder. Secundados por un pensamiento político mitológico y primitivo decretaron la sucesión automática de Maduro y así el juego político está trancado.

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Aun así, a quienes actuamos identificados con los valores de la democracia liberal se nos exige sujetarnos al libreto de los demócratas para enfrentar los arrebatos de quienes no creyendo en ella, han gestado la más intensa erosión institucional que se haya visto en América Latina en los últimos años. Se nos demanda defender la democracia, reducidos, atados de manos, pero sin poder contrariar la particular visión del mundo que se esconde tras la bizarra ideología del Socialismo del Siglo XXI. Se pulveriza el ordenamiento jurídico que nos da forma como sociedad, y al mismo tiempo, se nos exige que a partir de ahora lo hagamos nuestro credo fundamental.

Mientras tanto qué se espera de la élite política que representa los valores de la democracia formal y la libertad ? . Imagino yo humilde mortal, una que debe ser una respuesta que atienda más a sus propios valores como hombres libres y demócratas convencidos, y no a la cartilla que la Habana impuso a los tartufos de esta comedia. En todo caso, por lo que vemos en la dirigencia oficial, nos resulta apreciable notable una falta absoluta de ética política. Por lo cual es conveniente advertirles que toda ideología, (por más buenas intenciones que la secunden) desprovista de todo sentido moral, se convierte en barbarie. Y esto que presenciamos es la barbarie.

El mensaje ideológico de la barbarie no solo disimula la humillación a la cual somete a todos los ciudadanos, sino que por el contrario, intenta hacerla parecer un acto reconfortante. Bajo su control hay que estar agradecido. La orden es tener miedo y obedecer sin restricciones. Se llena el país de marchas, banderas, pancartas, vallas, fotografías del líder máximo, las cuales nadie mira, pero son útiles al propósito fundamental de la barbarie: Eliminar toda posibilidad de disentir. Se liquida lo público y con esta decisión, se ordena la muerte de la política como un patrimonio ciudadano.

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Con su odiosa propaganda se nos hace creer que la política es un bien prescindible, y que ellos, siendo el gobierno la ejercen por todos nosotros en un acto de suicida delegación. Se vende la idea de lo inútil que resulta para los ciudadanos hacer una política distinta a la oficial, así como militar en un partido distinto al oficial dueño de la razón absoluta. Se nos impone un receso ciudadano que mina y erosiona lo plural, la concertación y lo múltiple. Desde el más alto nivel se promueve el desapego a la ley, liquidando las oportunidades de la democracia y de todos los demócratas.

En esta coyuntura tan disociada y enferma, no debería la elite política de nuestra maltratada democracia enfrentar sus nuevos retos con las mismas formulas del pasado. Las formalidades del consenso y la discusión de temas de la agenda pública a sido sustituida por la imposición vertical de órdenes y ciegas adhesiones. Durante todos estos años las instituciones de la democracia fueron vaciadas de contenido, y fueron convertidas en instrumentos de negación de toda posibilidad de ejercicio político. Basta con ver el rol que tratan de imponerle al Parlamento, al Ministerio Público, la Contraloría así como a los medios de comunicación. La vaciedad total y absoluta.

Visto así el panorama, no puede la ritualidad democrática de este momento tan crítico, enfrentar esta hidra de negación, con las mismas armas con las cuales dirimió en el pasado sus diferencias. Enfrenta un adversario, que no es demócrata y que no cree en los valores fundamentales de la democracia. Demandamos nuevos y un mayor número de aliados para lograrlo, hay que inventar la POLITICA y darle nuevamente mayor contenido a la gestión pública como un inaleable derecho ciudadano

Ante el desespero es lamentable que insistimos en resolver nuestros ingentes problemas como siempre lo habíamos hecho en el pasado, y allí radica nuestro más grave error. La MUD, o la entidad que asuma a partir de ahora la defensa de la democracia y la institucionalidad de lo civil, deberá asumir nuevos paradigmas, así como roles más específicos para sus dirigentes. Es obligante integrar más visiones al concurso de la dirección política, sobre todo las que provengan del mundo civil, los gremios profesionales, de la universidad, del sector empresarial, del mundo juvenil, así como del universo religioso. Incluso de la calle viva, del campo, de las fábricas. Deben abandonar definitivamente ese rol de asociación de partidos políticos con exclusivos y marcados intereses electorales.

De lo que se trata, es de construir un sueño de país, aunque la metáfora nos suene trillada. Renovar los cuadros de los partidos, construir un mensaje de pertinencia. Que tenga que ver más con la vocación ciudadana, que con los intereses particulares de cada parcialidad. Hay que promover el reconocimiento del otro, así Maduro y los sobrevivientes de la catástrofe roja diga lo contrario. Habrá que desarrollar una nueva empatía política que nos permita la soñada conexión con las masas. Superar definitivamente la coyuntura electoral y comenzar a movilizar al ciudadano hasta roles y escenarios mas convenientes al desarrollo del país.

Debemos comprometernos con la tarea de Interesar al hombre común en la política como una acabada elaboración de las relaciones en sociedad y libertad. Advertirnos, para no perder el habito, que según Platón, “el castigo por rehusarte a participar en la política es que terminaremos siendo gobernados por seres inferiores a nosotros.” No la tenemos fácil los demócratas de Venezuela, pero con toda seguridad vamos a superar esta oscura noche. Tan solo retomemos el camino que nos indica el texto de la constitución, en especial algunos actores de este proceso como los militares, para que asuman el rol que la democracia estimo como el mas conveniente para los hombres de armas. Ser absolutos soportes y garantes de la constitución.

Alfredo Álvarez

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